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miércoles, abril 24, 2024
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Ni distintos, ni diferentes: Campeones ★★★

Ni distintos, ni diferentes: Campeones ★★★

Crítica de la película Ni distintos, ni diferentes: Campeones

Ni distintos ni diferentes: Campeones. Superheroes de la vida real

Tras el más que merecido éxito de Campeones, Álvaro Longoria (Hijos de las nubes, The propaganda Game), nos trae este nuevo documental en el que nos narra el día a día real de Roberto Chinchilla, Alberto Nieto, Julio Fernández, Gloria Ramos, Fran Fuentes o Stefan López. De ellos y las personas que les acompañan en el día a día. Como se suele decir, la realidad supera la ficción y si en la película nos muestran una faceta de campeones, esta queda totalmente superada en este documental, en el que durante casi hora y media tanto ellos como sus familias nos cuentan como le plantan cara al día a día.

Reubicando la acción en Berlín, Guadagnino puede perfilar desde el primer momento el tema de la culpa como asunto central de su película, en torno al cual deambulan una serie de personajes que viven a caballo entre un mundo exterior bañado por la lluvia incesante en el que impera un terror social real, histórico, y un terror de interiores en el que ese otro terror real se filtra haciéndose omnipresente a través de las emisiones de radio, los informativos, periódicos y revistas. En el Berlín exterior y en todo lo que rodea a la figura del viejo psiquiatra Klemperer encontramos similitudes con el cine de Rainer Werner Fassbinder. En la composición de interiores con la profundidad de campo con figuras al fondo de la imagen y otras en primer plano y en los desplazamientos por pasillos y habitaciones de la escuela se hace notar la huella de Roman Polanski en Repulsión. Otros antecedentes recomendables para hacerle compañía a esta película serían La posesión, de Andrzej Zulawski, y The Neon Demon, de Nicolas Winding Refn, con la que comparte ese tono esteticista desbordante y a veces excesivo que puede caer bajo la sospecha de pretenciosidad.

El documental deja muchas frases para pensar, pero posiblemente me quede con una de las dichas por Roberto (Román en la película), al decir “creo que esta película va a cambiar a todo el mundo” y es que ha conseguido acercar a la sociedad una realidad que para muchos era desconocida y es que parece que es un tema tabú, o que no nos afecta. Sí, así de inhumanos nos estamos haciendo. En cambio, tal y como dice el padre de Stefan, es necesario que la sociedad les arrope ya que, de esta manera, se podrán integrar de forma plena. Por ejemplo, Gloria Ramos, trabaja en una tienda de deportes a la que asiste a diario, además compagina su trabajo, con el deporte y le encanta llegar a casa a las ocho de la mañana. Vamos, que tiene una vida de lo más normal para una chica de 24 años. Pero es habitual encontrarse gente que piensa que lo único a lo que pueden aspirar estas personas, a trabajar montando bolígrafos o en otra ocupación igual de simple y repetitiva.

Este documental nos acerca a la realidad, a esa realidad cruda e hiriente en la que al tener una minusvalía inferior al 63%, no pueden recibir una pensión y lo que es peor, una realidad en la que entre el 60 y el 80% de las personas con “discapacidad” sufrirán abusos y el 50% serán violados por personas que además estarán en su círculo de confianza… Se me revuelve el estómago tan solo de pensarlo. Longoria nos trae un documental crudo en el que se tratan temas tan complejos como la sexualidad de estas personas, o que sucederá cuando sus padres ya no puedan hacerse cargo de ellos.

Por mi profesión si ha habido que me doliese de verdad, ha sido el trato que reciben en los colegios. Un trato en el que destacan las pocas plazas que hay para estas personas y la actitud de ciertos profesores, que en vez de entender que son diferentes (quien no lo es) y que necesitan algo más de atención que el resto de alumnos, mandan a la última fila de la clase con el fin de olvidarse de ellos. Una realidad que desgraciadamente he visto y que cuando hablas con los directores, te dan dicen que el centro hace todo lo que está en su mano por integrarles y que ese compañero al que estoy criticando es un profesional con muchísima experiencia.

De igual forma es triste pensar que en muchos casos, la sociedad rechaza a estas personas de las que tenemos tantísimo que aprender: ellos son felices. Por ejemplo, Fran Fuentes, es una persona que vive sonriendo y que, siendo consciente de sus limitaciones, no hay quien le pare y es que tal y como dicen varias veces a lo largo del documental, tendrán una discapacidad intelectual, pero son superdotados en inteligencia emocional por que se aceptan tal y como son. Lo mismito que muchos de los que estamos considerados como “normales”… No puedo cerrar este artículo sin felicitar y agradecer el trabajazo que hacen en la Asociación Club Amigos, responsables de traducir a la lengua de Shakespeare y desearle la mejor de las suertes a este fantástico documental.

Óscar Costa

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