El suizo Baran bo Odar ofrece un circo de disparos y golpes de efecto, en el remake estadounidense de la homรณnima cinta francesa dirigida por Fรฉdรฉric Jardin.
A velocidades excesivas es difรญcil hornear una pelรญcula con cierto empaque argumental, y Baran bo Odar demuestra que semejante mรกxima se cumple ante la visiรณn de su debut cinematogrรกfico en Estados Unidos. Una trama liviana y mucho ruido de por medio son los ejes que sustentan esta movie, que bien podrรญa ser un episodio alargado de Corrupciรณn en Miami o The Shield.
Como preludio de lo que el espectador va a contemplar, el comienzo de Noche de venganza estรก acompaรฑado por una persistente banda sonora, que antecede a cada uno de los supuestos momentos sorprendentes que van a suceder en la pantalla. Pero cada traca melรณdica queda desinflada ante una puesta en escena rutinaria, casi de fabricaciรณn industrial y con el mรญnimo sentido de la autorรญa.
En ese contexto es en el que se mueve el protagonista de la historia: un policรญa no muy legal en apariencia, que responde al nombre de Vincent Downs (Jamie Foxx). Este individuo y su compaรฑero son investigados por la detective de asuntos internos Jennifer Bryant (Michelle Monaghan), pero hasta el momento siempre han salido indemnes. Sin embargo, algo va a cambiar el curso de los acontecimientos, cuando el hijo de Vincent es secuestrado por un capo de la droga, el cual le reclama veinticinco kilos de cocaรญna que le han robado. Sin casi tiempo para actuar, el agente irรก sorteando peligros, todo para salvar a su vรกstago adolescente.
Esquematizados hasta las costuras de su esqueleto, los personajes de Noche de venganza parecen como caricaturizados a propรณsito, con el fin de potenciar el elemento de vรฉrtigo existencial que intentan transmitir. Sin embargo, tanta simplicidad en la presentaciรณn y evoluciรณn de los mismos provoca el efecto contrario: el de que los acontecimientos que narra la pelรญcula sean observados con frialdad, y una sensaciรณn de cansancio por lo rutinario de lo que muestran.
Odar parece incapaz de procurar un mรญnimo de profundidad dramรกtica, necesaria para meter a los espectadores en las diatribas morales del agente al que interpreta Jamie Foxx. Tal efecto genera que el oscarizado intรฉrprete de Ray se vea atado de pies y manos para desencadenar un trabajo de empaque; ya que su papel estรก sujeto constantemente a giros inverosรญmiles, que acaban en un rocambolesco sentido moralizante.
Semejante defecto en el guion se extiende al resto del elenco, el cual refleja la aparente dureza del ambiente simplemente con mucho lenguaje soez a base de sobredosis de โfuckโ, y poca peligrosidad respirable en los fotogramas.
No obstante, resulta un tanto descorazonador que, en medio de tanta pirotecnia balรญstica, ni las habituales persecuciones en coches de potentes motores estรกn especialmente rodadas con la deseable brillantez. Algo que impacta por la impericia de la cinta para despertar un mรญnimo de tensiรณn colectiva y contagiosa.
Lo dicho, cuando una movie tiene que echar mano de enfatizar con el uso frecuente de la banda sonora es porque ofrece deficiencias en otros aspectosโฆ
Jesรบs Martรญn
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