Crítica de Ojos de fuego
Crítica de la película Ojos de fuego
Entretenida adaptación del relato original de Stephen King, texto que conoció una versión más impactante en 1984.
Ojos de fuego fue una sorpresa en 1984. La película de Mark L. Lester se coló entre las preferidas del público de entonces, merced al tirón taquillero de Drew Barrymore (en aquella época, la simpática niña de E.T.), y a un casting que incluía glorias cinematográficas como Art Carney, George C. Scott, Martin Sheen y Louise Fletcher. En ese momento, ver a Drew quemando a todo bicho viviente, alentada por una historia familiar realmente inquietante, concitó el favor de los aficionados a las cintas de terror mediado con la ciencia ficción. Y eso que el relato escrito por Stephen King era un cuento de recorrido limitado, pensado para provocar un efecto vertiginoso y bastante ligero, como si se tratara de una narración con espíritu de telefilm. Similares sensaciones escénicas se mantienen a esta versión ejecutada en pleno siglo XXI, que firma el imaginativo Keith Thomas (The Vigil).
La trama corre pareja a Charlie McGee (Ryan Kiera Armstrong): una niña bastante diferente a las demás, la cual posee la capacidad para provocar incendios y explosiones de categoría, solo con activar su mente. Hija de unos padres también con alarmantes poderes psíquicos, la pequeña intenta sobrevivir en un hogar lastrado por el miedo a ser descubierta. Una noche, cuando Charlie quema por error los brazos a su madre, un asesino se acerca a la casa. Este hombre tiene la misión de atrapar a la joven; pero, al no hallarla en inmueble, mata a la madre de esta. Tras un peligroso enfrentamiento con el sicario, Charlie y su padre escapan, para mantenerse a salvo de una siniestra agencia gubernamental.
Keith Thomas escenifica el mencionado argumento con la intención de mezclar con habilidad drama, terror y ciencia ficción. Una mixtura en la que se observan ciertas conexiones con títulos de culto como Scanners, de David Cronenberg, La furia, de Brian de Palma, o Carrie, también de De Palma. Sin embargo, algo evita que el experimento salga como el cineasta tenía previsto.
Pese a contar con la brillante actuación de Ryan Kiera Armstrong, en la piel de la peligrosa Charlie, los aficionados rememorarán inevitablemente la caracterización de Drew Barrymore, en la película de 1984. Una realidad que se traslada también a otros aspectos de la cinta, que quedan algo mermados, al ser comparados con los que integraron la obra de Mark L. Lester.
Thomas pierde eficacia cuando utiliza los aperos dramáticos de una familia desestructurada por la naturaleza genética de los miembros del clan, y no recupera las buenas sensaciones cuando se embarca en la variante apocalíptica que despliega Charlie, al intentar salvar a su padre de las manos de los maquiavélicos científicos que pretenden hacerse con el poder que atesora la pequeña.
Jesús Martín
Entérate de las últimas noticias en nuestro canal de Telegram
COMPRA TU ENTRADA
★
{spoiler spoilerID , haga clic en mí para abrirlo , cierre la etiqueta tanto en la parte superior como en la parte inferior , ambos} texto dentro del spoiler {/spoiler}.
