Sorprendente precuela de una olvidable película original. Me cuesta muchísimo recordar momentos de la entrega original, una película basada en el juego de Hasbro y producida entre otro por Michael Bay que tuvo cierto éxito en todo el mundo, pero que era más bien una sucesión de tópicos y sustos fáciles, efectistas y efectivos, pero que no permanecían en la memoria más de 5 minutos después del final de la película. Una más, una del montón, de usar y tirar, nada más. Y con lo que nos metemos con las secuelas, remakes, precuelas y tanto etcétera que aparecen, resulta que esta precuela le da mil vueltas a la original, planteando una idea de terror clásico, mucho más cercana al género tal y como se desarrollaba en los 60 y los 70, la época en la que tiene lugar la película.
Es un extraño juego el que emplea esta película, pero se centra en varias claves. Primero fichar a un director y guionista que entiende muy bien el género y sabe construir poco a poco la tensión de la historia hasta llevarla a la más tópica del desenlace. Pero Mike Flanagan es un tipo que ha dirigido mucho terror, y nos ha dado películas tan interesantes como Occulus, y aquí, con un estilo muy cercano a James Wan, consigue crear esa historia de una madre y sus dos hijas que dejan entrar sin querer a un ser muy peligroso desde el más allá. La segunda clave, el reparto, sobre todo en la jovencísima Lulu Wilson, una cría que es la base de toda la inquietud que transmite su mirada, muchas veces sin hacer nada, simplemente hablando tranquila (“¿sabes lo que se siente cuando te estrangulan hasta morir?” tremendo…).
Destaca mucho también Henry Thomas, el querido Elliot de ET, que aquí interpreta al cura imprescindible en este tipo de historias, pero al que la película permite construir con un pasado y una historia personal que le lleva a un sentido de la responsabilidad mayor de lo habitual. No es que el resto esté mal, ni muchísimo menos, es simplemente que estos dos destacan muchísimo. Y luego está la elegancia de Flanagan para dirigir y homenajear un tipo de cine que no se hace, desde los títulos de crédito clásicos hasta las marcas, desaparecidas en el cine comercial, de los cortes de los rollos de película… Sabe a clásico y eso, que es su mayor virtud, puede ser lo que haga que el público no reciba lo que espera, y es una pena.
Ouija: El Origen del Mal se pasa más de una hora poniéndonos en situación, haciendo crecer la inquietud, haciendo que nos preocupemos por los personajes, sin casi sustos, con imágenes muy perturbadoras como la historia… haciéndose muy, muy interesante y terrorífica. En su última media hora es más convencional, con más sustos (algunos brillantes, como uno relacionado con un agujero en la pared) y ahí es menos poderosa, con algún momento demasiado… torpe. Pero también con un poderoso final, de los que gustan. Es una película muy entretenida, terrorífica (que no llena de sustos fáciles) con sustancia, con actores y guión. Una muy grata sorpresa y un paso adelante para esta saga de terror. Que no decaiga.
Jesús Usero
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