Crítica de la película Palmeras en la Nieve de Mario Casas
Buen drama romántico con un gran reparto. No engaña a nadie Palmeras en la Nieve y da a los espectadores justo lo que promete, una historia de romance épico y prohibido en una época convulsa de nuestra historia, donde todo era completamente distinto a como entendemos el mundo ahora. Una película que no tiene nada que ver con mis gustos habituales, que los lectores conocen perfectamente, y que mantiene al espectador casi siempre interesado por lo que sucede en la pantalla, pese a su duración de casi tres horas, con una brillante factura técnica, un gran reparto, muy buen pulso narrativo y momentos más que interesantes. Incluso a quienes como a mí el género no nos llame la atención, la película es amena, entretenida y está muy bien contada.
Tras la muerte de su padre en 2003, una joven descubre el diario de su tío, enfermo de Alzheimer, en el que narra el viaje de ambos hermanos a la Guinea Ecuatorial que era parte de las colonias españolas en los años 50, donde llegaron para trabajar en una plantación de cacao. La historia de los dos jóvenes, llenos de sueños y ambiciones, se entremezcla con la época convulsa y llena de cambios que llevó a que Guinea dejase de ser parte de España, mientras que en el año 2003, la joven regresa al país para completar el puzle y descubrir qué sucedió realmente en aquel lugar, en la isla de Fernando Poo, cuando su padre y su tío tenían su edad, lo que hará que descubra un secreto del que nadie quiere hablar…
Gran trabajo del reparto, liderado por Mario Casas y Adriana Ugarte, como los dos protagonistas del pasado y el presente, ligados por un lazo de sangre y un secreto. Junto a ellos el talento también de nombres como Macarena García, Emilio Gutiérrez Caba, Celso Bugallo, Laia Costa, Luis Callejo, Emilio Buale, Fernando Cayo o Daniel Grao. Y se notan los medios y el talento de Fernando González Molina para poner en pie la historia, para darle fuerza visualmente, para hacerla atractiva a todos los públicos y no sólo a quienes busquen una historia de amor sin más. Vean por ejemplo la llegada del barco a Fernando Poo, o la salida de los españoles de Guinea, sin ir más lejos.
Es cierto que se le va algo la mano con la duración de la película, que podía haber sido reducida en alguno de los viajes de regreso a Guinea de los protagonistas, aunque donde realmente cojea es en la historia presente, mucho menos interesante que la del pasado, confusa a veces con las fechas y que apuesta más por el melodrama sensiblero, en lugar del romance épico e imposible de la historia del pasado. Cada vez que recuperamos a Killian la historia retoma interés. Ese es el mayor problema de una película bien construida que encantará a los fans del género o de su reparto, pero que además tiene suficiente cine en sus venas como para hacer pasar un buen rato a cualquier espectador. Que no es poco.
Jesús Usero
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