Crítica de Playmobil: La película
Lino DiSalvo homenajea a los muñecos con los que han jugado millones de niños de cinco generaciones distintas.
Si las figuras de Lego y la sintética Barbie tienen sus propias obras cinematográficas, ¿por qué los entrañables “clicks” no iban a merecer la misma distinción? Lino DiSalvo se hizo la misma pregunta, cuando encontró por casualidad a sus compañeros infantiles de horas interminables, guardados en una caja, olvidada en su antigua casa. Y de ahí surgió el esqueleto de esta película, que no es más que un figurado playground escolar, con múltiples universos encuadrados en una historia más o menos compacta (no confundir con verosímil).
La trama de Playmobil comienza en el mundo de los humanos. Allí, Marla (Anya Taylor-Joy) y su hermano Charlie (Gabriel Bateman) sueñan con dotar a sus respectivas vidas de la misma magia que imprimen a sus muñecos de Playmobil. Sin embargo, todo cambia cuando los padres de los chicos perecen en un accidente de coche. Entonces, Marla se convierte en una persona excesivamente protectora para con Charlie, quien echa de menos a su divertida sister de antaño. Una noche, el crío se escapa de casa, y se refugia en unos grandes almacenes, donde se está preparando una enorme exposición de Playmobil. Marla se asusta, y sigue a su brother hasta ese lugar. Una vez dentro, ambos discuten; y, casi como un hechizo, los dos son transportados al cosmos de plástico de los clicks. Transformados en un par de quecos (él, como vikingo, y ella, como una dama con malas pulgas), Marla tendrá que emprender una intensa búsqueda para dar con el paradero de Charlie, y regresar juntos a su existencia humana.
DiSalvo (quien era uno de los hombres fuertes de Disney, y cuyo trabajo fue impreso en películas como Frozen) demuestra que el espectáculo infantil se le da francamente bien. Con elementos tan atrayentes como las canciones pegadizas y la sucesión vertiginosa de situaciones diversas, el cineasta y animador despliega paso a paso la reconocible naturaleza de los juguetes de Playmobil: consistente en escenificar diferentes épocas, pueblos y sociedades. A esto, el cineasta añade ingredientes de enorme tirada entre el público; como las aventuras alocadas, las peleas en el circo romano, las escapadas en barcos piratas, o los duelos en el salvaje Far West. Cualquier cosa es susceptible de aparecer a lo largo del filme, sin que comporte apaños complicados de guion.
Esa capacidad de elasticidad y de cajón de sastre favorece a que el parque de atracciones que propone Playmobil se desarrolle con una sensación de ligereza, que ayuda a fortalecer la idea de asistir a una obra de diversión irreflexiva. Un camino que permite a los responsables del filme levantar hábitats tan singulares como el de la ciudad del vicio (donde maneja los hilos mafiosos una señora que parece un híbrido entre Jaba el Hutt, de El retorno del jedi, y la tía Ama, de Más allá de la cúpula del trueno), o el neurótico circo romano comandado por el histriónico Maximus.
No obstante, y pese a la brillante escenificación del universo de Playmobil, la película muestra una excesiva fragilidad en su parte argumental; con una historia central bastante manida y esquematizada, y una tendencia excesiva a la moralina, que lastra el creativo salto expuesto entre la realidad y la ficción.
Sin duda, la parte de los muñecos es más atractiva que la relación poco convincente que mantienen los personajes protagonistas, en el cosmos de los humanos. Justo como cuando un niño comienza a dar vida a los pequeños seres de Playmobil: ahí es donde ocurre lo que verdaderamente merece la pena.
Jesús Martín
COMENTA CON TU CUENTA DE FACEBOOK
★
{spoiler spoilerID , haga clic en mí para abrirlo , cierre la etiqueta tanto en la parte superior como en la parte inferior , ambos} texto dentro del spoiler {/spoiler}
