Crítica de la película Polar
Correcto entretenimiento, mejora en su segunda hora. Lo mejor: Mikkelsen.
La adaptación al cine de la novela gráfica de Víctor Santos Polar: surgido del frío no está a la altura del original en viñetas y adolece de cierta falta de ritmo. Ello se debe a una introducción de casi una hora de duración que es puro postizo al relato original, al que no le aporta nada. Muy al contrario, contribuye a alejarlo de su verdadera personalidad para convertirlo en otra historia de asesinos a sueldo perseguidos por asesinos a sueldo. Y en eso esa primera hora de metraje está más cercana al tono y el despliegue visual de Ases calientes que a John Wick o John Wick 2, para que se sitúen y se hagan una idea de a lo que me refiero.
Es en la segunda hora de su metraje cuando la película consigue acercarse más al comic original del que parte. Bien podría haber comenzado su historia en ese plano cenital del coche del protagonista, el Káiser Negro, en la carretera nevada, aligerando así todo ese metraje de la primera hora en el que le sobran prácticamente todas las reiterativas secuencias de acción vinculadas a la búsqueda de los asesinos tras las huellas de su presa. Más les habría valido a los responsables de la película dejar en esa primera hora solo las secuencias referidas a Mads Mikkelsen y su relación con la vecina, interpretada por Vanessa Hudgens, que sí aportan el sustrato necesario para el resto de la trama en lugar de dar tanta información innecesaria de los motivos de la persecución que llevan a los asesinos a atacar a su ex colega ya jubilado. Toda esa información formaba parte de lo que iba revelando la trama como parte de la intriga con posterioridad al ataque a la casa del protagonista, que era el arranque del comic con esa secuencia de sexo y la acción posterior.
A la película le sobra fácilmente media hora de metraje por ese empeño de ponérselo fácil al espectador y por su miedo a que éste se desconecte de la historia si no rellenan esa primera hora de película con momentos de acción y asesinato de tono videoclipero muy propio de los antecedentes del director pero absolutamente funesto para el lenguaje que maneja este largometraje en su primera mitad.
Si se trataba de alargar el metraje para encajarlo en las dos horas, lo cual me parece innecesario, deberían haber tirado de más estilo visual en lugar de naufragar tanto y tan llamativamente a la hora de trasladar a la pantalla el ejercicio de homenaje al género de acción llevado a cabo por Santos en su cómic siguiendo la pista al trabajo de Frank Miller en Sin City.
Lo cierto es que la película no rinde buen homenaje al despliegue impactante de la novela gráfica, que sí consiguió transmitir el nervio y el espectáculo de la violencia de los relatos y portadas de las revistas pulp a las viñetas.
Lo mejor de la película es Mads Mikkelsen. Imposible pensar en otro actor para interpretar una fiel versión en carne y hueso del Káiser Negro. Él sostiene toda la película a la que habría que amputarle minutaje de los asesinos que le persiguen para darle un aire más digno y sobrio, menos de serie B cutre, aunque en esa primera hora esté el chiste-guiño del perro (la sombra de John Wick es alargada), que es posiblemente la única broma de parodia del género que funciona en la película y además, en tono de cachondeo, anticipa el tema central del personaje interpretado por Mikkelsen en su relación con la vecina.
Miguel Juan Payán
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