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domingo, mayo 5, 2024
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REC 2: trampantojo y autoparodia


En primer lugar he de reconocer que REC 2 no me ha gustado tanto como REC 1, pero me parece que no es mala película. Creo que es un juego con el espectador muy inteligente, una forma astuta de salir del embrollo que siempre de tener que hacer una secuela sin caer en la mera repetición de todo aquello que hizo de la entrega precedente un éxito de taquilla. ¿Cómo conseguirlo? Plaza y Balagueró han elegido el camino de cambiar de género y trocar lo que fuera terror intenso en REC 1 por una sátira de la misma y de todo el género de terror en general en REC 2. Y sin duda han sabido reírse de su propia criatura. El resultado de ese giro es un vehículo de entretenimiento visceral y visualmente muy intenso en el que primero juegan con la fórmula de Rashomon, narrando la historia desde varios puntos de vista y consiguiendo que en el momento en el que parece que el relato vaya a estancarse cayendo en la trampa de más de lo mismo, progrese por otro camino incorporando nuevos personajes a la peripecia de la casa del terror. Son estos unos personajes singularmente torpes, auténticos factores de caos absoluto en una fórmula que ya es todo un ejercicio de caos en sí misma, y quizá por ello no son de lo más conseguido en esta segunda entrega. A mí al menos la ruptura de la línea narrativa y la incorporación de este nuevo punto de vista, aunque tiene su gracia y reúne algunos momentos ciertamente hilarantes que los asistentes al pase de prensa aplaudimos, me saca un poco de la película. Pero es sin duda una opción válida para ventilar la historia, que por lo demás da abundantes claves de su verdadera naturaleza como broma o humorada o juego con el público. En esa faceta creo que Plaza y Balagueró consiguen plenamente su objetivo y vuelven a meterse al espectador en el bolsillo. Si en la primera lo hicieron metiéndonos miedo, en ésta, sabedores de que la fórmula no da más de sí, de que todo lo que había que contar para construir el miedo se contó en REC 1, tiran por la calle de en medio y se autoparodian, autoparodiando al mismo tiempo el género en un divertido homenaje que repasa grandes mitos, momentos y temas del terror en el cine. De esa manera REC 2 es más que una película al estilo de las de zombis. Empieza siendo un guiño de REC 1 y sigue guiñando a la niña de El Exorcista, culminando con un homenaje final a uno de los títulos más recomendables y lujuriosos de la filmografía canadiense de David Cronenberg, Vinieron de dentro de…, De hecho en una vuelta de la esquina de la historia casi nos tropezamos con un espejismo de heroína al estilo de las de Resident Evil, aunque luego la cosa tire por otro camino.

Cierto es que en REC 2 hay cosas ante las que alguien empeñado en reencontrarse con las sensaciones de REC 1 y buscando el miedo como sensación primaria puede sentirse defraudado, por eso aclaro que ésta hay que verla con más humor que terror, y con su puntito de frikismo gamberro, incluso. Los directores dan pistas de lo poco en serio que se toman ellos mismos su historia de terror casi desde el principio tirando de alzacuello y de una rápida resolución de las dudas que se plantearon en la primera entrega que van por el camino de lo exótico y lo inverosímil. Por si alguien no pilla de buenas a primeras su vocación autoparódica hacen que uno de los personajes grite “¡Fuck, fuck, fuck!”, de manera impostada, apretando un gatillo o repartiendo un bofetón muy oportunamente, todo lo cual arrancó carcajadas e incluso aplausos en el pase de prensa. ¿Por qué? Porque acertamos a traducir la película como lo que es: una autoparodia cuya verdadera naturaleza es el trampantojo: un virus que resulta ser una maldición, una película de zombis que acaba convertida en otra de terror satánico, una de miedo que se convierte en broma. Al final, el trampantojo de REC 2 cobra carta de identidad con esa otra realidad que sólo puede aparecer ante los protagonistas y los espectadores a la luz de la visión nocturna de la cámara que filma la fábula. Un gran ejercicio de coherencia por parte de los realizadores. El trampantojo tecnológico que es la traducción del trampantojo que es la propia película viajando desde el terror hacia la autoparodia.

Por supuesto el uso del sonido y los pasos, la alta velocidad con la que se contagia la infección y se desplazan los zombis, los pasillos oscuros o escasamente iluminados, se ganaron mi apoyo como espectador y hasta me proporcionó algún que otro sobresalto, especialmente al principio de la película.

Así que si bien, como escribí al principio, me ha gustado menos que la primera, no es en absoluto cierto lo que he escuchado de algún compañero desnortado al final del pase: no es más de lo mismo. Ni mucho menos.

La clave es la autoparodia.

Eso sí, algunos diálogos no se oyen bien. Eso queda como asignatura pendiente.

Miguel Juan Payán


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