Crítica de la película Respect
Fiel a lo previsible del biopic pero bien respaldada por música y actores.
No soy aficionado ni suelo disfrutar los biopics. No soy aficionado ni suelo disfrutar los musicales. Pero a pesar de ambas cosas, lo he pasado bien viendo Respect y me gustó. Es cierto que sigue la fórmula de la biografía amable de la celebridad convenientemente maquillada por el cine para no levantar demasiadas ampollas entre los herederos del biografiado/finado, o entre sus seguidores, o entre quienes lo consideran institución, icono, mito intocable. Pero la manera en la que aborda esa fórmula, con todos sus inconvenientes, es inusualmente hábil, y dotada de un ritmo de narración que hace que la dos horas y media de metraje pasen muy bien como si fuera una narración de hora y media. En mi código si no se me hace larga, si me engancha tanto que no noto el paso del tiempo, la película está cumpliendo con el que debe ser su primer objetivo en cualquier caso: entretenerme. A partir de ahí, podemos empezar a hablar.
Y Respect es singularmente eficaz como entretenimiento. Además trabaja los aspectos más proclives a dejarse arrastrar hasta el charco del melodrama con una curiosa habilidad para no regocijarse en el morbo. Una imagen demoledora del pasado truncado de la infancia de la protagonista, todavía niña, bebiendo agua en la cocina y afrontando las consecuencias del suceso que marcó su infancia, le sobra a la película para marcar en el público el origen de muchos de los problemas que posteriormente arrastrará y tendrá que superar la Aretha Franklin construida para la película.
Buena parte de lo convincente que resulta Respect incluso siguiendo su recorrido de las claves y tópicos de la biografía cinematográfica radica en su protagonista. Jennifer Hudson se enfrenta al reto de convertirse en la visión/versión de la Aretha Franklin que la película necesita, y que no tiene por qué ser un recorrido fiel, con punto y coma, de la biografía de la célebre compositora y cantante que se coronó como reina indiscutible del soul. Los analistas musicales, biógrafos y seguidores profesionales y semiprofesionales, podrán encontrar, o no, fisuras y contradicciones que a los legos en dicha materia se le pueden escapar. Y es evidente que al película, como todas las de su género, es una visión amable de su protagonista y con cierta inclinación promocional. Pero juzgo y opino aquí sobre la película como propuesta cinematográfica comercial, no como documental veraz y revelador de la peripecia vital y musical de Aretha Franklin, y en ese territorio me parece un trabajo muy capaz, satisfactorio, completo e interesante que recomiendo. Respect es en mi opinión una buena película, bien defendida por el reparto que lidera Jennifer Hudson, respaldada por Forest Withaker y Marc Maron, y con un buen ropaje musical extraído del amplio abanico de éxitos de la biografiada como para sacar adelante sus dos horas y media con una fluidez capaz de desarmar en su favor a los más escépticos ante este tipo de propuestas de itinerario biográfico de famosos.
Miguel Juan Payán
★
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