¿Quién le iba a decir al chico guaperas de Oxford Blues que un día, cuando cumpliera cuarenta y nueve primaveras, se iba a convertir en el presidente estadounidense más admirado del pasado siglo XX? Aunque la estrella de los ojos claros ya había apuntado maneras políticas en la serie televisiva El ala oeste de la Casa Blanca, la gran oportunidad de camelarse al electorado le ha llegado de la mano del National Geographic Channel, merced a la producción para la pequeña pantalla titulada Killing Kennedy.
Bajo el poderío como productor del todoterreno Ridley Scott, el telefilme sigue las directrices narrativas de la novela The End Of Camelot, escrita a cuatro manos por los historiadores Billy O’Reilly y Martin Dugord. Texto con variantes psicológicas que continúa la saga iniciada por los autores con Killing Lincoln: The Shocking Assassination That Changed America Forever: novela que igualmente fue traducida al lenguaje audiovisual, en este caso en formato de un valorado documental (el cual contó con la voz en off de Tom Hanks) que financió la misma cadena que se ocupa ahora de la figura del personaje alumbrado en Brookline.
Cincuenta aniversarios de su asesinato
A falta de algo más de un mes para alcanzar el medio siglo del magnicidio de John Fitzgerald (efeméride que se cumplirá el próximo 22 de noviembre), la industria rinde merecido homenaje, con la mencionada empresa, a una de las figuras más mediáticas de cuantas se han sentado en el despacho oval. Acción que se une al recuerdo que Lee Daniels ha llevado a cabo en la película El mayordomo, donde James Marsden es el encargado de caracterizarse como el gobernante nacido en Massachusetts.
Sin embargo, lejos de tratar al supuesto amante de Marilyn Monroe de manera tangencial, Killing Kennedy centra sus coordenadas dramáticas en los acontecimientos que se sucedieron antes e inmediatamente después al homicidio ocurrido en 1963 (hecho materializado mientras la comitiva presidencial circulaba por Elm Street, en Dallas).
Según el libro original, el argumento gira en torno a la atmósfera reinante en la esfera del protagonista (JFK), así como de las personas relacionadas con su persona. En este sentido, el guion concede una importancia realmente primordial a dos mujeres determinantes en la vida y en la muerte del jefe de filas del partido Demócrata; en concreto, la referencia corre pareja a la presencia de Jacqueline Kennedy (la afligida viuda a la que interpreta Ginnifer Goodwin, actriz que ha alcanzado la popularidad a raíz del serial Érase una vez) y de Marine Oswald (la hasta ahora bastante desconocida pareja de Lee Harvey Oswald, a la que pone físico Michelle Trachtenberg).
Más en la línea de Bobby (el largometraje dirigido por Emilio Estévez, en 2006) que de la premiada JFK, de Oliver Stone; la telemovie realizada por Nelson McCormick (responsable de muchos de los episodios de Touch) sustenta sus explicaciones respecto al motivo del crimen en base a las acciones anticomunistas de Kennedy, y a sus planes para acabar con las redes mafiosas y la proliferación del mercado de armas. Un tema en el que siempre proyecta su sombra amenazante el espinoso asunto de la Guerra de Vietnam.
Jesús Martín
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