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jueves, abril 25, 2024
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Spoor (El rastro) ****

Spoor (El rastro) ****Cine policíaco interesante que abre otras ventanas a las fórmulas del género.

Hace bien todo lo que hizo mal El muñeco de nieve, saca el máximo partido a la incorporación de la naturaleza como un personaje más de la trama. Pero no esperen cine policíaco al uso. Estamos en un territorio de relato criminal con asesinatos que mira más hacia la construcción de un memorable personaje femenino, la protagonista, una especie de versión llevada al límite de los detectives excéntricos de Agatha Christie. Piensen en una Miss Marple polaca, pasada de vueltas, solitaria y furibunda activista a favor de los animales y en contra de la caza, enfrentada casi con toda la comunidad de cazadores en la que vive. Varios asesinatos empiezan a sucederse en el lugar, pero más que el enigma en torno a los mismos, lo que a Agnieszka Holland le interesa no es tanto el enigma criminal propiamente dicho como los personajes que lo rodean.

En ese sentido es como si, adaptando la novela de Olga Tokarczuk , hubiera puesto la fórmula de las novelas detectivescas de Agatha Christie del revés, interesándose más por los sospechosos a un nivel humano, cotidiano, desde sus vidas como criaturas maltratadas y maltratadoras, que por el seguimiento de pistas y los asesinatos propiamente dichos. Eso no impide que a la hora de mostrar la muerte sea tan radical y vaya hasta las últimas consecuencias sin evitarle al espectador la exposición de los cadáveres en descomposición, pero con una cercana naturalidad que impide pensar en puro exhibicionismo. Se trata más bien de hacer de la putrefacción de los cadáveres un espejo de la propia putrefacción de la sociedad que retrata.




La naturaleza -árboles, montañas, animales-, mira con superioridad moral, desde la pureza de los planos de sobria pero majestuosa belleza que las directoras le dedican (Holland cuenta con la colaboración de Kasia Adamik), esa putrefacción de los seres humanos, pero acoge con naturalidad a los cadáveres ya sean de humanos o animales.

En realidad la película es, más allá de su esquiva y poco habitual adhesión a la fórmula del relato criminal, tan rara e imprevisible como la propia protagonista, una fábula sobre la violencia y la brutalidad en un mundo donde no hay sitio para la inocencia. En algunos momentos encontramos cierto aire de western derivado del enfrentamiento de la naturaleza contra la civilización, tema central de ese género nacido en Estados Unidos y tan típicamente norteamericano, pero, lo mismo que pasa con la fórmula de la novela detectivesca de Agatha Christie, Agnieszka Holland se empeña en volver también ese género del revés para enseñarnos una variante más siniestra de ese tema central del mismo, el choque de la naturaleza contra la civilización.

La película hace un curioso uso del flashback con la manera vertiginosa de fundido encadenado en la que la protagonista repasa la historia del pasado de los personajes, imponiendo una trepidante forma de adaptar al cine la típica y muchas veces morosa rememoración de los sospechosos en el relato policial más tradicional. La muchacha maltratada y el joven epiléptico quedan así expuestos en los acontecimientos de su pasado que les han llevado hasta allí con una sucesión de imágenes que me recuerdan un trabajo similar en Amélie, pero en una clave más radical y dura, que acaba en vómito y ataque epiléptico.

Hay que destacar el buen pulso y la tensión que marca el paso del relato desde sus primeras imágenes, con la cámara dibujando desde el principio con trazo firme los contornos del laberinto criminal en el que se desarrolla la trama acompañada por la música, con un plano de grúa que abre el despliegue majestuoso de la naturaleza como personaje para luego pasar de inmediato a presentar a la protagonista entrando en su casa en un plano secuencia acompañado ya no por la música sino por los ronquidos, mostrándola primero en los espejos, que son elemento recurrente como acompañamiento visual de Janina en los primeros compases de la película, constituyéndose como una de las presentaciones visualmente más interesantes de un personaje de relato detectivesco que nos ha brindado el cine en los últimos tiempos.

Miguel Juan Payán


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