Kevin James despliega todo su histrionismo y su arsenal de chistes de un รบnico sentido, en esta secuela creada a la medida del gesticulante humorista estadounidense.
Situada en el segundo puesto del prestigioso box office made in USA durante el primer fin de semana desde su estreno โtan solo superada por Fast & Furious 7-, Superpoli en Las Vegas aterriza en las salas espaรฑolas avalada por el moderado รฉxito obtenido hace seis aรฑos por Superpoli de centro comercial (Steve Carr, 2009). Dos cintas que parecen calcadas la una de la otra, y que รบnicamente se distinguen por las diferencias situacionales y algรบn que otro retoque en cuanto a la realidad vital de sus protagonistas (hay que ofrecer algo nuevo para justificar la secuela).
En esta continuaciรณn, Paul Blart (el orondo agente de seguridad al que pone fรญsico Kevin James) es invitado con su hija Maya (Raini Rodriguez) a una convenciรณn en Las Vegas. Toda una oportunidad para que el frustrado defensor de la ley con placa de pega ponga en jaque al personal del hotel, y de paso desenmascare una red de ladrones de obras de arte que planea dar un golpe de muchos millones de dรณlares.
Andy Fickman (La montaรฑa embrujada) dirige esta cinta con el pulso un tanto torcido; aunque el autรฉntico artรญfice y motor del producto sea el estomagante Mr. James (el actor ejerce como guionista, productor e intรฉrprete principal). De esta manera, todo el metraje del filme traspira la omnipresencia del citado gracioso nacido en Nueva York, quien se empeรฑa una y otra vez en explotar una faceta simpรกtica absolutamente inexistente en su caracterizaciรณn.
El que fuera compaรฑero de Will Smith en Hitch: Especialista en ligues suda lo suyo para apelar a la complicidad del pรบblico mediante metidas de pata a mansalva, tropezones artificiosos, salidas absurdas de tono, verborrea insaciable y exageraciรณn hasta el lรญmite de lo soportable.
Dentro de ese repertorio de gags fallidos, al intรฉrprete no le funcionan ni los bailoteos de telecomedia ochentera; algo que hunde al filme en un despropรณsito continuo, al que se suman la endeblez de la trama y el casi nulo aprovechamiento del resto del elenco.
No obstante, los beneficios obtenidos por el largometraje en las taquillas yanquis certifican que Superpoli en Las Vegas ha llamado la atenciรณn de un gran nรบmero de espectadores; dato que apunta hacia el poder de convocatoria de esta clase de movies, centradas exclusivamente en regalar humor light sin efectos secundarios.
Quizรก, la capacidad para ser comprensible por todo el mundo โsin dobleces o miedo a la sorpresa- sea donde resida la mayor virtud de esta pelรญcula. Un vehรญculo de entretenimiento ideal para los que se entusiasman con los chascarrillos de naturaleza infantil, diseรฑados para arrancar la hilaridad de familias domingueras.
Probablemente, Kevin James sea todo un รญdolo de la escena en la naciรณn de las barras y estrellas; pero su apuesta cinematogrรกfica se atisba como demasiado forzada e ingenua. Visto lo visto: Andrรฉs Pajares, Fernando Esteso, Martes y Trece, Santiago Segura o Los Morancos no tienen nada que envidiar a estos nuevos gurรบs de la risa fรกcil importados del otro lado del charco.
Jesรบs Martรญn
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