The Grandmaster , obra maestra, me gusta mรกs que Tigre y dragรณn y Hรฉroe. Una lecciรณn de cine.
โNo me digas lo bien que luchas o lo grande que es tu maestro, o fanfarronees sobre tu estilo. Kung fu. Dos palabras. Horizontal. Vertical. Comete un error. Horizontal. Permanece de pie y ganasโ.
Esa frase, mรกs o menos recordada de memoria, es el primer diรกlogo de la primera obra maestra que nos ofrece la cartelera de este aรฑo, The Grandmaster, de Wong Kar Wai, un director del que sospecho que podrรญa hacer magia con las imรกgenes incluso narrando una historia sobre champรบ, tampones, compresas con alas o condones agujereados. ย MAGIA con mayรบsculas. CINE con mayรบsculas. Eso es The Grandmaster, una pelรญcula que eleva el cine de artes marciales a la categorรญa de obra maestra, superando en mi opiniรณn a otras pelรญculas anteriores que viajaron por ese mismo camino, como Tigre y dragรณn (2000), de Ang Lee y Hรฉroe (2002), de Zhang Yimou. Me gusta mรกs que ambas porque en ninguna de las dos sentรญ que las artes marciales fueran otras cosa que un tapiz de fondo. El lienzo sobre el que pintar una tragedia romรกntica en la primera (y abuso del cable en las peleas). Una herramienta para tejer un tapiz visual de carรกcter รฉpico que es en realidad una reflexiรณn sobre el arte como instrumento para ordenar el caos en la segunda. Frente a estas opciones, Wong Kar Wai ha rodado una historia de amor y de tragedia histรณrica sin apartarse un รกpice de las artes marciales en ningรบn momento, y en su pelรญcula incluye tambiรฉn las caracterรญsticas habituales de las pelรญculas que han reflejado ese tipo de historias en la pantalla. Esa primera frase de diรกlogo que he citado al principio de este comentario es el mejor ejemplo de que en The Grandmaster las artes marciales no pasan al segundo plano en ningรบn momento. Siempre son protagonistas. Es mรกs, la pelรญcula es en su lenguaje cinematogrรกfico un fiel reflejo del estilo Wing Chun difundido por su protagonista, el seรฑor Ip, el maestro de la mรกxima estrella de la historia del cine de artes marciales: Bruce Lee.
De paso, ya en los primeros tres minutos de pelรญcula, en esa secuencia de combate de uno contra muchos, el momento big brawl clรกsico de las pelรญculas de artes marciales producidas por la Shaw Brothers en los aรฑos 60 y 70, Wong Kar Wai le da un barrido, una paliza, a la visiรณn de esos momentos รฉpicos de lucha que quisieron reflejar los hermanos Wachowski en su saga de Matrix. Olvรญdense de Matrix. Tirando de lenguaje cinematogrรกfico mรกs que de efectos visuales, Wong Kar Wai ha rodado su versiรณn del gran combate del gรฉnero con un alarde de montaje y ritmo visualmente magistral, alternando picados, contrapicados, cรกmara lenta, juego con la luz, que marca la excelencia con la que va a desarrollar el resto de su relato. Lo que ha hecho el director en esta primera secuencia de lucha es equivalente a lo que hizo por los tiroteos en el western Sam Pekimpah en el arranque de acciรณn de Grupo Salvaje (1969). Ese primer combate te deja claro que vas a tener ganas de volver a ver la pelรญcula para apreciarla como merece, y no sรณlo en las secuencias de acciรณn. La cรกmara nos mete de lleno en el intercambio de golpes y al mismo tiempo es una especie de lecciรณn magistral sobre kung fu que define perfectamente al protagonista a travรฉs de su actitud, estilo y movimientos en el combate. Jugando con planos cercanos, primeros planos, que van a ser la joya esencial de los recursos que emplea en toda la pelรญcula, Wong Kar Wai imprime su estilo como autor al cine de gรฉnero, pero sin por ello perder de vista la espectacularidad de la acciรณn. De ese modo, redefine la forma de entender las escenas de combate en este tipo de pelรญculas. Rigiรฉndose por la disciplina de causa-efecto, vemos cada golpe y sus consecuencias, viajando a contracorriente del montaje frenรฉtico que domina el cine de acciรณn de nuestros dรญas. Me recuerda el tratamiento de la violencia aplicado por Martin Scorsese a los combates de Toro salvaje (1980).
La pelรญcula aplica en su narraciรณn y su estilo visual la mรกxima eficacia con un mรญnimo de movimiento, esto es, se empapa de la disciplina de economรญa del kung fu. Un ejemplo, la manera en la que lo dice todo sobre el matrimonio del seรฑor Ip, la relaciรณn entre el marido y la esposa, el vรญnculo que se establece entre ambos en la escena de la รณpera, en la que una simple mirada entre ambos personaje lo explica todo. Y no le hace falta insistir mรกs en ese asunto, que queda totalmente explicado con el gesto de la lรกmpara, un toque poรฉtico mรญnimo que desde su aparente insignificancia cotidiana lo explica absolutamente todo sobre esa pareja con la eficacia de una pincelada de fรกbula romรกntica que en ningรบn caso interrumpe el desarrollo de la trama, sino que por el contrario la enriquece. Es un toque minimalista habitual en el cine de Wong Kar Wai, un cine en el que lo visual siempre prima sobre la palabra y donde los gestos tienen una enorme importancia que mantiene atento al espectador sobre lo que se le cuenta en la pantalla. Esa vida de matrimonio, que se define ademรกs por un interesante uso del diรกlogo como voz en off narrativa entre personajes que en el plano se miran pero no se hablan, como si realmente los cรณnyuges no necesitaran comunicarse verbalmente y les bastara sรณlo con la mirada, es ademรกs una coreografรญa de gestos que acompaรฑa y encaja perfectamente con la coreografรญa de los combates, definiendo un espacio par lo intimista en el marco de lo รฉpico que es el primer paso para definir la verdadera personalidad de la pelรญcula.
The Grandmaster contiene todos los elementos para pasar de lo privado, lo รญntimo y lo personal al territorio del fresco histรณrico: el burdel como campo de batalla entre las escuelas, el enfrentamiento del norte y el sur, la invasiรณn de los japoneses, evolucionando asรญ hacia un triรกngulo de temas esenciales en el relato en cuyo vรฉrtice superior se sitรบan las artes marciales acompaรฑadas por el romance y la reconstrucciรณn del momento histรณrico que viven los personajes. Cada una de esas esferas estรก representada por un personaje concreto. El seรฑor Ip (Tony Leung) domina sobre los otros dos personajes y representa sobre todo la clave de artes marciales del relato, mientras que la seรฑora Gong (Zhang Ziyi), protagoniza la parte romรกntica de la historia de amor mutilada por los acontecimientos histรณricos, y finalmente la Historia propiamente dicha estรก representada por el personaje de Razor (Chang Chen), el agente nacionalista que lucha contra la corriente de acontecimientos que le ha tocado vivir. El triรกngulo de temas y personajes es tan poderoso que cada uno de ellos tiene un papel en el territorio dominado por los otros, siempre con el vรญnculo de las artes marciales como elemento central, como demuestra el hecho de que los tres tengan su propio momento de combate brillantemente desarrollado en la pelรญcula.
Aรฑadan a estos elementos un trabajo notable con la luz y el montaje en una pelรญcula que, como un practicante de kung fu estรก siempre en movimiento en todos y cada uno de sus planos, como un rรญo que fluye por la Historia, con mayรบscula, y por la historia privada, con minรบscula, de sus personajes principales, bien respaldados por una galerรญa de secundarios que refuerzan el carรกcter mรญtico y รฉpico del relato, como el antagonista, el villano repudiado por la escuela, Ma Sang, o el testigo de los acontecimientos que es Estrella afortunada, el guardaespaldas de la seรฑora Gong.
The Grandmaster de otra pelรญcula dedicada a este mismo personaje real, la tambiรฉn muy notable y absolutamente imprescindible como muestra del cine de acciรณn Ip Man, protagonizada por Donnie Yen y con varias secuelas a sus espaldas, es que en aquella se narraba la peripecia vital del protagonista desde un punto de vista รฉpico de protagonista รบnico, un punto de vista exterior, de planos generales que recuerdan en muchos momentos las producciones clรกsicas de artes marciales de los aรฑos sesenta y setenta, mientras que en The Grandmaster Wong Kar Wai busca un estilo mรกs intimista que asienta esencialmente sobre los primeros planos, guardando la expresiรณn visual รฉpica de gran pantalla y protagonismo para el entierro del padre de Gong, que es un momento clave de la evoluciรณn de ese personaje, y reservando el despliegue de la acciรณn al mรกximo para los combates de uno contra todos de Ip y Razor. Frente a estos, los dos combates que libra Gong, con Ip y con Ma Sang, son igualmente impresionantes, pero tienen un toque mรกs รญntimo que el de los dos co-protagonistas masculinos. El combate con Ip es el que se permite mรกs fantasรญa de movimientos jugando incluso con el cable, lo cual es lรณgico, porque estรก representando el comienzo de su romance interrumpido. El combate con Ma Sang sin embargo no es tan fantasioso, pero tiene esa misma cualidad de intimidad vinculada en este caso no al amor, sino al odio que conduce a la venganza. Ese estilo visual se complementa con las imรกgenes de la marcha del padre de Gong y la despedida de Ip de su esposa, reflejando al personaje como una sombra que se desvanece en el agua de un charco en el suelo, convirtiendo el agua que fluye en un elemento visual absolutamente protagonista en la historia (incluso cuando se convierte en nieve).
The Grandmaster es un ejercicio de estilo y elegancia construido sobre los pequeรฑos detalles, capaz de explicarnos la angustia de un padre de familia ante la guerra en un solo plano, de decirlo todo sobre un romance interrumpido con el botรณn de un abrigo que nunca llegรณ a utilizarse, o de marcar la evoluciรณn de la vida de Ip con ese puรฑado de fotos y ese apunte visual final en el que vemos a un pequeรฑo Bruce Lee junto a su maestroโฆ sin que en ningรบn momento se nos insista sobre esa presencia o ese vรญnculo de Ip con la gran estrella del cine de artes marciales.
Un notable ejercicio de elegancia que vale la pena disfrutar varias veces
Miguel Juan Payรกn
COMENTA CON TU CUENTA DE FACEBOOK