Cuando estaba viendo hace no mucho la รบltima temporada de El Ala Oeste por enรฉsima vez, me resultaba siempre curioso y divertido que pusiesen el grito en el cielo los americanos de la ficciรณn ante un posible presidente en USA de origen hispano (Jimmy Smits) cuando llevaban ocho aรฑos gobernados por uno, que no era otro que Martin Sheen, porque aunque nacido en Estados Unidos y con pinta de tener herencia irlandesa, el hombre era de padres gallegos, de un pueblo de Pontevedra.
Cosas de los americanos, pero que me sirvieron a la hora de comprender y aceptar los motivos por los que Emilio Estรฉvez, el รบnico de la familia Sheen que conserva el apellido familiar como nombre artรญstico, y su padre, el maravilloso Martin Sheen, eligieron volver a la tierra de sus antepasados para rodar The Way, una pelรญcula entraรฑable y humilde acerca de El Camino de Santiago.
Digo que ayuda a entenderlo porque Sheen nunca ha renegado de sus raรญces espaรฑolas y asegura mantener el contacto con los familiares que tiene aquรญ. De hecho en su reciente paso por Espaรฑa reconocรญa que se arrepentรญa de haberse cambiado el nombre artรญstico a Sheen cuando comenzรณ a actuar, pero la situaciรณn de los actores latinos en Hollywood y Broadway era otra entonces.
Ese sentimiento de extranjero en su propia tierra, Espaรฑa, de no querer perder las raรญces, de tener una deuda con el pasado y con aquellos que nos llevaron hasta quienes somos hoy, con la historia y con los fantasmas, estรกn presentes en todo el metraje de The Way, como un viajero mรกs, una sombra silente que a veces guรญa los pasos y a veces parece desaparecer, pero que el director parece decidir que nunca juzgue a sus personajes.
The Way es una historia sincera y honesta rodada con cuatro perras, sobre todo con el reparto que tiene, en formato digital, que aprovecha perfectamente su argumento para mostrar El Camino de Santiago desde la perspectiva de un americano que cree haberlo perdido todo y que se encuentra en el camino sin saber muy bien por quรฉ.
Un padre que ha perdido a su รบnico hijo en una tormenta en los Pirineos y que decide seguir el camino emprendido por su hijo hasta Santiago, para esparcir las cenizas durante el viaje y quizรก descubrir quรฉ impulsรณ a su hijo a viajar a aquel rincรณn recรณndito del mundo. Un viaje por un camino de flechas amarillas que homenajea sin pudor a El Mago de Oz como propio viaje de fantasรญa buscando respuestas al final del camino, y en el que podremos reconocer al Leรณn, el Espantapรกjaros y el Hombre de Hojalata en los compaรฑeros de Sheen, nuestra particular Dorothy.
Los americanos la llamarรญan una feel good movie, una pelรญcula que ayuda a sentirse mejor, cargada de buenas intenciones y buenos sentimientos, con un aire de poesรญa terrenal aรฑadido a sus imรกgenes. Profundamente espiritual, eso sรญ (que no religiosa, no confundir). En el fondo la historia de un padre que aprende a conocer a su hijo una vez รฉste ha desaparecido. Una historia de amor y de amistad contada con el corazรณn y una economรญa de medios considerable.
Tambiรฉn es cierto que The Way contiene mucho observador turista de paso por nuestra tierra. Al paso de los caminantes por las distintas ciudades a veces puede parecer que estemos viendo un documental de los mejores monumentos de la tierra.
Es decir, Espaรฑa vista por un americano, ni mรกs ni menos. Que nadie se preocupe si ve todos los tรณpicos habidos y por haber y algรบn detalle de turista resabiado que se cree muy listo (el personaje de Simรณn Andreu que querรญa ser torero, la coรฑa con las tapas y los pintxos en Pamplonaโฆ), pero no suelen molestar a la pelรญcula en general. Casi mรกs parecen un reconocimiento y una muestra de admiraciรณn por lo nuestro que una pega. Toda la pelรญcula rezuma eso, cariรฑo por el lugar donde acontecen los hechos.
Una pelรญcula asรญ se narra, cรณmo no, a travรฉs de sus actores. Muchas veces gracias a sus diรกlogos, pero sobre todo gracias a sus silencios. Los momentos en los que nada se dice pero todo se sabe. Contar para tal menester con Martin Sheen como protagonista es sinรณnimo de รฉxito en lo interpretativo. El actor, implicado en la pelรญcula a todos los niveles, lo da todo en un personaje amargo, algo cascarrabias, profundamente herido por la muerte de su hijo. Pero lleno de ternura y humanidad. Y lo hace con sutileza, sin aspavientos, respirando el personaje. Siendo รฉl.
En estos casos la compaรฑรญa hace mucho, y Sheen se ve escoltado por unos escuderos de autรฉntico lujo como son Deborah Kara Unger, James Nesbitt y la verdadera revelaciรณn de la pelรญcula, Yorick van Wageningen, el Sancho Panza de nuestro particular Quijote, que algo de eso tambiรฉn tiene la pelรญcula.
Hay momentos para el olvido, por supuesto, como la peripecia con los gitanos en Burgos, que queda descafeinada y no tiene nada casi que ver con el resto de la pelรญcula. Y el tono general de la misma es quizรก demasiado previsible. Demasiado trillada la historia. Lo que no quita que estรฉ bien contada, sea humana y divertida por momentos. Pero algo mรกs de oscuridad y mala baba al relato y algo menos de metraje la habrรญan hecho una pelรญcula mucho mejor.
Con todo, es una apuesta arriesgada e interesante del cine espaรฑol, que en lugar de importar talentos al extranjero en este caso ha decidido traerlos a Espaรฑa para realizar este canto de amor a una tierra y unas gentes, unas costumbres que a veces nosotros mismos olvidamos o damos por sentadas. Un camino interesante por recorrer que nos brinda, como รฉl mismo dice, un director que se siente espaรฑol y gallego de corazรณn.
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