Trash, ladrones de esperanza. Cuento de cine negro ambientado en la pesadilla de las favelas brasileรฑas.
Mirando a cรกmara para darle un cierto tono documental al asunto, en clave de celuloide encontrado, unos niรฑos denuncian el caso de corrupciรณn que les ha puesto al borde de la muerte a manos de la policรญa corrupta del lugar. Son niรฑos de catorce aรฑos, pero esta pelรญcula les echa encima el encargo de ser hรฉroes urbanitas como cualquier otro protagonista de las fรกbulas del cine negro mรกs tradicional, variante crook story, claro, porque son habitantes de las favelas, viven de lo que cosechan en los montones de la basura que van a parar al vertedero y proponen una manera distinta de mirar al Brasil de postal internacional promocionado a base de grandes acontecimientos deportivos.
Estamos por tanto ante un cuento urbano alternativo a las fรกbulas urbanitas de niรฑos intrรฉpidos e imparables que nos propone el cine norteamericano. Imaginen una versiรณn oscura, tejida en el tapiz de la miseria material mรกs absoluta y vergonzante para el resto de la humanidad, de peripecias con protagonistas infantiles estilo Los Goonies o Cuenta conmigo. Ahora piensen en un hรญbrido de las mismas con Los olvidados, de Luis Buรฑuel. Y dejen que el caldo cinematogrรกfico resultante se cueca al fuego lento de la corrupciรณn y el disparate urbano y social de las favelas. El resultado es este cuento con tonos de pesadilla que se despliega como una pelรญcula de persecuciรณn trepidante y estรก entre lo mejor y mรกs entretenido que hemos visto en cine de intriga en el presente aรฑo. Ademรกs del brillo que le dan los tres protagonistas infantiles al asunto, encontramos en papeles de reparto el refuerzo notable de Martin Sheen en un papel algo tรณpico que no obstante y como estaba previsto el gran actor sabe resolver de sobra para dotarlo de verosimilitud y de una entidad emotiva de la que carece en guiรณn, y Rooney Mara haciendo lo propio con su personaje,ย tan esquemรกtico como el sacerdote interpretado por Sheen pero con algo mรกs de participaciรณn en la historia principal, si bien sale de la misma de manera abrupta y entra en una elipsis que produce no tanto la sensaciรณn buscada por el espectador de que hay cosas que no se pueden contar como de que nos han escamoteado parte de la informaciรณn de quรฉ le ocurre a ese personaje cuando se aparta de la acciรณn principal en el momento en que el relato entra en su tercer acto, camino del desenlace, en el que reaparece de manera un tanto abrupta.
De hecho, lo mรกs dรฉbil o flojo de la propuesta estรก en su desenlace. Es una pelรญcula recomendable en el 95 por ciento de su metraje, pero en el final cae en la trampa del cierre un tanto forzado de los personajes principales, y ademรกs se reviste con un tono algo panfletario que aรฑadido al tono forzadamente optimista de sus conclusiones estropea el buen ritmo y la visiรณn tenebrosa y oscura que nos habรญa estado ofreciendo de manera prรกcticamente impecable durante el resto de su metraje. Si el relato acaba con el plano de Sheen mostrรกndole el dibujo de Gabriel a Rooney Mara habrรญa sido un final mucho mรกs coherente con todo lo anterior, mรกs sรณlido y maduro, menos autocomplaciente. Hasta lo que ocurre en sus cinco minutos finales, la pelรญcula es bastante buena, y merece la pena verla. Pero ese final no pega ni con cola con todo lo que hemos visto previamente, no encaja con los planos de los espigadores de basura, con la manera en la que muestra la paliza de la policรญa a uno de los protagonistas, o con la visiรณn de esa cรกrcel donde se hacinan los reclusos en condiciones lamentablesโฆ Todo ello hacen muy recomendable esta pelรญcula, pero queda puesto en evidencia por un final errado.
Miguel Juan Payรกn
COMENTA CON TU CUENTA DE FACEBOOK