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viernes, abril 26, 2024
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Una cuestión de género ★★★

Una cuestión de género ★★★

Crítica de la película Una cuestión de género

Mimi Leder recuerda los primeros pasos en la lucha por la igualdad de género en USA.

La directora de Deep Impact recrea con acierto las acciones emprendidas por la abogada Ruth Bader Ginsburg, para que la igualdad entre hombres y mujeres fuera un hecho en los tribunales de Estados Unidos.

El guion del debutante Daniel Stiepleman sirve de especial soporte para que Leder erija un argumento épico en sus presupuestos sociales, que va desde la época de la protagonista como madre y estudiante de Derecho en la prestigiosa Universidad de Harvard, hasta las dificultades que esta tiene para ejercer su profesión, solo por el hecho de ser mujer.

La acción comienza en los años cincuenta, cuando las facultades de leyes eran cotos de enseñanza únicamente reservados para los alumnos masculinos. El devenir de los tiempos habían obligado a los decanos a aceptar un número determinado de pupilas femeninas, aunque las jóvenes eran vistas como simples objetos decorativos con la meta supuestamente fijada en obtener un matrimonio ventajoso, más que en entrar a formar parte de un bufete de altura.

En ese contexto es donde se mueve Ruth Bader Ginsburg, la enérgica esposa del también aspirante a abogado Martin Ginsburg. Pese a graduarse como una de las primeras de su clase, Ruth se ve obligada a aceptar una plaza como profesora; ya que la mayoría de los bufetes a los que presenta su currículo no creen en su total y necesaria dedicación, al ser madre y esposa.

Y así pasan los años, hasta la década de los setenta: la gran época de la contracultura y los movimientos sociales. En esos convulsos años, el caso de un hombre soltero que reclama la exención de impuestos por cuidar a su madre enferma llama la atención de Ruth. Según los tribunales, este individuo no podía beneficiarse del programa de cuidador por ser varón. La protagonista ve la posibilidad de atacar el sistema que diferencia los derechos civiles entre ambos sexos, y empezar a construir un mundo en el que la igualdad fuera algo tangible.

Mimi Leder narra la historia de manera correcta, aunque algo plana. Sin muchas licencias dramáticas ni profundidad en la elaboración de los personajes, la cineasta retrata de forma clara los intereses y logros de la heroica Ruth Bader Ginsburg, sin volar más allá de lo reseñado en la historia oficial; y con ello sacrifica gran parte de la indudable carga emotiva del argumento original.

Tal empeño, por no salirse de la norma de las interpretaciones ajenas a las enciclopedias, hace que la película se vea con una sensación de pesadez discursiva, algo que no contribuye a arreglar el asunto de justicia tributaria que lleva a la abogada ante el Tribunal Supremo.

Ante semejante panorama, lo mejor del filme se encuentra en la caracterización eficiente y verosímil de Felicity Jones y de Armie Hammer, como Ruth y su esposo Martin. La actriz de Un monstruo viene a verme encarrila su rol con las dosis requeridas de sobreactuación aguerrida, mientras que Hammer se convierte en un contrapunto esencial, ante el desfogue escénico de su compañera.

A esto hay que sumar la cuidada ambientación de la época, llevada a cabo por Leder y su equipo de colaboradores con excelentes resultados.

Jesús Martín

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Una cuestión de género ★★★

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Jesús Martín
Soy un auténtico apasionado de las películas que despiertan la imaginación

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