Una semana después del estreno de Eva, llega a nuestras carteleras otra película española distinta a lo que podemos encontrar hoy día en nuestro cine, de la mano de Eduardo Chapero Jackson, en el que es su primer largo. Y esperemos que sea el primero de muchos, porque la propuesta de Verbo es sin duda una de las más interesantes que hemos podido ver últimamente en salas de cine. Visualmente fascinante, con una historia cercana y a la vez universal y ciertamente inclasificable aunque podríamos decir que se acerca al género fantástico desde un prisma cercano y realista.
Verbo podría haber sido un drama más, una película común y corriente sobre una chica que vive en un mundo gris al que siente que no pertenece y que le da la espalda, lo que la lleva a enfrentarse a sus peores demonios para decidir si merece la pena seguir adelante. Un drama del montón. Pero la virtud de la película de Chapero-Jackson ha sido convertir ese drama en una lucha épica, en una aventura fantástica de búsqueda y descubrimiento personal, que en lugar de ser introspectiva se convierte en un fascinante viaje a través de la ciudad, sus muros, sus parques, sus rincones… en pos de una persona, Líriko, que parece ser la única que entiende a su protagonista.
Y el director consigue mezclar con brillantez esos dos universos, el real lleno de problemas y dramas, y el de fantasía, donde la cultura del hip-hop, el anime, los videojuegos, los graffitis y el arte urbano se funden para mostrar el universo interior de la protagonista, lo que lleva a una lucha final en un universo de pesadilla, donde la sombra del olvido se convierte en el mayor de los enemigos. Luchar contra uno mismo, enfrentarse a sus demonios. Sobrevivir.
Es en esa mezcla de fantasía y realidad donde todo cobra sentido, desde los compañeros de clase y el profesor, hasta la familia, pasando por los dibujos en la calle o la excursión en la ciudad, donde esta cobra vida y adquiere una belleza a la que muchas veces no damos importancia, pero que en comparación con las grises viviendas de la protagonista suponen un paseo revelador.
Una protagonista que es otra de las piedras angulares del relato, personificada en una revelación como Alba García que es capaz de decir con una mirada más que muchos con dos hojas de texto. El reparto está de lujo, pero mención especial para los habitantes del mundo de fantasía, Miguel Ángel Silvestre a la cabeza, pero sin olvidar a Verónica Echegui, Víctor Clavijo o Macarena Gómez, que lidian con algo tan difícil como hacer sus diálogos en rima (muchas veces extraídas de canciones de rap) y hacerlo creíble. De hecho Silvestre se marca una versión del tema de Nach (en una de las escenas de anime del film), Palabras, que aparece en mitad de la película y resulta magnífica.
Sí, puede sonar raro esa jerga en verso, pero la película lo une perfectamente entre el Quijote del mundo real, con el que la protagonista se siente tan identificada, y las rimas de la fantasía. Esa literatura en verso que es parte de nuestra herencia cultural y que acerca a los clásicos con la cultura popular urbana. Lo que le da más relevancia a la música y las letras de Nach, imprescindibles para la película. El músico de Alicante es uno de los mayores virtuosos del castellano que hay hoy en día.
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Quizá a quienes no conozcan ese mundo, esa cultura urbana, les resulte algo más complicado entender su sentido. Quizá la falta de presupuesto o la decisión del director nos priven de más tiempo en el mundo donde se lucha la batalla final y que tan interesante es. Quizá el mensaje final sea algo luminoso e ingenuo, pero en los tiempos que corren se agradece. Quizá Verbo no sea perfecta, pero tiene alma.
Verbo es lírica y fantasía, entretejida con nuestra realidad y los problemas de una adolescente alienanda por la sociedad, marginada y expulsada de lo llamado “normal”. Podía ser un drama común, repito, y eso enfadará a muchos. Que opte por lo distinto, el poder de la palabra y las imágenes, por dar vida a mundos imposibles. Lo que la hace distinta es lo que la hace tan especial. Quizá no sea un éxito en taquilla (aunque entienda el lenguaje de los jóvenes con tanta precisión), pero va camino de ser película de culto.
Y lo que nadie podrá jamás decir es que es más de lo mismo.
Jesús Usero
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