Una sorprendente y muy bien creada fábula de aventuras para toda la familia. Y eso que no las tenía todas consigo porque daba un poco de miedo otra adaptación de cómic española. Teniendo en cuenta que los personajes creados por Escobar tampoco es que sean precisamente perfectos para adaptar al cine. Y que en los 80 ya hubo una adaptación que resultaba sonrojante en imagen real. Una película que se ceñía tanto al tebeo y a sus personajes y situaciones que resultaba… un poco ridícula en su resultado final, como hecha a broma. Mejor suerte tuvieron los reyes del cómic en España, Mortadelo y Filemón, con la excelente adaptación de Javier Fesser, que clavó el universo de Ibáñez, Rompetechos y 13 Rue del Percebe incluidos. Aunque la secuela fue algo más floja. Más infantil. Y tampoco gozó de mucha mejor suerte el héroe indiscutible de nuestro tebeo, El Capitán Trueno. Y aunque en animación estos personajes han sido mucho mejor tratados que en el cine, hay que reconocer que había dudas de si serían capaz de conseguir una película interesante para el público con el material. Reconozcamos también que Zipi y Zape no son tan interesantes como Mortadelo y Filemón en historias largas. Pero la verdad es que han superado la prueba de fuego con honores.
Oskar Santos, director de la muy interesante e inquietante El Mal Ajeno, cambia aquel drama con toques sobrenaturales protagonizado por Eduardo Noriega (y con guión nada más y nada menos que de Daniel Sánchez Arévalo), por una historia infantil, o mejor dicho juvenil y familiar, para llenar las salas de cine con toda la tropa y pasar un rato de lo más entretenido de la mano de dos personajes tan pintorescos como únicos. Los hermanos Zipi y Zape. Sabiendo elegir qué elementos del tebeo conservar y qué elementos eliminar, qué debe permanecer y qué debe marcharse. Y ante todo qué añadir a la mezcla para que resulte divertida, dinámica, con ritmo y muy interesante. No se trata tanto de una adaptación de los personajes del cómic como de una nueva versión o revisión de los mismos, cortando muchas cosas que eran clave en los tebeos (los padres, tan pintorescos ellos) pero dejando claras las esenciales (el aspecto físico de los hermanos, los uniformes, el gamberrismo inherente a los personajes). Todo ello mezclado con una trama de aventuras y una producción realmente magnífica.
No sé cuánto habrá costado hacer Zipi y Zape y el Club de la Canica, pero ha sido dinero bien invertido. Muy bien invertido. Desde la llegada a la escuela/reformatorio de verano hasta los viajes por el interior de la escuela, se nota que hay dinero y bien invertido en cada plano de la película. Pasillos, pasadizos, habitaciones, cocinas, salas secretas o de castigo… ver esta escuela dirigida con puño de hierro por un gran Javier Gutiérrez hace que todos pensemos en Hogwarts y en Harry Potter, sobre todo en las primeras entregas con las que esta película tiene tanto en común. El diseño de decorados y la forma en la que el director hace uso de ellos nos lleva a un mundo casi mágico lleno de aventuras y posibilidades con una trama sencilla pero muy bien conseguida. Ambientada en el pasado (ojo al bus o al sensacional chándal del profesor de gimnasia) la historia nos lleva junto con dos castigados Zipi y Zape a pasar un verano en una especie de escuela para encarrilar a los menores. Un lugar donde Javier Gutiérrez y su parche no permiten ni un instante de diversión. Lo que los hermanos no tolerarán, formando un club secreto que se dedica a hacer gamberradas cada noche y que pronto descubre un secreto en el castillo/escuela, escondido por su fundador mucho tiempo atrás. Un secreto y un tesoro que tendrán que encontrar…
Sencillez y economía narrativa para plantear la historia y mucho sentido del humor. Para convencer a los más reticentes, hay una escena nada más empezar la película, con un sensacional diálogo entre los niños que explican por qué están en esa escuela. Las palabras de nuestros hermanos protagonistas te ganan desde ese instante y a partir de entonces formas parte de su aventura, de esta mezcla de Harry Potter y los Goonies pero a la española. Con menos medios pero muchísima imaginación y humor. Un humor para todos, muy efectivo, que arranca sonrisas y más de una carcajada cuando menos te lo esperas. El resto del viaje incluye no sólo humor sino aventuras, romance, terror, villanos, laberintos y muchos secretos por descubrir. Y no creo que nadie, entre 6 y 99 años, pueda decir que la película le aburrió lo más mínimo.
Se apoya la película en un buen reparto, y una gran selección de los actores infantiles, sobre todo la química entre los hermanos, interpretados por Raúl Rivas y Daniel Cerezo, que a veces parece se leen el pensamiento. Sin olvidar a la siempre interesante Claudia Vega, y a nombres como Álex Angulo o Javier Cifrián que le dan mayor empaque a la historia. Una historia que no es perfecta. Nunca se adentra en lo oscuro que se intuye en algunas cosas (el villano, ciertos secretos…) y prefiere caminar del lado de la luz. No hay problema con ello. Sólo pretende interpretar. Y algunos diálogos chirrían demasiado dentro del buen marco general de la película. Pero son los menos. El resultado final es más que correcto.
Es cine para todos, sobre todo para familias que deciden pasar una tarde de sábado en una sala de cine y pasárselo en grande. Divertirse sin mayores pretensiones, de la mano de dos iconos del cómic nacional y hacerlo bien. Si el año pasado Tadeo Jones invitaba a revisitar Indiana Jones a nuestro modo, Zipi y Zape nos lleva a Harry Potter y Los Goonies o incluso Una Pandilla Alucinante, con una película más que correcta, bien contada y muy entretenida. No pretende convertirse en un clásico, ni revolucionar el mundo. Aunque bien puede terminar siendo película de culto. Esperemos que la taquilla la trate como se merece. Todo un acierto, en serio. Y yo era el primero en no creer…
Jesús Usero.
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