Crítica de la película 6 en la sombra
Michael Bay sorprende con su superproducción de acción para Neflix.
De Michael Bay nos lo podemos esperar todo en lo referido a espectáculo visual, y su primer trabajo para la televisión pone ya difícil seguir llamando a este medio “pequeña pantalla”. Seis en la sombra es un despliegue de acción continuada durante dos horas y siete minutos de trepidación visual que no tiene complejo alguno y sí mucho dinero -cifras oficiosas hablan de 150 millones de presupuesto que sitúan esta película como la segunda más cara de las producidas para Netflix hasta el momento, tras los 175 millones en los que se calcula El irlandés de Martin Scorsese-, para poner en pantalla una divertida apuesta por el entretenimiento puro y duro.
Tiene además en esta ocasión la ventaja de poder aplicar ese presupuesto sin cortapisas derivadas de la calificación por edades que limita hasta qué punto se pueden mostrar algunas cosas en una producción cinematográfica que aspire a recuperar el dinero invertido y sacar beneficio distribuyéndose entre el sector mas amplio posible de espectadores de todas las edades, o al menos de los más jóvenes.
Aquí Bay no tiene que cortarse de mostrar, incluso a cámara lenta, las consecuencias más salvajes y bestias, más gamberras, de un puñetazo o un balazo a quemarropa, lo que convierte cada secuencia de acción en un festival donde el director parece empeñado en aplicarse al ejercicio circense del “más difícil todavía” aspirando no solo a superar a otras películas de acción sino incluso a sus propios largometrajes.
El añadido de poder ir hasta las consecuencias visuales que mejor le apetezca en la violencia permite además jugar la baza de un humor que está en línea con lo que ya hiciera en Dolor y dinero, aunque comprensiblemente por la presentica de Ryan Reynolds como protagonista sea inevitable que muchos piensen más bien en la propuesta de las dos películas de Deadpool.
Ese sentido del humor le permite dejar claro al público cuáles son las claves de su propuesta: cine de evasión puro y duro, entretenimiento con poco diálogo, poco desarrollo de personajes, apenas esbozos, y mucha acción en una clave plenamente cinematográfica que nunca antes habíamos visto desplegada a este nivel en una película concebida para su explotación en televisión.
Reynolds toma bien las riendas de este circo trepidante de tres pistas en el que Bay se mueve con comodidad sacando el máximo partido a disponer de una inversión tan potente como la de sus películas pero al mismo tiempo quedar liberado de las limitaciones de lo que se puede mostrar y sobre lo que se puede hacer bromas en una producción cinematográfica.
Otro aspecto destacado de la película es que si en lo visual es esencialmente una aplicación de las claves que podemos encontrarnos en cualquier película de Michael Bay, tiene más ritmo que algunas de ellas, aunque en esencia sea el mismo juego de sucesión de secuencias de acción constante. Eso deriva de que en presentación de personajes y en el juego con el tiempo del relato, trabaja unas claves más cercanas a propuestas televisivas que le aportan un ritmo más digerible que algunas de sus propuestas cinematográficas, por ejemplo en la saga Transformer.
De las películas de Bay, ésta está más cerca del tono de Dos policías rebeldes, pero se enreda menos intentando montar una historia y va a calzón quitado a montar el festival de acción directamente.
Miguel Juan Payán
6 en la sombra en Netflix desde el 13 de diciembre
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