Crítica de la película Las Aventuras del Doctor Dolittle
Fallida película de aventuras familiar que no aprovecha su enorme potencial.
Situar a Robert Downey Jr. como líder de un proyecto como éste, parecía todo un acierto. Una película sobre el personaje del Doctor Dolittle, una nueva adaptación del mismo, que supone cine para toda la familia, con animales parlantes y un protagonista estrafalario en una aventura única. Y todo eso aparece en esta nueva versión… simplemente no en la medida adecuada. Por exceso o por falta, la película falla en casi todos sus niveles, convirtiéndose en un chasco, no sólo por todos sus fallos, sino por el sabor que deja a oportunidad perdida. A película que podía haber sido mucho más en otras manos, y que se escapa a nuestra comprensión en qué momento salió mal.
La aventura comienza con un Dolittle alejado del mundo, que sólo se relaciona con sus animales y no quiere saber nada de los humanos. Pero una grave enfermedad de la reina le obligará a embarcarse en una peligrosa misión junto a algunos de estos animales y a un joven aprendiz al que no tiene más remedio que aceptar. En este punto podemos decir que mucha gente, al ver la película doblada, no tendrá que enfrentarse a uno de los problemas de la película, el trabajo de su productor y protagonista. Robert Downey Jr. está tan obsesionado con crear su propio Jack Sparrow que no se da cuenta de que ese no es el camino, y por ejemplo con el acento del personaje, convierte al mismo en un caos que a ratos es inglés, otras veces escocés, otras tantas americano… y así.
Como decía, el hecho de que la mayoría de gente vaya a consumir la película doblada, evita ese problema… pero no es el único. Es cierto que el diseño de animales y su integración es magnífico, y que se nota una producción de nivel. Pero cuando tus animales tienen más carisma que tu protagonista humano (especialmente el oso polar y la ardilla), tienes un problema. Antonio Banderas aparece apenas 5 minutos y su presencia impone y se recuerda más que la del protagonista en toda la aventura. Pero el actor es sólo un escollo. El guión no tiene ningún sentido, ni la película ritmo, porque se nota que hay mucho uso de la tijera en la sala de montaje.
Hay un momento determinado en el que una voz en off empieza a contarnos cosas del viaje que no hemos visto, que no han pasado en pantalla, y que asumimos que tienen relevancia. Nos llevan a otro lugar y nos dicen que ya han llegado. O nos hablan de una tierra peligrosa y… no pasa nada hasta llegar a una cueva… Hay seguramente mucho que se ha rodado de nuevo (especialmente en el final) y mucho que no encaja en lo que nos están contando. Nada tiene especial sentido y el montaje es excesivamente caótico. De hecho, con una producción de 175 millones de dólares, con todo el despliegue de decorados, efectos y demás, el director, Stephen Gaghan, se empeña en usar sólo planos medios, como si no supiese qué hacer con todo ello y se tratase de una serie de televisión en la que hay que disimular la falta de presupuesto… Aquí ese no es el caso, así que ese hecho pasa a formar parte de la lista de cosas inexplicables y decisiones cuestionables de la película. Que tenía los medios, la tecnología (de nuevo, el diseño de los bichos es fantástico) y el carisma de su protagonista para ser mucho, mucho mejor película.
Jesús Usero
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