La nueva película de Sebastian Lelio basa sus fortalezas en la siempre notable Florence Pugh, a una atmósfera absorbente y una buena fotografía, pero flaquea en un guion que necesitaba algo más de pulido.
The Wonder, o El prodigio traducido al castellano, es la nueva película para Netflix que escribe y dirige el chileno Sebastián Lelio, cuya filmografía siempre ha sido más que interesante. En esta ocasión, nos trae una historia de la mano de Florence Pugh ambientada en la Irlanda del siglo XIX, donde la enfermera Lib Wright procedente de Inglaterra va a visitar a una niña que lleva supuestamente cuatro meses sin comer, pero que se encuentra milagrosamente sana y en buen estado. Allí, el pueblo donde habita la considera una especie de santa y los dirigentes del pueblo le piden a Lib y a una monja que la vigilen durante dos semanas para saber qué está pasando.
Con esta premisa, la cinta del cineasta chileno se ha descrito como un thriller psicológico con tintes religiosos, pero lo cierto es que el misterio dura mas bien poco para dar paso al drama puro y duro sobre la mitad de la misma. El reparto, liderado por Florence Pugh, está más que notable y Lelio consigue poner una puesta en escena a la altura para crear una atmósfera absorbente y que, sin duda, compone lo mejor de la película, junto al acompañamiento musical sutil pero preciso.
Lo que no es tan sutil ni tan preciso es el guion de la película, que navega entre el thriller y el drama sin poder envolverlos lo suficientemente bien con el tema religioso que impera en el film. Le falta sutileza y mayor cohesión para dotar de credibilidad a ciertas partes de lo que está ocurriendo en la historia y, especialmente, para darle fuerza a la fe que procesa la familia. Sin querer entrar en spoilers, en ocasiones, me ha hecho recordar a La Bruja (2015) de Robert Eggers, donde el tema de las creencias religiosas estaba mejor tratado y tenía más sentido con lo que iba sucediendo. Aquí, los guionistas deciden quedarse a medias, lo que provoca que algunas resoluciones en la historia no terminen de tener un sentido completo y con fuerza para el espectador.
Al final, El prodigio no es una mala película, pues tiene las suficientes armas para llegar a satisfacer a los fans del género y siempre es un placer ver a Florence Pugh entregada a la causa, pero quizás con un repaso al guion, a la historia y a algunos diálogos, podría haber sido algo bastante mejor.
Guillermo Méndez
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