Pixels. La pelĂcula: divertido e ingenioso entretenimiento veraniego para toda la familia estilo Chris Columbus
La Ăşltima pelĂcula firmada por Chris Columbus no puede negar que es hija del director de la saga de Solo en casa y de Señora Doubtfire, y al mismo tiempo es un homenaje a las pelĂculas ochenteras que Ă©l mismo escribiĂł, Gremlins o Los Goonies principalmente. Construida como una comedia de reivindicaciĂłn de los friquis, es al mismo tiempo un entretenimiento para todas las edades que funciona sobre la base infalible de la ilĂłgica-lĂłgica de los videojuegos Arcade.  El guiĂłn puede parecer sencillo, pero es una máquina infalible para generar en el pĂşblico esa satisfacciĂłn inmediata y sin complejos, absolutamente ingenua y de sonrisa bobalicona que se te queda al salir del cine perfectamente convencido de que has visto una pelĂcula simplona pero divertida y eficaz como entretenimiento veraniego. Pero además Pixels tiene otros aspectos en los que merece la pena reparar. Uno de ellos es la manera en la que maneja esa especie de lĂłgica-ilĂłgica de los videojuegos Arcade, sobre cuyo espĂritu de mero entretenimiento se edifica. Hay varias maniobras del guiĂłn y varias escenas que muestran una solidez muy destacable en esta propuesta aparentemente sencilla. Y es ahĂ donde entra la componente de ingenio. Por ejemplo la elipsis desde la adolescencia de los protagonistas que nos lleva directamente hasta su edad “adulta”, con la conversaciĂłn sobre las chicas más guapas de cada Ă©poca. Es un chiste que define totalmente a los personajes principales con un guiño, y sospecho que tambiĂ©n nos define al 90 por ciento de los hombres, siempre pensando en lo mismo y con la misma parte de nuestra anatomĂa. Luego están las peculiares apetencias erĂłtico-festivas del personaje de Peter Dinklage, reflejadas en sus peticiones para participar en la aventura y en ese plano final con las dos candidatas a acompañarle en uno de los salones de la Casa Blanca. Incluso en una de la partes flojas del guiĂłn, que es toda la referida al personaje de Ludlow (Josh Gad), el personaje argumentalmente más endeble de los principales, resuelto tirando en exceso del tĂłpico, y cuyo conflicto sentimental con la fĂ©mina de las espadas lo limita bastante, el ingenio propicio a las dobles lecturas vuelve a aparecer para subrayar esa inclasificable ambigĂĽedad que acaba por definirlo totalmente en esa sorpresa visual final.
La pelĂcula tiene muchos tĂłpicos, porque inevitablemente este tipo de producto se asienta sobre los tĂłpicos, y no me entusiasma especialmente que tome prestada la fĂłrmula de Los cazafantasmas y alguna que otra idea de la serie Big Bang, como la de la madre (en este caso la abuela) gritona pero ausente. Además creo que podrĂan haberse currado algo más los diálogos del personaje de Peter Dinklage, que merece incluso su propioa pelĂcula como protagonista, pero mejor pertrechado de guiĂłn. No obstante esos puntos más flojos, la pelĂcula consigue escapar de las consecuencias de todo ello aplicando una fĂłrmula de lĂłgica-ilĂłgica muy bien hilvanada. Me explico, intentando no hacer spoiler: si los Estados Unidos han dejado que ese tipo ocupe la presidencia, puedo creerme que Michelle Monaghan repare en la existencia del antenista con uniforme color naranja que interpreta Adam Sandler. Es una lĂłgica tan ilĂłgica como que una civilizaciĂłn extraterrestre estĂ© dispuesta a atacar nuestro planeta con criaturas de los videojuegos Arcade, el absurdo mezclado con el disparate mezclado a su vez con un sueño de redenciĂłn friqui. Para que esto de la lĂłgica-ilĂłgica quede más claro, les propongo que piensen en los absurdos argumentales que nos proponen pelĂculas como Transformers o Independence Day, donde gente normal y corriente deja de ser tan normal y tan corriente a los pocos minutos de comenzar la acciĂłn, y acaban metidos, de uno u otro modo, en el epicentro de toda la acciĂłn. Todo en ellas es ilĂłgico-ilĂłgico. Mientras que aquĂ nos saben vender muy bien el rollito entre Monagham y Sandler, por poco creĂble que nos parezca (aunque como me sugiere mi hija, que me acompañó al pase de prensa, la cosa habrĂa sido aĂşn menos chocante con una actriz como por ejemplo Drew Barrymore, que además tiene probada quĂmica con Sandler y mejores recursos de comedia que Monaghan). ÂżCĂłmo demonios meter a un tipo como el antenista en la Casa Blanca? Pues forzando la suspensiĂłn de la credibilidad desde el principio a lo bestia con el inquilino de la Casa Blanca, y si nos tragamos eso, todo lo demás entra sin problemas y bien lubricado.
AsĂ, asentada sobre la lĂłgica-ilĂłgica, la pelĂcula funciona en todas sus claves menos creĂbles, como una eficaz broma en clave de pasatiempo veraniego, donde incluso se esgrimen algunos tĂłpicos, como la incomprensible manera de hablar de los ingleses. Fuerzan desde el principio la mano para facilitar que todo lo demás encaje como fantasĂa escapista bien concebida para el cine de evasiĂłn con buen ritmo y sin complejos ni mayores aspiraciones.
Miguel Juan PayánÂ
COMENTA CON TU CUENTA DE FACEBOOK