Crítica de la película Ahora me ves 2
Fallida aunque entretenida segunda entrega de estos magos tan peculiares. Si ustedes recuerdan la primera entrega de Ahora me Ves, fue una de las sorpresas del verano de 2013. La cinta de Louis Leterrier convertía a un grupo de ilusionistas en una suerte de grupo de superhéroes perseguidos por la policía, con ganas de impartir justicia. Y lo hacía con mucho carisma, mucha imaginación y un final inesperado y realmente convincente. La mayoría de esos elementos han desaparecido en la secuela, que es más larga, quiere ser más espectacular y a la vez sorprendernos como la primera entrega. Y no consigue ninguna de esas cosas porque le falla lo principal, el guión. Y algún que otro elemento disonante, la verdad.
Porque la trama de la película, con los ilusionistas convertidos en víctimas de una ilusión, no funciona como realmente debería. No le hinca el diente al potencial de convertir a los artistas del engaño en engañados, presentando un par de ideas de guión algo ridículas (una de ellas tiene que ver con Woody Harrelson, pero no podemos contar más sin destripar la “sorpresa”) y sin saber explotar al personaje femenino nuevo, interpretado por Lizzy Caplan, y que es de lo mejor de la película. Hace que se nos olvide la ausencia de Isla Fisher, aunque no es la única. Falta también Melanie Laurent, y esa ausencia pesa porque descompensa el reparto. Mayor número de personajes femeninos, más interesante la historia. Esa matemática pocas veces falla, la verdad.
Además Jon M. Chu no es Leterrier, y eso se nota desde el concepto visual de la película, que ha dejado el ilusionismo, los trucos de manos, la prestidigitación, el humo y espejos de lado, para centrarse en los efectos por ordenador. Nuestros cuatro jinetes no hacen trucos ya, los hace un ordenador por ellos, y se nota demasiado. Cansa a la vista porque no tiene ese tono sorprendente de la primera, donde todo era posible. Aquí lo es, pero porque lo han hecho con CGI. No es lo mismo. La otra nueva presencia, la de Daniel Radcliffe tampoco aporta demasiado, y la película gana muchos enteros cuando el personaje de Michael Caine hace acto de presencia. Menos veces de las que desearíamos que lo hiciese, la verdad.
La trama en China podía haber dado más de sí, mientras algunos actores (Freeman y Ruffalo sobre todo) no parecen estar demasiado a gusto con sus personajes. El resultado es entretenido, sí. No aburre más que en un par de momentos, tiene a Caplan que es la que mejor se lo pasa y de lo más interesante, y un reparto brillante. Pero no explota nunca su potencial, se queda a medio gas, como esa “sorpresa” final que no hay por dónde cogerla. Podía y tenía que haber dado más de sí. Quizá eliminando a esos dueños de la tienda de magia, quizá no apostando tanto por los efectos visuales… Quizá no haciendo una secuela que no parecía necesaria. Había potencial, pero se queda en sólo eso.
Jesús Usero
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