Fantástica comedia germana con tintes del pasado. Una historia sobre la familia y la inmigración vista desde el lado amable, pero sin paternalismos ni palmaditas en la espalda, desde dentro, desde el núcleo de una familia turco-alemana que revisita sus raíces. Llena de humanidad y ternura (a veces se le va la mano con ello), pero también de un humor salvaje y brillante, que va de reírse de todos los tópicos habidos y por haber al surrealismo más extravagante, pero que no deja de funcionar ni un momento. Y ante todo una película con la que sentirse identificado, pues muchos son (somos), los que aún tenemos familiares que viajaron a Alemania hace casi medio siglo a ganarse la vida y mandar dinero a sus respectivos países. La película es también un homenaje a todos ellos, y no sólo a los turcos, aunque se haga especial hincapié en ellos.
Tras 45 años viviendo en Alemania una pareja por fin obtiene la nacionalidad germana, algo que él no desea precisamente. Es motivo de celebración, pero también motivo para repasar las raíces de una familia que decide regresar por vacaciones a Turquía, pese a las reticencias de la mayoría de hijos y nietos, donde el patriarca ha comprado una casa veraniega para que la remodelen todos juntos. Un rincón en el que no olvidar ni perder las raíces. Un pedazo de su hogar.
Así la historia corre en paralelo entre lo que sucede en la actualidad y el viaje inicial a Alemania hace casi cincuenta años que relata la nieta mayor de la familia, que además tiene su propio drama al haberse quedado embarazada y no saber cómo contárselo a sus padres. Ese viaje por partida doble, de ida y vuelta, es la pieza principal de la historia y su alma, la sensación de pérdida de patria, las dificultades para adaptarse a una nueva cultura, las diferencias entre países. Pero lo hace con un humor descacharrante que a veces borda el surrealismo (el sueño con los burócratas, el ascensor, la botella gigante de coca cola…) y otras directamente, y desde el conocimiento de causa, se ríe de los tópicos culturales (la madre intentando encontrar leche en Alemania, el camión de la basura, el machismo, los bigotes, el regateo en las ventas…).
Todo ello con un reparto sensacional que para nosotros estará compuesto de rostros desconocidos, pero brillantes, rodado con fuerza, casi como si se tratase de una película de Javier Fesser, y con un punto de ternura que llega al espectador, aunque a veces lo edulcore demasiado, sobre todo cuando el drama golpea a la familia en el tercer acto de forma inesperada. Una pequeña historia que sirve para hablarnos de historias mucho mayores, de lo universal a través de lo pequeño. De lo mucho que podemos tener en común con una cultura como la turca (el Mediterráneo es lo que tiene), aunque a veces la propia película parezca empeñada en olvidar la gran cantidad de españoles que viajaron a Alemania en busca de un futuro mejor. Para ellos y para cualquiera que quiera pasar un gran rato, va destinada esta pequeña gran película.
Jesús Usero
