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jueves, mayo 2, 2024
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Amor y otras drogas ***

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Siempre he tenido a Edward Zwick por un director un tanto del montón, con permiso de sus fans o de aquellos que admiren su cine. Exceptuando una de sus primeras películas, Tiempos de Gloria, el resto de su filmografía, en cine me refiero, me parecía un poco ladrillera. Vamos, que el hombre podía haberse dedicado a albañil… Su intento de emular la épica de otros directores siempre me solía dejar frío y aburrido.

No pasaba lo mismo con sus series de televisión, donde el tipo era capaz de crear mundos cotidianos bastante interesantes, reales, vivos… Treintaytantos es el perfecto ejemplo de ello. Pero en cine la cosa como que le venía grande. No estaba en su ambiente… A Leyendas de Pasión o Estado de Sitio me remito. Bien es cierto que de un tiempo a esta parte su cine parece haberse consolidado. Películas como Diamante de Sangre y Resistencia eran sin duda una mejora o, mejor dicho, un regreso a Tiempos de Gloria.

Pero tampoco veía a gente hacer cola en el cine diciendo “vamos a ver la última de Edward Zwick”, y eso pese a que algunas de sus películas las hemos visto casi todos y han sido grandes éxitos de taquilla, como la antes mencionada, Leyendas de Pasión o El Último Samurai. Era un tipo que pasaba desapercibido, creo que casi hasta para los cinéfilos.

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Por eso me alegra verle al frente de una película como Amor y Otras drogas, mucho más cercana a su carrera televisiva que a la cinematográfica. Mucho más cercana a lo mejor de este director, guionista y productor. Se le nota más cómodo, más suelto, con mejores resultados incluso, tanto en el guión como a la hora de saber cómo contar la historia. Quizá ese sea el problema de Zwick, sueña con narrar cine épico, pero nació para historias más comunes…

Y aquí lo hace la mar de bien, contando una historia con formas de comedia romántica pero que intenta llegar a algo más… Quizá ahí radica su error, en el algo más. Pero mientras se ciñe a las claves de la comedia romántica se encuentra uno con un producto divertido y bastante refrescante.

Creo que las bases para hacer una buena comedia romántica son dos. Primero que haya química entre sus protagonistas, algo imprescindible para creerse la historia de amor, y luego que sea divertida. Que sea comedia y haga reír. Normalmente el género ha ido degenerando en comedias insulsas que apenas te hacen esbozar una sonrisa. Con Amor y Otras Drogas te ríes. Te ríes a base de bien.

Lo primero es que es una comedia para adultos, con la R que le dan en Estados Unidos los señores de la censura a las películas que incluyen tacos y sexo y no son políticamente correctas. Esta cumple los tres factores. Y lo hace con bastante inteligencia.

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La película narra una historia de amor a mediados de los 90, lo que no tiene casi ninguna relevancia argumental si no fuese por lo que aporta al humor de la cinta. El hecho de que el protagonista acabe siendo un representante de una farmacéutica en tiempos de la salida al mercado de Viagra ayuda a entender la situación. Y a hacer multitud de chistes en torno al tema con bastante mala baba, incluyendo un accidente realmente curioso…

Que los protagonistas decidan grabarse teniendo sexo y las consecuencias de este acto provoca que uno se ría a carcajadas. Es más, la presencia de secundarios ayuda a contar la historia, pero los mejores momentos de humor suelen correr a cargo de los protagonistas de la película, algo raro en estos casos. Para muestra, la escena en la que él le confiesa a ella que la quiere… Realmente divertida. También ayuda el personaje del hermano, sin duda.

Y claro, la pareja protagonista. Se nota la química entre Gyllenhaal y Hathaway y se nota que son buenos actores. Él tiene más tiempo para que su personaje sea presentado y para desarrollarlo en pantalla, pero sin duda ambos se encuentran cómodos y hay una química palpable no sólo en las escenas de sexo, sino también en lo que sucede antes y después de las escenas. El gatillazo es un buen momento para darse cuenta de ello. Pero se agradece que traten el sexo sin tapujos y como algo sano y divertido, más allá de los desnudos (Hathaway es de las pocas actrices de Hollywood sin problemas para ello).

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Luego la película tiene esas ya clásicas desapariciones de personajes que entran y salen de escena sin importarnos dónde han ido, lo que demuestra que no estaban muy trabajados en el guión, por ejemplo aquí con Oliver Platt y Judy Greer a la cabeza. Y un bajón en el tramo final de película en el que se juntan churras con merinas y la película amaga con convertirse en drama debido a la enfermedad de ella. No era la película que estaban contándonos. Pero sirve para poner otra irreverente escena de humor con los afectados por la enfermedad justo antes de que gire finalmente hacia el drama.

Afortunadamente la película sabe recuperarse con más humor y más sexo, con su tono gamberro en general y con lo políticamente incorrecto como carta de presentación. Lo malo es que al final todo sea un espejismo y se opte por el tópico y la previsibilidad. Algo también muy habitual en el género.

Pero por lo general nos encontramos frente a una de las comedias románticas con más clase que hemos visto en mucho tiempo (ningún chiste sobre heces, ventosidades o similares…) y de las que demuestran que el género, limitado como está por los tópicos, no tiene por qué ser aburrido. Puede ser muy divertido, tanto en pareja como en compañía de los amigos.

En los tiempos que corren se agradece el esfuerzo, sobre todo en el guión, por presentar una historia más madura, más adulta y más divertida que a lo que nos tienen acostumbrados en Hollywood. Merece la pena echarle un vistazo y echarse unas risas. Y cuidado con la Viagra, la carga el diablo…

 

 

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