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viernes, abril 26, 2024
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Annie ***

Annie ***Actualización a medio gas del musical escrito por Thomas Meehan, a partir de los dibujos de Harold Gray. Will Gluck (Rumores y mentiras) confecciona un espectáculo algo vacío pero vistoso, con canciones conocidas y derroche de cromatismo.

La huérfana más famosa de Broadway regresa a la gran pantalla. Entre sus armas se halla una banda sonora capaz de tocar la fibra sensible con estribillos memorables, y en la que suenan cortes tan conocidos como It’s the Hard-Knock Life y Tomorrow. Tralla rítmica que no consigue amortiguar los plúmbeos efectos de un guion carente de la chispa necesaria.

Annie viene a ser para el show business made in USA como la heredera argumental y neoyorquina del huérfano por antonomasia: Oliver Twist. Con ese espíritu fueron percibidas las viñetas de Harold Gray; y en el mismo fuego identificativo se horneó el musical posterior. Sin embargo, pese a los hilos consanguíneos, la inspiración en cuanto al libreto sinfónico no va tan pareja a la obra manuscrita por Charles Dickens, sino que sigue abiertamente el camino de Oliver: la cinta que firmó Carol Reed, en 1968.

Bajo esos márgenes conceptuales, la niña de los rizos desarrolla su historia en una ciudad un tanto dura (Nueva York, en sustitución del Londres original). Un hábitat violento y desmoralizador donde la chica quiere localizar a sus padres, y en el que cae presa de las garras de una mujer un tanto explotadora.




John Huston fue el primero en adaptar las aventuras de Annie al formato cinematográfico. Empresa que granjeó al veterano director un sinfín de parabienes por parte de la crítica y el público; gracias –sobre todo- al excelente trabajo de la desconocida Aileen Quinn, quien se metió a los espectadores en el bolsillo a través de su frescura y su garganta privilegiada.

Precisamente, ahí estriba uno de los mayores problemas de esta revisión del clásico contemporáneo. Quvenzhané Wallis es una actriz más que meritoria, y su técnica interpretativa empieza a llamar a las puertas de la madurez prematura. Pero sus tablas crean una sensación de inverosimilitud respecto a la evidente ingenuidad de Annie. La protagonista de Bestias del sur salvaje despliega su arsenal de gestos, para construir a la heroína de pelo cardado con más retranca sabihonda que simpatía en el semblante; y lo que logra es alejarse de la sencillez de una cría de 11 años alimentada con sueños.

QW canta razonablemente bien, baila con soltura y se mueve de manera decidida ante la cámara. No obstante, le falta esa actitud infantil de la que sí gozaba la ochentera Aileen Quinn. Todo esto merma credibilidad al relato, por mucho que los saltos y las acrobacias intenten desviar la atención.

En similar línea se mueve el resto elenco. Jamie Foxx Rose Byrne, Bobby Cannavale y Cameron Diaz tienden a llenar los vacíos de sus papeles con la exageración y la comicidad de gruesos tonos. Algo que evidencia el histrionismo colectivo que inunda el largometraje.

No obstante, y a pesar de sus fallos estructurales, este caramelo de colores cegadores que responde al título de Annie disfraza sus carencias con coreografías bien trabajadas, arreglos melódicos de altura (a cargo de Charles Strouse) y una dirección artística sin muchos borrones.

Después de presenciar la sesión de invisible dramatismo que propone la película, lo que no se le puede negar a Gluck es su habilidad para revivir trovas tan imperecederas como Tomorrow. Sea con el timbre de Wallis, o con la dicción de su álter ego española: la joven María Parrado (ganadora de la última edición del programa de Mediaset La Voz Kids).

Jesús Martín

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Jesús Martín
Soy un auténtico apasionado de las películas que despiertan la imaginación

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