Crítica de la película Antlers. Criatura Oscura
Una nueva vuelta de tuerca a un mito mundialmente conocido.
Aunque sea una leyenda propia de los pueblos indígenas de Norteamérica, gracias al cine, la literatura o la televisión, hemos tenido posibilidad de conocer la leyenda a la que hace referencia esta película, y además hemos disfrutado con ella en muchas ocasiones. Por lo que la historia que Scott Cooper, el interesantísimo director de Hostiles, Corazón Rebelde o Out of the Furnace, es global y perfectamente comprensible por la audiencia de cualquier lugar del mundo. No importa que sea una leyenda norteamericana, es algo que conocemos y será aceptado por nosotros. No sólo porque ya lo hayamos escuchado antes. Aquí radica lo realmente interesante del relato. Su cascarón de cine de terror es perfecto para hablar de un tema aún más universal, los abusos.
Una profesora y su hermano, el sheriff de una pequeña comunidad, entran en contacto con un niño verdaderamente peculiar, que parece tener relación con una serie de cruentos asesinatos que están teniendo lugar en la región. La película mantiene esa clave de cine de terror sobrenatural con elementos tan conocidos como la criatura siniestra, el papel de la infancia en la historia o el pasado oscuro de los personajes. Y eso es lo que hace el viaje tan interesante y particular. La película se mueve con gracia y en un metraje realmente medido de menos de 100 minutos, en un territorio que ha sido muchas veces trasegado, pero que en manos de Cooper, que ejerce como coguionista y director, pasa a ser algo más.
Evidentemente la película excede en lo que otros relatos del género fallan. Su reparto es más que interesante. Contar con Jesse Plemons y Keri Russell al frente del reparto es una gran ventaja respecto a otras propuestas similares que apuestan por repartos mucho más jóvenes y con menos talento que estos dos nombres. Eso sí, nada sería posible sin la presencia del joven Jeremy T. Thomas dando vida al niño protagonista de la historia, Lucas. El jovencísimo actor debuta aquí con un papel de esos que impactan por lo sólido que se muestra el actor pese a su falta de experiencia, sobre todo cuando gran parte de la historia se posa sobre sus hombres. Es una maravilla verle en acción.
Cooper utiliza una narrativa tan sutil como contundente cuando conviene. Con unos elementos gore que se muestran salvajes y repulsivos, justo lo que desea producir el director en torno a la violencia, el cineasta también hace un uso brillante de la fotografía y de una criatura bellísimamente diseñada, aprovechando que Guillermo del Toro es productor de la película. Hay elementos de una madurez narrativa increíble, como el continuo uso de las puertas y lo que vemos a través del umbral, lo que se divisa por el ojo de una cerradura, lo que se esconde tras un cerrojo, lo que enmarca una puerta entreabierta… Todo ello reflejando la claustrofobia de unos personajes que sufren y han sufrido. La película es una metáfora sobre eso mismo y lo mantiene durante todo su metraje, aunque parte de su final se convierta en un tópico. Para olvidarnos de eso tiene otro momento que nos dejará sin aliento. Una película de terror realmente memorable.
Jesús Usero
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