Enrique Gato testa la animaciรณn espaรฑola con esta entretenida obra de ficciรณn, sobre un alocado viaje a la Luna protagonizado por tres niรฑos, un anciano y un camaleรณn muy mosqueado.
Tras el รฉxito de Tadeo Jones, Mediaset apuesta por el mismo equipo para orquestar una pelรญcula en la lรญnea de algunos de los taquillazos animados made in USA; y la empresa les ha salido francamente resultona. Para empezar, la cinta de Enrique Gato aprovecha la celebraciรณn de los cuarenta y seis aniversarios del alunizaje del Apolo XI, y monta con este acontecimiento una historia que mezcla el humor infantil conectado emocionalmente con Los Goonies, la acciรณn cercana a la expuesta en Exploradores y la ambiciรณn propia de muchas de las producciones mรกs contemporรกneas de Disney.
Los planteamientos del cineasta y de sus colaboradores beben abiertamente de las aguas de la cultura estadounidense, olvidรกndose de las identificaciones posibles con el modo de pensar de los nacidos en la tierra de Cervantes. Por todo ello, Atrapa la bandera no desprende a lo largo de su metraje relaciones visibles con la fisonomรญa audiovisual de la industria propia de la Piel de Toro; algo que genera la ventaja de la pegada internacional, pero que hace perder bastante autenticidad a una obra cuyo argumento no oculta su filiaciรณn con el American way of life.
De esta manera, los protagonistas del filme practican el kitesurf en vez de darle a las chapas y al futbolรญn, los adultos tienen poses de cowboys galรกcticos en vez de mercenarios del Siglo de Oro, y los paisajes se asemejan mรกs a las caricaturas latifundistas de las extensiones petrolรญferas que a las caรฑadas reales y a las huertas murcianas.
Tan norteamericana como la Coca-Cola, la aventura de Mike y de sus colegas rezuma los destellos de una epopeya yanqui por los cuatro costados, y se enorgullece de ello. Tesis que obliga a pensar que, pese a que la artesanรญa que hay detrรกs sea compatriota de la paella y el gazpacho, lo que trasluce en realidad es su apego a la naciรณn de las barras y estrellas.
Mรกs allรก de las evidentes rugosidades mercadotรฉcnicas, la creaciรณn de Gato tiene la ventaja de ofrecer una sucesiรณn de fotogramas fรกcilmente entendibles; entre los que no falta el ingenio y que componen un producto con moraleja efectiva, sentimentalismo humano, malvados estereotipados hasta en el tupรฉ y alguna que otra ocurrencia marca de la casa, que arranca la sonrisa sin medias tintas (quizรก, lo mejor estรฉ en la escenificaciรณn de la falsa llegada a la Luna, a travรฉs de un platรณ con un comandado por un seรฑor que se parece horrores a Stanley Kubrick).
Todo un muestrario que contribuirรก probablemente a vender la pelรญcula fuera de las fronteras espaรฑolas (mucho mรกs, si a esto se suma la inclusiรณn del hit compuesto por Auryn, la boy band hispana con cachas a lo One Direction).
Sin embargo, tanto fuego de artificio deja entrever un poco las carencias de un filme que sucumbe ante los efectos amortiguadores y confusos de una globalizaciรณn que borra el poso de lo autรณctono.
Jesรบs Martรญn
COMENTA CON TU CUENTA DE FACEBOOK