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sábado, abril 20, 2024
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Bajo la Misma Estrella ***

Bajo la Misma Estrella ***Buena y sólida historia de amor, no olviden llevar pañuelos. Lo que para muchos puede parecer un fenómeno para adolescentes más, que nace de una novela y que puede no tener ni chicha ni alma ni siquiera un mínimo de interés, es en realidad una compleja película que habla del amor, a todos los niveles, no sólo del romance adolescente, sino del amor entre padres e hijos, del amor a la vida, de la lucha por amar o seguir amando, de la enfermedad y cómo lidia uno y sus seres queridos con ella, del amor al humor o la ausencia de humor… De todo lo que puede rodear a una joven que cree que su vida está acabando antes de empezar, pero que descubre su error, y encuentra las ganas de vivir junto a una persona que la convencerá casi sin proponérselo que sólo un día más en este pequeño mundo ya merece poner todo el esfuerzo y dedicarse a disfrutarlo. La película es, a todas luces, una buena película. Con una base muy potente sobre la que se sustenta, que hace incluso sus momentos más ñoños, soportables para el público menos interesado en el romance. Aprovecha un gran reparto y crea, ante todo, la sensación de estar viendo a gente real enfrentarse a un problema terrible y real. Y hablo por experiencia familiar. Luego ya, cada uno, puede decidir que el género no le convence, que no le interesa el drama romántico o similar. Pero al César lo que es del César. Bajo la Misma Estrella no es Crepúsculo. Juega en otra liga.




La novela de Josh Green se ha convertido en todo un fenómeno a lo largo y ancho del mundo, convirtiendo la película en Estados Unidos en un fenómeno y uno de los éxitos inesperados del año, con más de 100 millones recaudados, el apoyo de la crítica y apenas 12 millones de presupuesto. Comiéndose por el camino películas como Al Filo del Mañana, que no tuvo nada que hacer contra el efecto Bajo la Misma Estrella. Una sorpresa pero que está muy lejos de otros fenómenos para adolescentes en consistencia, guión, interpretación y dirección. Con todas las distancias a salvar, sin tener nada que ver en temática, pero sí en el esfuerzo puesto por sus responsables, está más cerca de Los Juegos del Hambre o Divergente, con la que comparte protagonista femenina, Shailene Woodley. Incluso el otro actor protagonista, Ansel Egort, interpreta un personaje secundario en Divergente. Y todo en una película de un casi novato como es Josh Boone, que se desenvuelve de maravilla en casi todos los momentos de la película.

La historia es sencilla pero según avanza comienza a complicarse, para bien. Una joven con cáncer, seguramente terminal, deprimida, con un tremendo sentido del sarcasmo y el humor más negro imaginable, antisocial y algo asustada aunque no lo reconozca, conoce en un grupo de apoyo a un joven que ha superado la enfermedad y que vive lleno de alegría, de positivismo, con el mismo sentido del humor que ella y con mucho que mostrarle para que finalmente salga del cascarón y se enfrente al mundo y a su condición. La vitalidad de él choca continuamente con los frenos que ella se pone en su vida y no sólo los que la terrible enfermedad del cáncer le impone. Lógicamente surgirá el amor, pero la película no se apresura a llegar a esa conclusión. No fuerza las cosas, deja que fluyan. No he leído la novela, pero imagino que será similar. Y hay que alabar el trabajo de dos guionistas con mucho talento como Scott Neustadter y Michael H. Weber, guionistas de The Spectacular Now (también con Woodley) y de 500 Días (juntos).

Es en la labor de los guionistas en la que uno descubre la calidad de la película. Su traslado del humor socarrón y negro de los enfermos de cáncer (el amigo con cáncer de ojo es sensacional en sus pocas apariciones. De hecho, algo más de su presencia sería bueno para la película). En ese humor cualquiera que haya pasado por lo mismo, directa o indirectamente, encuentra mucho de verdad, de realismo. Como en los dos jóvenes protagonistas, magníficos ambos, creíbles, honestos, sin estridencias ni histrionismos, o los actores adultos como Laura Dern, Sam Trammell o Willem Dafoe son el perfecto apoyo maduro a los personajes jóvenes. Sobre todo en el caso de Laura Dern, cuya relación con Shailene Woodley es uno de los motores de la trama, y para mí más interesante que la historia romántica central.

Porque si algo lastra Bajo la misma Estrella es su historia de amor. No, no digo que no tenga que haber romance, sobre todo cuando es el corazón de la trama y su parte más importante. No, tampoco digo que los protagonistas no tengan química, que la tienen y muy bien presentada. Pero les sobra edulcorante en determinados momentos, sobre todo con el viaje a Ámsterdam y con el tema de la cena, o la noche en la habitación entre ellos, que cae en todos los tópicos y en todos los momentos más… irreales de la película. Algunas líneas de diálogo, demasiado recargadas y literarias, tampoco funcionan ni ayudan a que el espectador ajeno a la novela siga la película con interés.

Tampoco es Josh Boone el director más arrebatador visualmente, aunque juega muy bien con los actores y les deja a sus anchas para llenar la pantalla con sus historias. Pero es el drama de la enfermedad lo que mejor funciona, lo que coge a los personajes y a los espectadores del pecho y los lleva a un final comedido, sutil (muy relacionado con la novela que ambos leen en todos los sentidos) y emotivo, que consigue que el público se emocione y salga con los ojos empañados. Que al final es de lo que se trata en una película así. Que emocione, que llegue al espectador, que lo haga sin demasiado artificio. Y Bajo la Misma Estrella lo consigue por completo.

Miguel Juan Payán

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