Pequeña película, drama y fantasía, que se hace grande según avanza la historia. Una última nominada a los Oscars de este año que ha sorprendido a todo el mundo por su presencia entre las nominadas, lo que no quiere decir que no se lo merezca, pero quizá sí que había películas que tenían más papeletas para entrar en la lista de las elegidas. Gran historia tras su sencillez inicial, gran trabajo de actores y economía de recursos narrativos, en una película que tiene pocos diálogos, y los que tiene importan de verdad. Ahora, con todos mis respetos para una gran película, que lo es, que el director novato Benh Zeitlin haya sido nominado a mejor director por encima de Ben Affleck, Kathryn Bigelow o Quentin Tarantino, eso me parece demasiado. Porque, sinceramente, las tres propuestas son mejores películas y están mejor dirigidas que Bestias del Sur Salvaje. Sin restarle méritos, repito, a esta joya.
La historia nos traslada al sur, a una comunidad que vive en casas hechas de restos que, debido a que los polos se están fundiendo, empieza a ser poco a poco inhabitable. Allí vive Hushpuppy con su padre Wink, hombre complicado de talante explosivo empeñado en endurecer a su hija y hacerla más fuerte. La extraña enfermedad que contrae Wink desata una serie de catástrofes, inundando la región tras una tormenta, y liberando a los aurochs con el deshielo, unas bestias ancestrales que arrasan con lo que encuentran en su camino hacia Hushpuppy, quien a su corta edad, deberá lidiar con todo ello. Y sí, la trama es algo… compleja porque realmente no hay una trama, son más bien retazos de una historia, partes de un relato que, a veces, se antojan incompletos, pero siempre fascinantes.
No es una película fácil, ni para todo tipo de públicos. Es sencilla en apariencia pero esconde una enorme complejidad en sus saltos de equilibrista. Poética, más que narrativa, centrada siempre en esa niña prodigio que es Quvenzhané Wallis, en su poderosa mirada, en su fuerza y las lecciones que aprende (ojo a las peleas con su padre, sensacional también Dwight Henry debutando en cine). Hushpuppy se convierte en un personaje casi tan mitológico como los aurochs, prueba de que la necesidad agudiza el ingenio, con la imaginación e inteligencia de una niña por bandera.
Arriesgada y valiente, terrible a veces, a veces tierna. El mosaico poco a poco empieza a cuadrar, y cuando quieres darte cuenta (el momento del autobús), los personajes han calado en ti, con toda su locura y presencia, como el juego con la camiseta o las charlas con la desaparecida madre. Eso nos lleva a un final poderoso y vibrante, que nos habla del amor, de la pérdida, de lo que nos hace crecer. Sí, tiene un ritmo demasiado… peculiar. Sí, es demasiado consciente de que no es una película para el gran público. Y sí, quizá podía ser mucho más accesible. Pero entonces no tendría esa carga poética, ni esa tristeza sin lágrimas (no se llora por lo que se pierde, se celebra), ni esa fuerza. Sería otra película. ¿Mejor, peor? Quién sabe. Lo que ofrece ésta no es moco de pavo. Una película imperfecta, sí, pero mágica.
Jesús Usero
Opiniones del público a cargo de nuestro redactor Víctor Blanco. Follow @veblanco
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