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martes, septiembre 10, 2024
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Biutiful ***

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Tienen los universos de Alejandro Gonzรกlez Iรฑarritu (o el universo, porque al final todo cae siempre en el mismo saco), a mi modesto modo de ver, algo que los hace ciertamente incรณmodos de ver. No porque me estรฉn revelando verdades terribles que no quiera admitir. Sino porque a veces de puro traumรกticos resultan excesivos. Abrumadores pero no en el buen sentido de la expresiรณn. Cargantes, pesados, cansinos si lo prefieren. Todo es tan negro, que muchas veces uno acaba por no ver nada.

Porque en el mundo del director mejicano, las cosas siempre pueden ir a peor. A mucho peor. Cuando piensas que los personajes han tocado fondo y que el mundo se ha despedazado hasta el lรญmite, el director te muestra que aรบn se puede caer mรกs abajo. Que aรบn se pude sufrir mรกs. Y es esa pasiรณn por el sufrimiento ajeno, por estudiarlo como si se tratase de un experimento cientรญfico, lo que me saca de una pelรญcula. En Biutiful, ademรกs, parece llevar este teorema hasta el extremo.

La historia de la pelรญcula es la de un padre en la parte mรกs humilde y depresiva de Barcelona, esa que no sale en los anuncios porque nadie quiere que pensemos que las grandes urbes tienen barrios asรญ, que un dรญa descubre que tiene cรกncer y va a morir. No es que el personaje vea la luz e intente cambiar su vida (es un golfo que vive de lo que venden los inmigrantes por la calle), simplemente vemos cรณmo intenta tristemente despedirse y dejar un futuro a sus hijos.

Pero, claro, si aquรญ todo el mundo es opresor brutal u oprimido sin respuesta, en la versiรณn mรกs canalla y salvaje que se pueda experimentar, si no hay grises ni tรฉrminos medios, si todo es extremo (excepto el personaje protagonista) y sรณlo quedan locos, enfermos o abusadores en el mundo, mejor que alguien apague las luces y nos vayamos todos al cuerno. No se trata de optimismo, sรณlo de ver que en la calle hay mucho desgraciado, pero tambiรฉn mucha gente corriente que lucha y trabaja y sueรฑa, con vidas grises en este triste mundo gris. No todo el mundo se muere, literalmente, de cรกncer.

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Porque, por supuesto, el protagonista tiene una enfermedad completamente incurable, los policรญas todos son corruptos, todos los inmigrantes viven en comunas y venden su alma por cuatro perras, y si encima eres opresor, tranquilo, que seguro te cae la desgracia de ser homosexual oculto en el armario en una sociedad que te colgarรญa si descubriese la verdadโ€ฆ Todo estรก llevado un punto mรกs allรก de lo elegante (a la hora de narrar) hasta el exceso, lo que en muchos casos lleva a desconectar y olvidar lo que estรกs viendo.

Hay una subtrama en la pelรญcula, la de los inmigrantes chinos en el taller ilegal, que es perfecta para entender a quรฉ me refiero. Cuando crees que lo peor ya ha pasado, Iรฑarritu te demuestra que aรบn se puede pasar peor, incluso los muertos no llegan a descansar nunca. Creo que hasta en las peores de las miserias, la gente busca motivos para sonreรญr, hasta con los detalles mรกs nimios. Y de eso nunca hay, o hay bien poco, en Biutiful y en el cine en general de este director. No sรฉ si serรก sadismo o masoquismo, si es que se siente ejecutor o partรญcipe de tanto dolor, pero algo nunca termina de encajar.

Y mira que Biutiful tiene mimbres de gran pelรญcula. Entre ellos un Javier Bardem colosal, รบnico, magistral, dando vida a un padre que vive de trapicheos varios, con dos hijos al cargo, una ex mujer depresiva y a la que aรบn ama y un hermano que tiene mรกs peligro que รฉl. Y รฉl se empapa de ese papel, de ese hรฉroe de novela en busca de redimir algunos de sus pecados, incapaz y enfermo. En cierta medida recuerda al magistral papel al que el actor dio vida en la no menos magistral Dรญas Contados. Un tipo de la calle quizรก no muy inteligente, pero listo, honesto y con su propio cรณdigo del honor. Capaz de todo por sus hijos. Luchador a pesar de sรญ mismo.

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En sus gestos se diluye todo lo malo del guiรณn, que por otro lado tiene la virtud de no enseรฑarnos una Barcelona de postal y turistas, sino real, viva, sucia muchas veces, gris, metรกlica, opresiva, enorme, รบnica. Bella incluso donde la fealdad hace su reino. Se agradece que un director que no es oriundo de la ciudad, se empape tanto de la misma para hacerla reconocible y real al mismo tiempo. Un lujo de mundo en el que mover a tus personajes.

Porque si algo sabe hacer Iรฑarritu es mover a los suyos y adentrarlos en esa maraรฑa de sentimientos cada vez mรกs lรบgubre e insana. Su cรกmara es como un bisturรญ que se adentra en la carne y disecciona, a veces apasionada, a veces con distante frialdad, a veces cara a cara, a veces desde la distancia. Y disecciona con precisiรณn e inteligencia. Haciรฉndonos sentir. Mostrรกndonos la verdad y la poesรญa de cada instante.

Pero, claro, para llegar a ese tรฉrmino, hemos tenido que soportar muchas penurias. Y dos horas y medias de metraje que, lo cojamos por donde lo cojamos, es excesivo hasta decir basta. Hay historias que sobran y no llevan a ninguna parte, momentos que no sirven para nada. Lastre narrativo y emocional que cargan la pelรญcula. A veces haciรฉndola insufrible.

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No estรก nada mal el primer vuelo en solitario de Alejandro Gonzรกlez Iรฑarritu, ya sin los guiones de Guillermo Arriaga. Pero el director necesita controlar un poco algunos de sus instintos mรกs bajos. La pelรญcula queda lejos de 21 Gramos o Amores Perros, le falta fuerza y le sobra sufrimiento y metraje. Sus muchos defensores a lo mejor me ponen a caldo, pero ellos mismos, en el fondo lo saben. Ni Babel era una obra maestra, ni Biutiful, pese a su belleza, su poder y sus ganas, es el paso definitivo en una nueva direcciรณn. Pero es un comienzo. Y una buena pelรญcula.

Jesรบs Usero

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