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viernes, marzo 29, 2024
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CINE SLASHER: ¿Cuál es tu película de terror favorita…?

El estreno en España, el pasado 6 de diciembre, de la película Hermandad de Sangre, me dio la idea de dedicar un artículo bloguero al slasher, ese sub-género del cine de terror que, a pesar de surgir en décadas anteriores, vivió un enorme auge a mediados de los 90, cuando una estupenda película cosechó un rotundo y merecido éxito y provocó la masiva llegada a los cines de películas similares. He de reconocer que lo mucho que me gusta esa película, a la que posteriormente me referiré de forma exhaustiva, era la excusa para profundizar en este tipo de cine en el blog, pero lo cierto es que el fenómeno fue lo suficientemente llamativo como para que merezca ser analizado.

Las premisas de este sub-género eran claras y precisas: un grupo de jovenzuelos atractivos ha de escapar de un asesino en serie que trata de vengarse por una afrenta anterior, o, simplemente, porque pasaban por allí…Eso fue lo que vimos una y otra vez en los cines durante el segundo lustro de la década de los 90, y en los primeros años de este nuevo siglo. Y para alguien que frecuenta las salas como yo lo hago, esa reiteración y abundancia de un cine tan limitado y ajustado estilísticamente es un problema, algo así como si en tu restaurante favorito el plato del día fuese siempre el mismo, y no precisamente exquisito…Porque he de admitir que, efectivamente, en este artículo abudan las pelis malas, o directamente horrendas.

Pero ojo, que, como siempre, los inicios fueron interesantes, y estimables en más de un caso. Aunque, si hacemos caso a determinados autores, habrá que concluír que el inicio del slasher fue absolutamente antológico…

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Pues sí, para muchos Psicosis fue el gérmen de este cine. Yo discrepo. Me cuesta reconocer en la obra maestra de Hitchcock ese origen de todo el cine slasher que posteriormente sufrimos, y cuyos méritos cinematográficos se alejan tanto de Psicosis como los de Spanish Movie de El Apartamento. Para mi la historia de Norman Bates que el maestro británico nos contó trascendía mucho más que como simple película de terror, con unos recursos narrativos excelentes y un dominio del lenguaje cinematográfico insuperable, que la sitúan, aún hoy, como una obra maestra indiscutible. Pero supongo que el término slashernavajazo«, «cuchillada«), remite directamente a Psicosis y a la mítica escena de la ducha que permanece en la memoria de todo buen cinéfilo.

También se suele hablar de la obra de Michael Powell El Fotógrafo del Pánico como antecedente del slasher, así como de Blood Feast, de Herschen Gordon Lewis (director de la hilarante 2000 Maníacos). estas tres películas citadas se estrenaron a principios de los 60, pero yo no me resisto a situar el legítimo nacimiento del género que nos ocupa en los 70, concretamente en 1978, con el estreno de La Noche de Halloween, de John Carpenter.

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Porque es evidente que esas premisas básicas del slasher de las que hablaba un poco más arriba estaban ya presentes en una película que supuso un importante éxito en la carrera de un director que ya había apuntado maneras un par de años antes con la estupenda Asalto a la Comisaría del Distrito 13. Carpenter, quien con el tiempo se convertiría en toda una referencia del cine de género, puso la primera piedra en la estructura de buena parte del cine de terror que nos llegaría después. El maníaco enmascarado, su biografía que trata, sino de justificar, sí de comprender las aficiones homicidas del sujeto, y los sangrientos crímenes. Y, en efecto, Jamie Lee-Curtis, quien posteriormente sería considerada «la Reina del Grito» por su recurrente presencia en películas de terror, protagonizaría las primeras carreras de una potencial víctima slasher, escapando del icónico Michael Myers, al tiempo que era también la primera en tomar esas decisiones absurdas que poco o nada ayudaban en su salvación, como subir por escaleras en las que no hay una posible salida…aspectos recurrentes que formarán parte del «libro de estilo» del sub-género.

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Y no quiero olvidarme de posibles referentes anteriores, como La Matanza de Texas, de Tobe Hooper, o ese giallo que triunfó en Italia como una especie de primerizo slasher a la europea, con las hipnóticas obras de Mario Bava o Dario Argento. Y tampoco de dos obras posteriores que se suelen citar aunque se adscriban más a las siempre movedizas arenas del fantástico: Pesadilla en Elm Street de Wes Craven (fundamental nombre éste) y Muñeco Diabólico, de Tom Holland, dos referentes ochenteros que yo sitúo en una línea muy diferente al que aquí nos ocupa. En cambio, Viernes 13, estrenada en 1980, sí acaparó suficientes aspectos que nos remiten al slasher y que le permiten ser considerada como claro antecedente también de lo que vendría posteriormente. La película de Sean S. Cunningham presentaba dos características que bien podrían resumir el cine de terror que conocemos en los últimos treinta años: ese grupo de mozalbetes que sirve de objetivo al maníaco de turno, y la circunstancia del «pasaba por allí», que ha estado presente en multitud de obras, anteriores (La Matanza de Texas, La Última Casa a la Izquierda) y posteriores (Km.666, La Casa de Cera…). En este caso los jóvenes pasaban por el campamento de Crystal Lake, en donde la mamá del mítico Jason ajustaba cuentas a su manera, vengándose de aquéllos a quienes consideraba responsables del trágico destino de su hijo. Otro aspecto importante y recurrente estaba presente por tanto en Viernes 13: el pasado tortuoso y las penurias de aquél que se dispondrá después a acuchillar a todo el que se encuentre.

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Con Halloween y Viernes 13 por tanto como claros antecedentes, llegaron los primeros años de la década de los 90, que conformaron un panorama desolador para el cine de terror. Las sagas clásicas de estas dos películas, así como la de Pesadilla en Elm Street, estrenaban sus últimas entregas, demostrando, por si no hubiese quedado claro, que estaban absolutamente agotadas. Resulta triste comprobar que las primeras películas de estas sagas se han visto salpicadas por tantas y tantas secuelas infectas, que han terminado por perjudicar la consideración que de ellas tiene el espectador, cuando se trata de obras más que estimables (exactamente lo mismo que ocurrió más recientemente con la genial Saw y sus infumables continuaciones, o, en el terreno de la ciencia ficción, con la maravillosa Matrix y los dos bodrios posteriores). Pero llegó 1996, y de repente se abrió una ventana que cargó de aire fresco el viciado cubículo del cine de terror.

Primeros meses de 1997. En España, las revistas especializadas (entre ellas, por supuesto, Acción), hablan de dos películas que están obteniendo excelentes recaudaciones en taquilla en Estados Unidos, y que hacen que se empiece a hablar de un resurgimiento del cine de terror. Las expectativas y opiniones favorables que predominaban y llegaban desde el otro lado del charco no se cumplieron, en mi opinión, con la primera que aquí pudimos ver. The Relic se estrenó en España en 2 de abril de ese 1997 y terminó siendo una mediocre monster-movie basada en la novela de éxito de Lincoln Child El Ídolo Perdido, en la que unos desubicados Penelope Ann Miller y Tom Sizemore se enfrentaban a una maldición milenaria que provocaba que un enorme monstruo apareciese en un museo de Chicago. A pesar de contar como director con el siempre interesante Peter Hyams, responsable de la estupenda Atmósfera Cero, The Relic resultó ser una más de tantas y tantas cintas de terror olvidables. Pero la otra no. La otra resultó ser una maravilla que marco un antes y un después en el cine de sustos…

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Scream era la nueva apuesta de Wes Craven, reputado cineasta que contaba en su filmografía con títulos clave en la historia del cine de terror, como La Última Casa a la Izquierda, Las Colinas Tienen Ojos y, sobre todo, Pesadilla en Elm Street. Su carrera había ido a peor, pero tuvo la fortuna de cruzarse en su camino con un desconocido guionista que firmaría uno de los más originales libretos que uno recuerda en el cine de género. Kevin Williamson debutó como guionista con Scream, y jamás volvió a crear una historia tan buena, tan redonda y tan entretenida. Williamson llegó incluso a eclipsar por un momento al propio Craven, por la relevancia y el reconocimiento de su creación, y pasó a convertirse en el guionista estrella de Hollywood, recibiendo suculentas ofertas por seguir con historias semejantes. Nunca alcanzó un nivel similar, y de toda su obra posterior yo sólo puedo quedarme con la serie de televisión Dawson Crece, una entrañable crónica de la adolescencia inspirada en sus propias vivencias y en la que se dio a conocer Katie Holmes, y Secuestrando a la Srta. Tingle, su debut como director, una divertida mezcla de comedia y thriller con una impagable Helen Mirren.

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Scream era buena desde el principio. Ese prólogo protagonizado por Drew Barrymore, en el que la típica adolescente americana es acosada por un asesino que se presenta con una misteriosa llamada telefónica, supuso, al menos para mi, uno de los momentos más tensos, y, por tanto, mejores,que yo haya vivido nunca en una sala de cine. La misteriosa voz pronto nos gana cuando pregunta a la pobre Casey Becker cuál es su película de terror favorita.  Es sólo el inicio de un torrente de sustos, sangre, emociones, suspense y hasta alguna que otra sonrisa…

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Y a partir de esa terrorífica primera escena, tenemos una trama que recoge varios de los típicos elementos de ese cine teenager de masivo consumo en el cine norteamericano, con el manido instituto y los personajes convenientemente ajustados a los arquetipos más reconocibles, desde Carrie hasta cualquier reciente producción. Pronto se nos explica que el misterioso asesino tiene como objetivo primordial a Sidney Prescott, la protagonista encarnada por Neve Campbell, cuya madre había sido asesinada años antes.

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La acción transcurre con un primoroso ritmo, gracias al inteligente y hábil guión de un Kevin Williamson que situó el listón demasiado alto con su debut. La película no permitía una tregua, y se agradecían especialmente las continuas referencias al cine de terror clasico, de manera que hasta dieciséis películas eran mencionadas en alguna de las escenas. Además, las continuas sospechas sobre la identidad del asesino que el guión iba dejando caer hacían que se disparasen las equivocadas especulaciones acerca de quién se escondía tras el original atuendo del homicida:

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Ghostface fue todo un descubrimiento, con esa máscara inspirada en el cuadro El Grito, del pintor noruego Edward Munch. Scream se estrenó en los Estados Unidos el 20 de diciembre de 1996, y logró una modesta recaudación en su fin de semana de estreno de 6,3 millones de dólares. Pero pronto el boca a oreja empezó a funcionar, y la película terminó amasando la cantidad de 173 millones de dólares en todo el mundo, una auténtica barbaridad para una película de terror. En España pudimos verla el 10 de abril de 1997. El cine de miedo volvía a triunfar y a copar la atención, aunque lo que nos llegaría después dejaría mucho que desear…

Kevin Williamson volvió a la carga con un guión de parecidas intenciones, aunque con mucha menos fortuna. El 17 de octubre de 1997, prácticamente un año después del estreno de Scream en los Estados Unidos, se estrenó Sé lo que hicisteis el último verano, la primera de los muchos intentos de Hollywood por aprovecharse del filón. Pero ni la historia era tan buena ni el torpe director Jim Gillespie supo sacarle partido. Se mantuvieron las premisas básicas, con un reparto lleno de rostros jóvenes y atractivos, con Jennifer Love Hewitt, Ryan Philippe, Sarah Michelle Gellar, Freddie Prinze Jr. o la mujer del tenista Pete Sampras, Bridgette Wilson.

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La película contaba las penurias de un grupo de chicos acosado por los deseos de venganza de alguien que afirma saber la verdad sobre el homicidio involuntario que los chicos habían provocado el verano anterior. Caras guapas y un psycho-killer con atuendo de pescador para una correcta aunque olvidable película, que, a pesar de todo, logró una recaudación de 15 millones de dólares en su fin de semana de estreno, y la friolera de 125 millones a nivel mundial. La gente quería seguir pasando miedo en el cine. A su vez, justo un año después, concretamente el 13 de noviembre de 1998, se estrenaría la secuela, convenientemente titulada Aún sé lo que hicisteis el último verano, ya sin Kevin Williamson en el guión, y que resultó ser un espanto. Pero la taquilla también respondió: 40 millones de dólares sólo en los Estados Unidos, y un fin de semana de estreno de…!16 millones!

Con semejantes resultados económicos, parecía claro que tendríamos slasher para rato. El 25 de septiembre de 1998 llegaría a las pantallas otra vuelta de tuerca a estas historias de asesinos de guapetes. Leyenda Urbana jugaba la baza de esos cuentos aterradores cuya verosimilitud defiende siempre aquél que los cuenta, generalmente ante una audiencia dispuesta a dejarse asustar. En la película, dirigida por Jamie Blanks, el asesino tiene la ocurrencia de hacer que esas leyendas urbanas se conviertan en realidad, lo que le cuesta la vida a varios de los incrédulos protagonistas. En el reparto encontramos a gente interesante como Jared Leto o Joshua Jackson, además de un breve papel de Robert Englund, el Freddy Krueger de Pesadilla en Elm Street.

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La película era más de lo mismo, una sucesión de muertes estruendosas que tenía cierto interés por comprobar el cruel cumplimiento de las tétricas leyendas urbanas. Pero era peor que Sé lo que hicisteis…y, por descontado, estaba a años luz de Scream. La recaudación ya no fue tan elevada como en los casos anteriores, pero aún así dio lugar a una secuela, Leyenda Urbana 2, estrenada el 22 de septiembre de 2000, y cuyo único interés reside en comprobar que supuso el primer trabajo destacable de Eva Mendes y de la compañera de House, Jennifer Morrison…

Pero hay que retroceder hasta 1997. La inevitable secuela de Scream se estrenó el 12 de diciembre, dos años después del triunfo de la primera. La productora Dimension Films no podía dejar pasar la oportunidad de hacer dinero con una marca totalmente consolidada. Wes Craven volvía a ponerse tras las cámaras y Kevin Williamson volvía a hacerse cargo del guión. El resultado, como no podía ser de otra manera, distó mucho de acercarse a la grandeza de la primera, a pesar de un comienzo espectacular con un primer crimen en los aseos de unos multicines.

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La taquilla volvió a ser impresionante, con 172 millones de dólares en todo el mundo, muy cerca de la enorme recaudación de la primera. Tenía que haber tercera entrega, aunque ahí el listón ya bajaría hasta las cloacas. Scream 3 se estrenó el 4 de febrero de 2000, y aunque mantenía a Craven como director, Ehren Kruger sustituiría a Williamson como guionista. Kruger, responsable de los buenos guiones de Operación Reno (John Frankenheimer) o La Señal (Gore Verbinski), escribió una historia patética, que no hacía sino alargar de forma ridícula la agotada trama de las dos anteriores películas. Recaudó 161 millones de dólares, otra cantidad astronómica, pero definitivamente, la saga estaba cerrada…

 

Sólo un mes después del estreno de esa horrible secuela, se estrenó una película que, sin ser una maravilla, sí suponía una cierta renovación de la fórmula iniciada por Scream. En Destino Final, había jóvenes amenazados, pero no ya por un loco asesino, sino por la mismísima muerte. En efecto, la señora de la guadaña se encargaba personalmente de que sus designios se cumpliesen, lo que en la película no era de todo factible debido a las capacidades visionarias del joven encarnado por Devon Sawa. Su personaje evita  su muerte y la de sus amigos al impedir que cojan un avión que terminará estrellándose, alterando de este modo su trágico destino.

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Destino Final es recordada, sin duda, por las espectaculares muertes que se suceden durante toda la película, todas ellas producidas a partir de casualidades y hechos aparentemente vacuos. James Wong rodó sin duda su mejor película, lo cual tampoco es decir mucho teniendo en cuenta que su filmografía incluye cosas como El Único o Dragonball Evolution. Los 112 millones de dólares recaudados en todo el mundo propiciaron tres secuelas, la última de las cuales hemos podido ver hace pocos meses, con la novedad de que fue concebida en 3D.

Otra correcta película fue Cherry Falls, totalmente adscrita a los tópicos del género, pero con la novedad argumental que suponía el hecho de que el asesino sólo se cargaba a las chicas vírgenes de un pequeño pueblo. De repente el sexo salvaba vidas, y darse un revolcón era la mejor forma de persuadir al malo. La película, estrenada el 20 de octubre de 2000, resultaba entretenida, y contaba en el reparto con la tristemente desaparecida Brittany Murphy. El director era el australiano Geoffrey Wright, responsable de alguno de los primeros trabajos de Russell Crowe en su país natal.

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El director de Leyenda Urbana, Jamie Blanks, volvió a torturarnos con otra película slasher aún peor. Un San Valentín de Muerte se estrenó el 2 de febrero de 2001, y jugaba la baza de contar con uno de los mitos sexuales del recién estrenado siglo. Denise Richards había seducido a todos en aquel disparate que era Juegos Salvajes, en donde precisamente tenía como compañera de juegos a Neve Campbell, la protagonista de Scream. En Un San Valentín de Muerte volvió a exhibirse en una película horrenda en la que también pudimos ver al ángel televisivo David Boreanaz.

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En una época en la que Hollywood tiene como problema fundamental la escasez de ideas originales, las majors recurrieron a sus antiguos éxitos para explotar títulos míticos bajo el aspecto de películas slasher mediante remakes que poco o nada aportaron. A partir de 2003 volvimos a contemplar las hazañas de Caracuero, Jason y Michael Myers, en películas repetitivas y carentes de interés.

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Abrió la veda La Matanza de Texas, producida por Michael Bay y con la dirección de Marcus Nispel, un especialista en videoclips que se encargaría también de la nueva versión de Viernes 13. La emergente Jessica Biel sería la cara visible de una producción que cumplió en taquilla, hasta el punto de que New Line se decidió a rodar una precuela, que trataba de mostrarnos los orígenes del bárbaro de la motosierra. Jonathan Liebesman la dirigiría, estrenándose en 2006.

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En 2007 se estrenó el remake de La Noche de Halloween, a cargo de Rob Zombie, un músico metido a director cuyas dos anteriores películas, La Casa de los 1000 Cadáveres y Los Renegados del Diablo habían tenido cierta relevancia. Pero su Halloween fue otra flojísima película que en nada superaba al original de John Carpenter. La secuela del remake está pendiente de estreno en nuestro país.

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Yo personalmente me quedo con la vuelta de Myers en 1998, una película que recuperaba el duelo entre la Laurie interpretada por Jamie Lee Curtis y el asesino de la máscara blanca, veinte años después de su enfrentamiento inicial. Steve Miner contó con el apoyo del propio Carpenter y de su mujer Debra Hill, quienes figuraron como productores, y dirigió una entretenida película, con esa gran escena en la que víctima y asesino se ven las caras después de dos décadas con una puerta en medio:

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Y, a la espera de ver el remake de Pesadilla en Elm Street que se estrenará este año, sólo nos queda recoger el de Viernes 13, estrenado en 2009 y que probablemente sea la peor muestra de esta absurda manía de volver a hacerlo todo. Absolutamente nada aportó esta vuelta al campamento de Crystal Lake.

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Y así estamos ahora. Remakes de clásicos de los 70 y 80 con alguna nueva historia que no se sale de los cánones establecidos por el slasher en los últimos veinte años. La última muestra de mediocridad, la recientemente estrenada entre nosotros Hermandad de Sangre, cuyo aspecto más destacable es la presencia en el reparto de Carrie Fisher, y de la hija de Bruce Willis y Demi Moore, Rumer Willis. Y, para seguir con la tendencia, se trata de una nueva versión de una película de los 80 que, eso sí, no alcanzó la relevancia que sí tuvieron los originales antes citados.

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Pero no podía terminar este repaso al cine slasher sin mencionar un par de variaciones del concepto original. Una prueba de la trascendencia del género es que tuvo su correspondiente parodia, inaugurando en el año 2000 la interminable saga de películas que tienen la coletilla …Movie en su título. Scary Movie fue un éxito espectacular, y logró una increíble recaudación de 278 millones de dólares en todo el mundo. Los hermanos Wayans, cómicos de relativo éxito hasta entonces en su país, se encargaron de rodarla, escribirla, producirla e interpretarla, y obtuvieron luz verde para tres secuelas, eso sí, a cada cual peor.

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Otra parodia igual de horrenda sería  Me parece que..sé lo que gritasteis el último Viernes 13, cuyo título presagiaba el nivel de la cinta…

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Finalmente, sólo me queda recordar las aportaciones que nos llegaron fuera de Hollywood. De Alemania nos llegó Anatomia, protagonizada por la estrella teutona Franka Potente, quien a raíz del éxito de esta película y de la estupenda Corre Lola, Corre, logró hacerse un nombre en el cine americano. Anatomia fue dirigida por Stefan Ruzowitzki, quien supo rodar una inquietante historia sobre una facultad de medicina en la que un asesino amenaza a los jóvenes estudiantes. La cinta obtuvo un importante reconocimiento, lo que provocó la producción de una secuela, sensiblemente inferior.

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Y, en España, también tuvimos nuestras muestras de escaso talento. Varias fueron las películas que trataron de llegar al público joven que acudía en masa a las salas para ver los slasher americanos. Pero pocas, o prácticamente ninguna lo logró. Cosas como No Debes Estar Aquí, Tuno Negro o Más de 1000 Cámaras Velan por tu Seguridad resultaron especialmente vomitivas. Los proyectos más ambiciosos corrieron a cargo de Álvaro Fernández Armero con El Arte de Morir, y de Carlos Gil con School Killer.

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El Arte de Morir fue una fallida propuesta que tras un prometedor comienzo se desinflaba debido al ingenuo y ridículo guión. Presentó un reparto muy competente, formado por varios representantes de una nueva hornada de jóvenes actores que provenían de la inagotable cantera de las series televisivas. Pero la película dejaba muy mal sabor de boca, con un desenlace ciertamente desconcertante y estúpido. Mejor sensación causó School Killer, que además de su original trama, tenía el añadido de contar como villano con el entrañable y mítico Paul Naschy, nombre que no podía faltar en todo artículo sobre cine de terror que se precie…

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Y hasta aquí este recorrido por un género cinematográfico que suele dar una de cal y muchas de arena. Supongo que me habré olvidado de alguna, pero espero que haya servido para recordar esa (molesta) tendencia de exprimir hasta el límite el éxito de una propuesta. Scream abrió la veda, pero ninguna se le acercó. Los buenos aficionados al cine de género seguiremos esperando una buena película de miedo, de esas que te mantienen en tensión en la butaca y que hacen que la chica de tus sueños quiera sentirse protegida en tu regazo. Bueno, no nos engañemos, para eso da igual que la peli de terror sea buena o no, bribones…

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