Crítica de la película Ava
Un vehículo de acción confeccionado para el lucimiento de Jessica Chastain que intenta hibridar sin suerte la franquicia de John Wick y Atómica con el drama familiar.
Una mediocre propuesta de acción que ni siquiera saca provecho de su espectacular reparto. Eso es lo que nos encontramos en la nueva película de Tate Taylor, realizador de Criadas y señoras o La chica del tren, que se zambulle con Ava por primera vez en el género, con una Jessica Chastain en plan espía y femme fatale. Con semejantes mimbres, y acompañada por John Malkovich, Colin Farrell y Common, el proyecto prometía; pero las escenas de acción resultan monótonas y aburridas y, como ocurría en La chica del tren, el realizador tampoco entiende del todo los mecanismos del thriller, por lo que la película solo encuentra sus escasos buenos momentos en el terreno dramático.
En Ava, Jessica Chastain interpreta a una asesina de una organización de operaciones secretas que tras una misión fallida decide tomarse un merecido descanso. Tras un pasado turbio que la llevó al ejercito y años separada de su familia, opta por regresar a casa, recuperar la relación con su hermana y cuidar de su madre. Sin embargo, toda misión fallida tiene un coste y Ava se ve obligada a luchar por su propia supervivencia. Esa parte de thriller de espionaje, muy poco ambiciosa y cargada de clichés, funciona mejor como propuesta para un piloto de una serie televisiva que como argumento para una película comercial como pretende ser esta. De hecho, el anticlimático final con el asesino que da caza a Ava evidencia, por un lado, la vaga caracterización de los personajes del film, pues el comportamiento del villano, que apenas goza de tres escenas, no concuerda con el del resto de la película; y por otro, que Taylor está más interesado en la parte dramática, especialmente en la relación del personaje de Ava con su madre y el oscuro secreto que la espía ha tenido que cargar a sus espaldas los últimos años. Ahí reside el verdadero interés de esta película, que se ve enturbiado por el inoperante entramado, utilizado como cebo por el director para introducir lo que realmente quería contar, y por los diversos secretos familiares que llevan a la protagonista por innecesarios caminos que enredan emocionalmente la historia.
Si el director quería desmarcarse de otros films semejantes debería haber apostado más fuerte por el drama de esta espía con tendencia a la autodestrucción y su esfuerzo por reencontrar su sitio en una familia desestructurada. Al navegar entre dos aguas en apenas hora y media, el material dramático no está lo suficientemente desarrollado y en la parte puramente de acción pierde cualquier comparativa posible con el trabajo de Charlize Theron como espía en el pasado. No por cuestiones interpretativas, pues la actuación de Chastain está muy por encima del libreto y las coreografías de acción, sino porque detrás de las cámaras en Atómica se encontraba un realizador como David Leitch. Comparen la escena de la discoteca de Ava con la de John Wick y lo entenderán. Cuestión de estilo.
Alejandro Gómez
★
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