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Crítica Avatar 2 El Sentido del Agua ★★★★★ (2022) por M.J.P review

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Crítica Avatar 2 El Sentido del Agua.

Mucho mejor que la primera, visualmente brillante y con un buen guion.

No se le puede pedir más. Avatar: El sentido del agua, lo hace todo bien. Proporciona al espectador una inmersión total con un despliegue de efectos visuales, animación y tres dimensiones que literalmente nos pone en medio de la selva o bajo el agua, entre los propios personajes. Posee además un ritmo perfecto que en el desenlace a aumenta aún más jugando con acciones en paralelo en una tensión que da vértigo. Su metraje de tres horas y doce minutos pasan sin que te des cuenta y tiene unos últimos 45 minutos de absoluta trepidación donde explota con gran habilidad todo lo que ha sembrado previamente.

La primera película evidenciaba el talón de Aquiles de Cameron: los guiones. Esta no. En absoluto. La primera era en el guión una variante de la leyenda de Pocahontas, eso sí, con un despliegue visual absolutamente revolucionario llevando la tecnología de captura de movimiento y 3D a nun nuevo nivel de excelencia. Pero Cameron firmaba el guion en solitario.

En Avatar: El sentido del agua el guion viene firmado por Cameron  junto con Rick Jaffa y Amanda Silver, un refuerzo que se hace notar en la solidez y madurez de la película frente a su predecesora a la hora de desarrollar personajes y arcos argumentales que se van solapando para tejer una propuesta de conjunto que da cien vueltas al esquemático guion de Avatar. El resultado es una historia muy sólida sobre la familia y el legado, una trama de padres e hijos muy bien desarrollada, que acierta al recalibrar el protagonismo en solitario de Jake Sully en el primer largometraje en un protagonismo colectivo de éste, su esposa y sus hijos, la tribu de los Sully, por decirlo así, en la que esa nueva generación de refuerzo encuentra sitio suficiente para desarrollar un protagonismo pleno de sus integrantes, mejor que lo que nos ofreció la primera película. El arco de los personajes es también más interesante, más pleno y sugestivo, ejemplo de ello es el camino que hace el antagonista con Spider, o el propio Spider con el antagonista, o esas secuencias en paralelo de Quaritch siguiendo los pasos que diera con los dragones en la película anterior Sully, mientras Sully tiene que volver a adaptarse y entrenarse en otro ambiente que no domina.

Crítica Avatar El Sentido del Agua

Ese guión me ha recordado mucho en su primera fase el Tarzán de Edgar Rice Burroughs, evolucionando hacia una propuesta estilo La guerra de los mundos, novela en la que H.G. Wells buscaba poner al lector en la piel de las tribus nativas barridas por las potencias colonialistas tecnológicamente superiores, cosa que también hace esta película.

Además, Avatar: El sentido del agua no reniega de su vínculo con el western aunque al mismo tiempo esgrima como fondo base el género de aventura y ciencia ficción, añadiendo en el desenlace, con la manera de visualizar el personaje de Kiri y su proceso de comunión con la naturaleza incluso el cine fantástico.  Y en esa parte de ejercicio de visita y reinvención a los códigos y características del western encontramos otro aporte interesante en el que resulta mucho más sólida que Avatar en la manera en la que, por decirlo en lenguaje coloquial, le da la vuelta a la tortilla en lo referido a protagonismo/antagonismo. Los nativos son los protagonistas frente a los humanos invasores, un giro copernicano a la manera habitual en la que se concibe el western clásico.

Pero, ojo, no hay pancartismo gratuito o facilón. Hay tesis bien defendida que tira por el camino del ecologismo y la comunión con la naturaleza, pero sin ponerse pedante ni subirse al púlpito. Ese asunto está tratado con una elegancia y de forma sutil que para sí quisieran muchas de las películas cuyos artífices presumen mucho más de aportar valores. Y en ningún caso esa tesis se pone por delante del entretenimiento  y la identidad de la película como producto de ocio maduro, sólido, bien hecho, de calidad, que lo es tanto más por no confundirse a la hora de establecer prioridades a la hora de entenderse con el espectador.

James Cameron ha vuelto. Y ha vuelto como el mejor James Cameron. El enérgico y demoledor. El que sorprendió en Terminator, brilló en Aliens: El regreso y rompió la taquilla con Terminator 2: El juicio final. En ese sentido hay que reparar en que Avatar: El sentido del agua es en cierto modo un ejercicio de reflexión de James Cameron sobre su propio cine, repleto de guiños visuales a sus anteriores, películas, e incluso a otras referencias. Encontramos planos como el despliegue de los invasores con refuerzos mecánicos que avanzan recordando los planos del futuro dominado por las máquinas en Terminator y Terminator 2, o a la general practicando con un exoesqueleto que recuerda el que utilizaba Ripley en su batalla final de Aliens: El regreso, mientras los comandos Recom dirigidos por el antagonista nos traen a la memoria a los marines dirigidos por un antecedente de la naturaleza y personalidad del coronel Quaritch, el personaje interpretado por Michael Biehn en Abyss, y es realmente difícil no reparar en que el desenlace alterna momentos muy Titanic con momentos muy Aliens: El regreso, a lo que hay que añadir esa referencia visual al momento Hamlet que le otorga cierto aire shakespeariano al coronel, quien a través de uno de sus diálogos hace también un guiño a El mago de Oz: “Ya no estamos en Kansas”. Hay mucho cine y mucha ciencia ficción bien leída, absorbida y volcada como fuente de inspiración en esta película, por ejemplo en esas velas solares que son el método de desplazamiento de las naves humanas camino de Pandora, o en la manera de dejar flecos en el diálogo de explicación de la general sobre por qué han vuelto los humanos a esa luna tan lejana de la Tierra, con un propósito colonizador que, volviendo a la reformulación del western, establece la pincelada de La conquista del oeste abordada por el clásico en sistema Cinerama que respondía por con ese título y, como esta película, utilizaba la novedad tecnológica en la filmación con tres cámaras sincronizadas y proyectadas con tres proyectores de 35 milímetros sincronizados, buscando crear una sensación del espectador en la pantalla que finalmente en su máxima expresión y con el 3D ha logrado Cameron con sus viajes a Pandora.

Llegados a este punto hay que señalar que los trece años que ha invertido Cameron en este proyecto, que es también una declaración de amor del director por el líquido elemento, el océano y la naturaleza en general, han dado un fruto espectacular en lo que se refiere a avance tecnológico respecto a la primera película, poniendo un listón actualmente imposible de alcanzar por otras películas en Avatar: El sentido del agua. Cameron no exagera cuando dice que cualquier otro efecto visual del cine de nuestros días no está a la altura de los que él pone sobre la pantalla en esta película. Tampoco exagera cuando afirma que vamos a querer ir a ver esta película varias veces, lo que es fundamental para convertirla en un éxito de taquilla lo suficientemente rotundo y abrumador como para garantizar la plena rentabilidad de la inversión y el esfuerzo realizado en sacar adelante esta película. Mi opinión es que llegará a superar la taquilla de Avatar, y además va a ser un título que reconduzca el cine de superproducción a un nuevo nivel y territorio no explorado hasta el momento. Es la película perfecta para que los espectadores vuelvan a las salas del cine, porque para disfrutarla en su plenitud no hay otro remedio que verla en 3D y en una pantalla apropiada a la excelencia visual que Cameron nos propone en esta auténtica revolución que es Avatar: El sentido del agua, confirmándole como el gran pionero del cine en el territorio del avance tecnológico y uno de los maestros del cine de acción fusionado con los efectos visuales.                                                              

Miguel Juan Payán

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Miguel Juan Payán
Profesor de Historia del cine, Géneros cinematográficos y Literatura dramática

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