Crítica de la película Balas y Katanas
Divertida película de acción y artes marciales española que no duda en reírse de todo y de todos.
Y en hacer de la necesidad virtud. Rodada con un presupuesto casi inexistente, con muchas ganas y con mucho trabajo delante y detrás de las cámaras, Balas y Katanas es esa película que todos desearíamos haber rodado alguna vez con nuestros amigos, aquí al servicio de las artes marciales ya que tanto su director y protagonista, Nacho Serapio, como sus acompañantes en la aventura, José A. Marín y Víctor Hugo Anton Román, son expertos en el tema y se han acompañado muy bien para, sobre todo, entretener y divertir a la audiencia. No piensen en Extremo, que tenía muchos medios y se notaba, piensen en lo que hubiese sucedido con Karate a muerte en Torremolinos si fuese igual de gamberra, pero menos surrealista.
La trama no puede ser más sencilla y es una excusa para lanzar la aventura. Al sensei Marín, cuando está mostrando en Youtube un ejercicio con katana, le avisan de que han secuestrado a su hija, por lo que en compañía del cámara y su amigo (y un invitado inesperado) se lanza a una persecución intentando llegar a tiempo para rescatar a su hija de los secuestradores, lo que hará que se descubra una trama criminal compleja a la que quizá sean ellos los únicos que puedan poner freno. Diálogos cargados de humor, mucha incorrección política, una falta absoluta de vergüenza y muchas ganas de hacer al espectador pasar un buen rato. Ni más ni menos. Y lo consiguen.
Hay un punto amateur en la cinta que no es excesivo pero que se sigue notando, tanto en las interpretaciones como en la presentación, debido a esa falta de recursos. Pero es cierto que eso se suple con mucha química entre los protagonistas (aunque creo que necesitan un punto más de naturalidad, dicho con todo el cariño) y mucho humor, al que se suma la presencia de David Prnze dando vida a Pablito, un personaje inolvidable. También hay algún rostro más que conocido que se asoma a la película y que ayudan con la sensación de incredulidad que uno tiene al ver la película. Para bien. Porque pese a las posibles reticencias iniciales, la película consigue hacer reír desde el inicio…
Las coreografías funcionan, el ritmo ayuda (quizá se alargue un poco) y la idea de rodar todo con una cámara que simula durante gran parte de la película un plano secuencia y que cuenta la historia en tiempo real, funciona. Funciona más que el tramo final, narrativamente, pero eso mejor que lo descubra el espectador. El guión es sencillo, a veces una simple excusa para la acción, y no tiene que ser más porque la película busca ser una comedia, incluso una parodia de sí misma. Se ría de sí y de sus incoherencias, se ríe de todo, con un juego muy inteligente, que el cámara de la película (y se nota el curro entre Víctor y Nacho como cámara/actor y director/actor para que la narración funcione) sea la voz de la audiencia muchas veces. Todo encaja con su humildad. Y sí, hay mucho que mejorar, a nivel de historia, interpretación y dirección. Pero si han conseguido esto sin dinero y rodando a escondidas… Qué no podrán conseguir cuando las cosas cambien…
Jesús Usero
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