Crítica Los Caballeros del Zodíaco película dirigida por Tomasz Bagiński con Mackenyu Arata, Madison Iseman, Famke Janssen
Muy floja adaptación del manga original.
Los Caballeros del Zodíaco es una historia que a España llegó en su versión anime inicialmente con la llegada de las televisiones privadas, y que fue de aquella segunda oleada de animación japonesa que hizo que muchos se aficionasen a ella, de la mano también de Dragon Ball, Campeones y otras series y películas que arrasaron en aquella época. Hay mucha gente que le tiene un enorme cariño al anime y al manga de Masami Kurumada, y ellos son quienes van a sufrir más esta adaptación mediocre y carente de alma, que quiere abarcar demasiado pero nunca alcanza a conseguirlo. No tiene los medios necesarios, pero sobre todo le falta un guión de peso, una historia lo suficientemente interesante como para que la audiencia se interese por lo que está sucediendo. Y también algo de cariño por el material que adapta. No fidelidad, ojo. Cariño, que no es lo mismo.
En una adaptación, el espectador debe estar preparado para que haya cambios. Aquí en una mezcla entre la última de Mortal Kombat (pero sin su descaro y violencia extrema), Rompiendo las reglas y una película de serie B, nos encontramos que la diosa Atenea se ha reencarnado en una joven llamada Saori (parece ser que han conservado en castellano los nombres originales y no los norteamericanos, al menos eso dejaron ver los subtítulos de la versión original que vimos), mientras que su padre adoptivo intenta encontrar a los destinados a convertirse en sus caballeros antes de que los localice una organización que busca destruir a Saori antes de que se convierta por completo en Atenea. En esa guerra se cruza Seiya, destinado a ser el Caballero de Pegaso, si supera unas duras pruebas y acepta su destino. No, la historia no es la más original del mundo, pero lo peor es la forma tan rutinaria en la que está escrita. Ahí se nota la falta de cariño por el anime y el manga.
Hay diálogos mediocres y formas horribles de sacar a los personajes de situaciones imposibles. Hay cambios radicales en los personajes que no tienen sentido, y hay situaciones que quedan atropelladas, como intentando encajar demasiadas cosas en menos de dos horas de historia. Nuestro protagonista, Mackenyu, no es mal actor, pero le falta carisma, y sale perdiendo con la joven Madison Iseman con la que comparte muchas escenas. Aquí quien sabe a lo que viene y saca las castañas del fuego lo mejor que puede, es el reparto más adulto. Desde Sean Bean a Famke Janssen, pasando por un desatado Nick Stahl (gracias a dios que el actor se lo pasa a lo grande con el personaje, porque no hay por dónde cogerlo), o un Mark Dacascos desaprovechado. Ellos dan algo de vida al pobre guión y consiguen que no nos desesperemos del todo…
Pero sus esfuerzos son en vano. Hay unas excelentes, y lo digo de corazón, coreografías de artes marciales, que a veces no se ven por completo debido a un estilo narrativo cercano al videoclip de los noventa. Hay muchísimo CGI, innecesario en muchos casos, y realmente mediocre. ¿Por qué hacer una persecución en coche en CGI si no aporta nada a la trama y no tienes los medios para ello? ¿Por qué usar esos vehículos voladores creados por ordenador si va a notarse que no hay presupuesto para ello? Eso nos lleva a la mayor pregunta, ¿por qué gastar dinero en eso y no en las armaduras? ¿Cómo es posible que muchos cosplays de aficionados sean mejores que lo que tú has hecho con varios millones de dólares? Por eso la película se queda en nada. Es simple, no tiene ritmo, quiere condensar demasiado en muy poco tiempo y la rescatan los actores y las brillantes coreografías. No, no es tan mala como Dragon Ball: Evolution, pero se ha quedado cerca.
Jesús Usero
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