Crítica De naturaleza violenta película dirigida por Chris Nash con Lauren-Marie Taylor, Andrea Pavlovic, Ry Barrett, Liam Leone
Tres estrellas y media en cine general, cuatro estrellas en terror
Ejemplar película de terror que sabe insuflar interés a todos los tópicos del género en base a un buen conocimiento y una afición por el mismo de su director. Se nota que esta película la ha escrito y dirigido alguien a quien le gusta el género y conoce tanto sus limitaciones como la manera de sortearlas para buscar recursos alternativos sin renegar de su verdadera naturaleza ni por ser repetitivo cansar al espectador.
Chris Nash consigue una película interesante por encima de su género y del obvio y tópico contenido argumental de su trama con una clara estrategia que se asienta sobre varios aspectos.
Espectadores-cómplices = morbo sádico
El primero es la manera en que cambia nuestra perspectiva de conocimiento dentro del relato que constituye todo un giro copernicano en lo referido a protagonismo/antagonismo.
El asesino es el personaje al que acompañamos en su orgía sangrienta desde el principio, estableciéndose esa premisa en los primeros quince minutos de película y manteniéndola con tesón el resto del metraje, hasta el final. Estamos o mirando desde los ojos del asesino -plano sobre el animal muerto en un picado que refuerza ese aire de montaña de carne asesina imparable que junto con los planos de la mano recuerda una especie de terrorífica fusión del monstruo de Frankenstein con una variante del temible Jason Voorhees de la saga de Viernes 13, película con la que tiene muchos puntos de contacto esta otra que aquí comento-, o detrás de él, o lo tenemos en escorzo.
Ese planteamiento visual coincide con el que el director aplica a las víctimas, el habitual grupo de niñatos del cual nos cuenta todo lo que necesitamos en tiempo récord, sin entretenerse en sus conflictos innecesariamente. Sus planos a las víctimas las sitúan la mayor parte del tiempo en muy lejano segundo plano, y nos acercamos a ellas con el ritmo del paso del asesino. Una perturbadora inversión de identificación visual del espectador que como digo se mantiene en todo el metraje. Los quince minutos iniciales sientan esa premisa, que solo se alterará cuando el director nos presenta a los jóvenes en torno a la hoguera con un movimiento de cámara circular y unas pocas frases de diálogo que dejan claro cómo se compone el grupo.
La premisa del director se repetir lugares comunes, pero alterándolos con un lenguaje visual de gran personalidad que crea tensión también a través del tiempo y del sonido. En lo referido al sonido, Chris Nash se muestra valiente pausando el ritmo durante toda la película en contra de las premisas frenéticas habituales del género. Andamos con el asesino, lo vemos acercarse a las víctimas, y nunca podemos imaginar lo que va a hacer porque este siniestro y brutal personaje es uno de los monstruos más creativos a la hora de dar matarile a sus víctimas que hemos visto en los últimos años.
Hay gore e incluso gore rebuscado, alambicado, excesivo, pero el tiempo y el punto de vista es lo que le otorga mayor personalidad a esta propuesta, cuyo contenido ciertamente es más de lo mismo, pero de otra forma visualmente más interesante.
Un ejemplo entre muchos: el desmembramiento con la máquina, en plano fijo, que es uno de los muchos planos que deja clara la intención del director de reconducir nuestra participación como espectadores-cómplices de la celebración sangrienta del género.
Un asesino retorcidamente creativo
Poniendo en valor el uso de los planos generales y el tiempo cinematográfico, trabajando muy bien el sonido – la disociación que practica entre la voz de la naturaleza y el sangriento viaje del asesino, o en la escena del desmembramiento con ese estruendo de la máquina-, Nash demuestra que en un subgénero del terror tan básico y quemado a estas alturas como el slasher todavía hay posibilidad de sacar adelante películas capaces de fusionar la reflexión del género con el replanteamiento de nuestra participación como consumidores, y para ello cierra su película con un último gesto de talento e inteligencia a la hora de ponerle fin a la trama con valentía: ¡una larga secuencia de diálogo donde el terror se articula sobre el monólogo de un personaje!
Esta película merece la visita al cine si eres aficionado al terror y es una interesante escuela de aplicación del lenguaje en el slasher.
Aviso: si eres uno de los que no aguanta tres minutos de película sin encender el móvil, como un número alarmantemente creciente de mis compañeros críticos en los pases de prensa, igual la película te parece “lenta” o “aburrida”, porque no pacta con los animalillos inquietos y nerviosos en los que nos estamos convirtiendo.
Miguel Juan Payán
Crítica De naturaleza violenta
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