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Crítica Eddington ★★★★★ (2025) Una desquiciada obra maestra

Crítica Eddington película dirigida por Ari Aster con Joaquin Phoenix, Pedro Pascal, Luke Grimes, Deirdre O’Connell

Ari Aster hace del mundo post-covid 19 la mejor película de su carrera

La película que nos mereciamos

Si yo veo cine es para que muy de vez en cuando pueda encontrarme con una obra tan rebelde y a la vez comprometida como Eddington de Ari Aster en ser todo lo que pueda llegar a ser mostrándonos exactamente como somos. Así de claro y así de categórico.

La nueva cinta del director de la sublime Hereditary (2018) parece haberse propuesto resarcirse de ese tropiezo supino que fue un proyecto tan personal como Beau tiene miedo (2023) con una cinta de profundo desprecio a este mundo que con la misma moneda la recibió entre palos. Para su venganza, lo que ha configurado es un brillante espejo con el que atacar al ego mismo de una sociedad fragmentada tras la pandemia del año 2020 y, de paso, entregar la que es llamada a ser la película definitiva sobre el mundo posterior al Covid-19. Una película que seguramente no fuese la que queríamos, pero si la que nos hemos ganado a pulso.

Eddington nos transporta a un pueblo de Nuevo México en pleno desconfinamiento para encomendarnos a Joaquin Phoenix sumando otro personaje para la posteridad, el sheriff Joe Cross, un lerdo negacionista contaminado por las toneladas de gilipolleces vertidas cada día en redes sociales y que tiene en el alcalde Ted García (siempre cumplidor Pedro Pascal) su némesis política y moral.

Ted, además, es un triunfador a punto de ser reelegido que tuvo un pasado con la mujer de un sheriff Cross (Emma Stone), al que nadie respeta en la frontera ni en su casa, pero todo eso va a cambiar cuando Cross decida autoproclamarse voz de una parte de la sociedad del pueblo indefensa ante las rígidas normas de la nueva normalidad y presentarse a las  próximas elecciones.

Crítica Eddington

Un western pandémico

Aster, cuya filmografía completa encuentra en la herencia maldita del entorno familiar el tema central sobre el que echar gasolina, amplia ahora ese contexto íntimo a un pueblo, el paradigma perfecto de relaciones interpersonales analógicas que van en todas direcciones, y de paso transforma los estigmas religiosos en la virulencia de una cámara digital en la era de internet. A su vez, decide dejar de lado el terror puro (aunque algún elemento mantiene) en favor de una comedia negrísima donde el caldo de cultivo del odio removido a base de posverdad y el sumatorio de luchas políticas irá agitando la dinamita hasta prender la mecha en forma de neo-western disparatado (tiroteo incluido, como debe ser).

Más concretamente como una reinvención en clave nihilista de la obra maestra de Arthur Penn, La jauría humana (1966), con la diferencia de que si en aquella Marlon Brando portaba la placa de la ley y de la dignidad, aquí esa figura central resulta la mas enajenada de un mundo totalmente enajenado. Casi como una No es país para viejos (2007) en la realidad de la serie The Cursed (2024) de Nathan Fielder y Bennie Safdie.

Crítica Eddington

Pensada para confirmar la discordia

Esta decisión, junto con la sabia intención de tener una inclinación bien empeñada en disparar agresivamente contra todas las posturas de actualidad y sus contrarias (racismo, anti-racismo, capitalismo, anarquismo,…), provoca que todos los personajes sean de una negatividad y contradicción aplastante y, por ende, una cinta sin asideros que está destinada a dividir encarnizadamente para confirmar la profecía autocumplida: si vamos a hablar de un mundo separado, lo que no podemos es crear un consenso.

Eddington se despliega en su totalidad como una obra que no hace prisioneros de la que tenemos que elegir si participar u ofendernos. Es incomoda, violentísima, juguetona, desequilibrada en su excesivo metraje, desolada por una civilización en ruinas y profundamente convencida de que el medio digital es el arma mas peligrosa de todas porque sus balas son disparadas sin licencia a diario por populistas carroñeros, psicópatas sectarios, narcisistas, chovinistas y, en un 99%, por idiotas de tomo y lomo con capacidad de difusión.

Con este panorama, yo, que intento ser fiel feligrés de la iglesia de la coherencia forma-fondo, no podría posicionarme en otro espectro que no fuese el de aplaudir desencajado por la tremenda peineta que Ari Aster le ha dedicado a la Ámerica de Trump (no es casualidad que el pueblo linde con esa otra localidad), a sus detractores y al mundo entero haciéndonos seguir al anti-héroe mas lerdo posible (que bebiendo de los Coen bien podría tener el rostro de Jeff Bridges en vez de el imperial Phoenix) para conducirnos a la misma quema que cerraba la genial Midsommar (2019) mientras contemplamos que nosotros somos el sacrificio y la mascarilla, nuestra corona de flores.

Miguel Ángel Espelosín

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Crítica Eddington

Miguel Ángel Espelosin
Amante del audiovisual cultivado entre las páginas de Acción y coleccionista de físico. Con la mirada siempre puesta en el cine de festivales y autores

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