Crítica El espíritu de la navidad (2022)
Divertido musical inspirado por Dickens con dos brillantes protagonistas.
Ryan Reynolds y Will Ferrell son el motivo para ver esta nueva versión de Cuento de Navidad convertida en un musical que, honestamente, recuerda más a Los Fantasmas Atacan al Jefe, aquella versión moderna con Bill Murray de protagonista que se ha convertido en un referente en cuanto a las versiones de Dickens, que en una adaptación por sí misma de la historia protagonizada por el señor Scrooge y los tres fantasmas, de las navidades pasadas, presentes y futuras, que le visitan en nochebuena para hacerle cambiar y dejar un camino de miseria y soledad para el avaro Scrooge. Una última oportunidad para un misántropo de recuperar la humanidad perdida y salvarse. La historia tiene un giro hacia lo actual, pero también una mirada al pasado y a la historia original, desde el punto de vista del musical, que es lo que distingue esencialmente esta película del resto.
Los fantasmas de las navidades, pasadas, presentes y futuras, trabajan juntos en lo que es el Más Allá, una oficina en la que los espíritus son reclutados para elegir qué persona debe ser perseguida las siguientes navidades y así poder salvarla, recuperarla para el bien de la humanidad. Un trabajo efectivo y bien ejecutado por lo que parece una oficina impecable, que ha conseguido un éxito más estas navidades. Pero para las siguientes navidades, el fantasma de las navidades presentes tiene un objetivo que parece imposible. Alguien que no puede ser redimido y que no puede cambiar. Un tipo que es capaz de lo peor para conseguir los objetivos que persigue y que sabe manipular como nadie a la gente para ello. ¿Quién conseguirá entonces vencer en este enfrentamiento, los fantasmas o el hombre que no puede ser redimido?
Cabe destacar nuevamente que la película es un musical, con numerosos números y canciones que se intercalan entre los diálogos y el desarrollo de la historia, así que los actores deben darlo todo en este apartado y tanto Will Ferrell como Ryan Reynolds funcionan a la perfección. Tienen muchísimo carisma, cantan de maravilla y se suman a la fiesta que es la película desde el primer minuto, y lideran un reparto en el que encontramos a Octavia Spencer, Patrick Page o Sunita Mani. Pero ellos son dueños y señores de la historia y la película realmente empieza a funcionar cuando sus caminos se cruzan. Otra cosa es que el momento en que eso sucede tarde demasiado en llegar, afectando seriamente al ritmo de una película que tiene una duración superior a las dos horas, algo que no es ni mucho menos necesario para lo que quiere contarnos. Le sobra mucho metraje y hace que en parte se haga cuesta arriba.
Otra de las cosas que no ayudan es que las canciones sean… olvidables. No están mal, pero ninguna va a ser recordada más de unos días después de ver la película. En un producto de este estilo quieres que la gente salga tarareando tus canciones. Repito, no están nada mal, pero no son memorables. Como toda la película. Tiene un tono simpático y facilón, que hemos visto una y mil veces. Incluso en sus giros e incorporaciones, sus sorpresas, no van a ser precisamente inolvidables. La película se mueve gracias a su humor, a veces muy potente, y la química de los dos disparatados protagonistas, de la mano de un director, Sean Anders, cuyo trabajo es correcto, sin más. Apple tiene una buena película para pasar las navidades entre manos. Pero no una que vaya a convertirse en un clásico instantáneo para estas fiestas.
Jesús Usero
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