Crítica Godzilla Minus One película dirigida Takashi Yamazaki con Minami Hamabe, Sakura Ando, Ryunosuke Kamiki
La vuelta del Kaiju por antonomasia a su origen como terror atómico resucita la fe perdida en el cine monstruoso.
De qué va Godzilla Minus One
Tras el final de la segunda guerra mundial, Japón afronta las dificultades de una nación desolada y en ruinas. En ella vive Koichi, un ex-piloto de combate kamikaze que regresó sin honor y con el recuerdo de un fugaz ataque perpetrado por un monstruo prehistórico. Su intento de subsistir desactivando minas marinas y manteniendo a flote una mujer y una hija que no le pertenecen se ve trastocado cuando el monstruo, llamado Godzilla, decida atacar las costas de Tokyo.
Crítica Godzilla Minus One
Si contamos los proyectos abiertos que ahora mismo cuenta el lagarto de proporciones titánicas y altura variable (según las apetencias del realizador) es para echarse las manos a la cabeza. ¿Puede soportar una figura basada en la mera destrucción que, a parte de 70 años de cine cuasi ininterrumpido a sus espaldas, se agolpen paralelamente versiones japonesas en busca de proclamar la autoría, otras hollywoodienses impacientes por seguir arrasando la taquilla (Godzilla x Kong: nuevo imperio, 2024) e incluso una serie de televisión (Monarch: el legado de los monstruos)?.
Bueno, seguramente no sea lo mas oportuno. Sin embargo, este riesgo de sobresaturación ha parido una última bestia totalmente inesperada y absolutamente magistral con capacidad para abrirse hueco entre lo mejor del año a base de pura aniquiliación.
El director Takashi Yamasaki, responsable de varios live-action y de ese feo trasvase a 3D por forma duplicada que es Stand by me Doraemon (2014 y 2020), ha decidido que la mejor forma de rendir homenajea al Kaiju que lleva atormentado Japón casi tres cuartos de siglo era poner la mirada en el clásico de Ishirô Honda, Godzilla: Japón bajo el terror del monstruo (1954). Lo cual resulta aún mas interesante si tenemos en cuenta que una de las cintas mas celebres de este 2023 sea el Oppenheimer de Christopher Nolan, donde las consecuencias psico-físicas de la destrucción atómica se exponen desde la vista de su creador y verdugo.
Mirada que no ha sentado especialmente bien en tierras niponas y alimenta la sospecha de que esta nueva Godzilla Minos One sea algo parecido a la contestación del país del sol naciente a los horrores de la bomba expuestas en aquella, pero desde la perspectiva de las víctimas, que precisamente (y aquí viene lo bueno) era lo que escondía de forma metafórica ese clásico de Honda. Porque el dinosaurio primigenio siempre fue el vástago colateral de la radiación nuclear vertida sobre el Pacífico regresando de forma reincidente y prácticamente penitencial sobre un imperio que había despertado al gigante dormido atacando Pearl Harbour y como consecuencia vio sus ciudades arrasadas bajo la magnitud del hongo.
Además, Yamashaki aprovecha esta iluminación temática para también enmendar la plana a todo un género empeñado en dar gato por liebre. El fervor por el despliegue destructor a base de CGI siempre se veía colmado, es cierto, pero a cambio nos colaban dramones de telefilm y personajes que eran pura carne de cañón. En Godzilla Minus One uno llega a frotarse los ojos (y los oídos) ante la sorpresa de una agudeza de guión inaudita, en la que el hilo narrativo no pende sobre el propio monstruo, sino sobre la monstruosidad, en concreto la de una guerra que dejó muchas cicatrices (algunas no superadas) y un sentimiento de culpabilidad sobre la propia sociedad japonesa, la cual había sido tan responsable como el enemigo de su miseria.
Así llegamos incluso a sobrevolar la sombra autocrítica y el drama social de familia desestructurada de Yasujiro Ozu (atenuado claro) en el que de vez en cuando un bicharraco le da por armar jaleo. Que no se me entienda mal, cuando aparece Godzilla el espectáculo está servido y el cariño depositado es igual de minucioso que en sus momentos íntimos, dejando la boca colgando y las uñas clavadas mientras se permite hasta homenajear al mejor Spielberg con una secuencia digna de Tiburón (1975).
Si el cine de catástrofes estaba de capa caída, Godzilla Minus One ha llegado para insuflarle una nueva vida, una en la que recupera todo el dolor temático que la hizo Historia necesaria del séptimo arte y de la cultura de todo un país. Lamentablemente falta poco para que Warner bros vuelva a echar tierra por encima de todo estos logros.
Te gustará si te gustó…
El original de Isihiro Honda de 1954 donde ya trataban la temática atómica como pesadilla nipona.
Miguel Ángel Espelosín
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