Crítica de La Casa de Papel: Parte 4
La serie de más éxito de nuestro país vuelve para enamorar a sus fans.
A estas alturas lo más difícil es convencer a tus fans de que sigan pegado a la televisión (o a la Tablet, o al móvil) viendo tus aventuras. Porque tras tres partes anteriores, quien no se haya enganchado a la serie antes, no va a hacerlo ahora o le va a resultar complicado. Pero eso no supone un hándicap. Tienes a tu público que además es masivo, enorme, el más grande jamás visto para una serie de nuestro país. Y lo que necesitas, lo único que debes conseguir, es ser fiel a ese público, que disfrute y que siga pendiente de las aventuras de esta peculiar banda de ladrones y de lo que hay por explorar y descubrir.
Dicho esto, hay que recordar que aunque vamos a intentar que no haya SPOILERS, esto no viene de la nada, así que puede ser que mencionemos algún elemento de las partes anteriores. Por favor, si no las han visto es el momento de dejar de leer y volver cuando se hayan puesto al día con la serie. Queda hecho el aviso.
Porque la parte 3 nos dejó sin saber si Nairobi sobrevivía o no, si perdíamos a otro personaje importante o si conseguirían salvarla. Es una de las claves dramáticas de esta nueva parte que viene determinada por un arranque más pausado, más calmado, dejando espacio para que los personajes exploren los conflictos que se plantearon en la temporada o parte anterior. Con El Profesor completamente desbordado, con Nairobi gravemente herida o muerta, con Tokio asumiendo un nuevo rol y al mismo tiempo asimilando lo que le ha sucedido con Rio. Una situación que también afecta a otros personajes del grupo, sobre todo con Lisboa en la situación en la que está, y con el bando policial, liderado por la inspectora Sierra y el coronel Tamayo.
La situación es más que complicada porque los fans quieren siempre más, y el final de la parte 3, con aquella explosión y la visión que la gente podría tener ahora del grupo, con el Profesor desesperado y con Nairobi herida de gravedad, hacía que las expectativas fuesen enormes. Y la serie podía haber apostado por seguir la senda de lo espectacular, las explosiones, persecuciones y lanzacohetes. Pero no lo hace al principio. Pasa 4 episodios dejando que todo se cueza a fuego lento, disfrutando del caos sembrado, del descontrol dentro y fuera del banco, de los personajes forzados al extremo. Nos aporta además dos personajes nuevos y nos deja disfrutar de ellos.
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El primero es mejor que lo descubráis vosotros, aunque se nos muestra brevemente en el episodio uno y regresa más adelante, primero en flashbacks (maravillosos) y luego en la actualidad. El segundo es nuestro nuevo “villano” quien podría ser un héroe en cualquier otra serie o película. Gandía, interpretado brillantemente por Jose Manuel Poga, es el equivalente español a McClaine. De hecho el homenaje a La Jungla de Cristal es tan evidente que consigue divertirnos y emocionarnos. A partir de la mitad de temporada su personaje se convierte en un formidable enemigo y la acción se dispara.
Siempre dentro del marco del entretenimiento puro. La serie es lo que siempre ha querido ser, un vehículo de acción, intriga y pasiones que no tenga igual en nuestra televisión y pueda competir con la televisión de todo el mundo. Es divertida y es icónica. Pero siempre nos quedamos con ganas de que ahonde más en los personajes, que no se quede en la anécdota y los arquetipos. Que explote el drama mejor. Personalmente he disfrutado mucho de estos episodios, de sus giros y sus sorpresas. De la acción desbocada cuando ha tocado. Pero siempre le exijo más a la serie porque sé que puede darlo. Que hay más que ofrecer. Que, a veces, buscando sorprendernos, opta por lo más salvaje, no lo más coherente. Y otras debería ir a lo más intimista, no a otro tiroteo. Aunque tiene tiempo para seguir creciendo porque seguro, seguro, que vuelve.
Jesús Usero
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