Crítica La Hojarasca documental dirigido por Macu Machín
Una historia íntima y conmovedora en el corazón de las Islas Canarias.
De qué va La Hojarasca
Con el motivo de repartir la herencia de sus padres, Elsa y su hermana Maura, que sufre de una enfermedad degenerativa, viajan al hogar familiar en las Islas Canarias después de 20 años. Allí, Carmen, quien vive sola, se lleva ocupando de todo por mucho tiempo. El regreso de sus hermanas sacarán a la luz viejos conflictos que amenazan con despertar la furia del volcán.
Crítica de La Hojarasca
Bajo una lente cercana a la del documental, pero con esa intimidad que solo puede ofrecer el cine, la directora Macu Machín nos enseña una Canarias que no estamos acostumbrados a ver y, lo más importante, un pedacito de la historia de su familia, permitiéndonos conocer a su madre y a sus tías.
En un tono muy costumbristsa, mostrando el día a día de Carmen mientras cuida el hogar familiar así como hace tareas tales como recoger la uva para el vino o despejar los caminos de palos y ramas secas, hace que la realizadora consiga acercar al espectador a ese pequeño mundo, mucho más rural, casi de otra época. Además, esa cercanía Machín la consigue de igual forma con la manera de rodar las interacciones entre las tres hermanas, de una manera tan natural que traspasa la pantalla, casi como si estuvieras con ellas en esa casa, tan rústica, llena de objetos antiguos y sin apenas tecnología.
Viejos conflictos familiares despiertan la furia del volcán
Con el volcán empezando a despertar, que de una manera u otra, nos lleva a ese momento hace tres años ya en el que España entera se paralizó cuando entró en erupción, arrasando localidades y hogares enteros, las tres hermanas se reúnen para llevar a cabo el reparto de herencia de sus padres.
Eso incluye los terrenos, los cuales Carmen lleva cuidando y haciéndose cargo de ellos por mucho tiempo. Una situación que genera tensiones entre las tres por las responsabilidades y capacidades de cada una, siendo el estado de salud de la menor, Maura, un punto muy importante, con el cual el guion y la dirección de Machín hacen una transición de escena que puede parecer obvia pero es muy efectiva.
Un mundo sonoro cuidado al milímetro
El apartado sonoro de la cinta está cuidado al milímetro. Cada paso sobre hierba seca, cada llama, cada temblor por el volcán despertando, el rugido de la lava saliendo con fuerza… Todo registrado con fidelidad, creando un cuadro sonoro que permite una inmersión completa en la historia y su mundo.
Un momento duro rodado con intimidad donde se encuentra retazos de luz
Aunque el tema de la herencia sea delicado y traiga de cabeza a las hermanas, sacando incluso lo peor de ellas, Machín lo rueda todo en planos muy cercanos, creando una intimidad irrompible entre el espectador y su familia, haciéndonos participe de esa historia y viendo como la herencia amenaza con resquebrajar las relaciones. Sin embargo, el hogar de la infancia aflora de igual manera los buenos recuerdos, creando momentos tiernos con los que es imposible no sonreír.
Una bonita y pequeña historia entre tres hermanas
La Hojarasca supone la apertura de una pequeña puerta hacia un mundo que no solemos ver demasiado, contado de manera bella y delicada, resaltando la naturaleza y la humanidad que la rodean.
Elena Campos
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