Crítica Los Vigilantes película dirigida por Ishana Shyamalan con Dakota Fanning, Georgina Campbell, Oliver Finnegan
Crítica Los Vigilantes: La hija de M. Night Shyamalan se cita con lo mejor y lo peor del cine de su padre.
Ishana Shyamalan es una muy prometedora joven directora a la luz de esta película, y tiene todo el derecho a reclamar su propia personalidad e identidad profesional al margen de su célebre progenitor. Pero a la vista de este primer trabajo, y de las decisiones que ha tomado en el mismo, tanto argumental como estilísticamente, podría decirse que, como si quisiera emular a los protagonistas de Los vigilantes, ella misma se ha encerrado en la trampa de las comparaciones odiosas. Trampa tanto para los críticos que tenemos que analizar y hablar de su trabajo como para la propia directora.
Comparaciones: ¿Un regreso a El Bosque?
Para empezar, sorprende que haya elegido una historia tan cercana en tantos puntos a El bosque (2004), que personalmente pienso es una de las películas más sobrevaloradas y endebles entre las dirigidas por su padre, M. Night Shyamalan. Y me llama poderosamente la atención que haya caído casi en las mismas trampas que su progenitor sin por otra parte hacer alarde alguno de independencia o intencionalidad estilística alguna que muestre rebeldía frente a los modos y maneras de este. Muy al contrario: resulta realmente difícil en buena parte del recorrido de Los vigilantes no pensar en que estamos viendo una especie de adenda de El bosque realizada por el mismo director como desagravio o segunda intentona.
Los pecados del padre
Pero por otra parte hay que reconocer que la hija nos ha liberado aquí del exceso de metraje de aquella obra de su padre y que sabe controlar mejor que éste la obsesión por crear giros de guion y sorpresas alambicadas que acaban por no serlo o ponen en cuestión todo el andamiaje del relato por abuso de la fórmula.
¿Digna heredera del talento de su padre para generar intriga? Pues sí, a la vista de su trabajo en la serie Servant y de este su primer largometraje, Ishana se ha ganado esa calificación, pero también es justo reconocerle que su película de bosque, desde una mayor sencillez y sin grandes alardes, es más entretenida y menos pedante que la de su progenitor.
A pesar de todo ello, Los visitantes tiene ese mismo rasgo que me desespera y está presente incluso en los títulos de culto de Shyamalan, como El sexto sentido (1999) y El protegido (2000): sus desenlaces no están a la altura de sus principios ni de la primera mitad de sus desarrollos. Tiene un primer acto interesante y prometedor. Una primera mitad del segundo acto que sigue sembrando promesas con eficacia. Y luego en la segunda mitad del segundo acto y sobre todo en la resolución del asunto un desmoronamiento del castillo de naipes de la intriga construida que decide tirarse por el balcón de la obviedad o columpiarse en el tejado de lo excesivamente rocambolesco.
En el momento de revelar la naturaleza de la amenaza o la verdadera identidad de la maravilla fantástica que se nos propone, no hay mucha maravilla ni nada realmente nuevo que contar al nivel del mucho más interesante y satisfactorio arranque y primeros compases de la trama.
Lo que sí demuestra por tanto Ishana Shyamalan en Los vigilantes es la capacidad para atraparnos en un juego de espejos, nunca mejor dicho, donde se habla de la culpa, la dualidad, el miedo al doble tan caro a la narrativa fantástica, y la revelación de los aspectos más perversos y siniestros del folclore y los cuentos de hadas.
Muestra eficacia para crear situaciones inquietantes. Y juega bien las cartas de la introducción de pinceladas de actualidad, como la pornografía de la emulación de famosos y el deterioro de la identidad por nuestra sobrexposición en las redes sociales. Pero lamentablemente no llega a desarrollarlos realmente por un camino más atrevido, crítico e interesante, más independiente del empeño por mantenerse dentro de los parámetros de lo comercialmente previsible, fabricar suspense entretenido y poco más y llegar a una resolución que le sale tan fallida como le salió a su padre el remate de La joven del agua (2006).
Y para empeorar las cosas, la incorporación de un elemento de supuesto refresco de la trama cuando esta empieza a mostrarse agotada, como son los vídeos a modo de flashback explicativo de todo el argumento, en realidad frena el ritmo y resulta bastante gastado y obvio en sus intenciones anunciando el comienzo de la caída de todo el castillo de naipes de sugerencias construido hasta ese momento.
Miguel Juan Payán
Crítica Los Vigilantes
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