Crítica Mala influencia película dirigida por Chloé Wallace y protagonizada por Enrique Arce, Eléa Rochera, Mirela Balic y Alberto Olmo.
Thriller de corte adolescente y resultados fallidos
De qué va Mala influencia
Resse Russell (Eléa Rochera) es una joven adinerada que está recibiendo amenazas de muerte. Frente al peligro que la acecha, el padre de la chica contrata los servicios de Eros Douglas (Alberto Olmo): un muchacho que acaba de cumplir una condena en prisión, el cual quiere el dinero para adoptar formalmente a un niño al que considera parte de su familia. Al principio, Resse choca con el improvisado guardaespaldas; pero, poco a poco, ambos comienzan a sentir una atracción irrefrenable, a pesar de que el acosador está cada vez más cerca de su asustada víctima.
Crítica Mala influencia
Los ecos de Romeo y Julieta y de El guardaespaldas de Whitney Houston y Kevin Costner resuenan con fuerza en la ópera prima de la madrileña Chloé Wallace; un debut cuyo guion está basado en el libro homónimo surgido de la plataforma Wattpad.
Ambientada en Estados Unidos (aunque la cinta ha sido rodada en la Comunidad valenciana), la historia de Resse y Eros tiene la misión de colmar las expectativas de los numerosos lectores que avalaron el éxito de la novela original. Un objetivo que ejerce su mayor atracción a través de las escenas de amor mantenidas entre el rebelde Eros y la confusa Resse; aunque, en su necesidad de mantener la tensión sexual no resulta entre los protagonistas, otros elementos trascendentales en la construcción del film estén mermados o simplemente desnutridos de importancia real.
La citada fórmula genera que los chispazos de misterio en los que se sustenta el argumento se perciban muy tenues e intrascendentes, pérdida de interés en la que los clichés maximizan los errores de una historia que se pierde en una sucesión de giros artificiales y antinaturales. Para ilustrar este viaje de esencias videocliperas de ámbito teen, los diálogos y las situaciones se antojan demasiado ingenuas e inverosímiles, lo que impide alentar un impacto mínimo con respecto a despertar la conexión con los espectadores mayores de dieciocho años.
Bajo semejantes coordenadas artísticas, el plantel de personajes no escapa a la identidad estereotipada de unos roles de diseño mercadotécnico, mientras se pierden entre frases inconexas y gestualidades amortiguadas por los efectos desilusionantes de un guion falto de emoción.
Pese a los obstáculos mencionados, los intérpretes se esfuerzan para que sus papeles escondan, en la medida de lo posible, sus carencias en cuanto a la verosimilitud; lo que puede mermar un poco la desazón general que provoca una trama que juega con las cartas marcadas desde el inicio. Tal sensación de desconcierto se extiende incluso al desconocimiento de los lugares en los que transcurre la movie; ya que nunca se tiene la adecuada certeza de que todo suceda en las extensiones de la nación de las barras y estrellas (el paisaje español es inconfundible).
La simpleza con que se presentan las distintas realidades que toca la película (la diferencia de clases, los amores prohibidos o las injusticias que sufren los menores carentes del calor familiar) muestra una ingenuidad excesiva, que se vuelve problemática conforme evoluciona el metraje; una caída en picado desde el punto de vista dramático, que el ligero asunto de los asesinatos que rodean a Resse y a Eros no logra evitar.
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Mala influencia podría definirse como una mixtura en clave Wattpad de Romeo y Julieta y El guardaespaldas.
Jesús Martín
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