Crítica Operación Fortune el gran engaño  ★★★½

Crítica Operación Fortune el gran engaño

Acción y humor a raudales en el nuevo thriller de espías de Guy Ritchie.

Un género que ya probó con Operación U.N.C.L.E. aunque no con el éxito esperado. Pero sí era una película muy reivindicable que, a día de hoy, sigue funcionando a las mil maravillas, y que comparte el espíritu de diversión y entretenimiento sin complejos que tenía también aquella. Pero incorpora nuevos rostros, una nueva aventura y quizá el comienzo de una franquicia, si la película funciona como debe. Además Ritchie recupera a uno de sus colaboradores habituales, Jason Statham, con quien ya ha rodado un buen puñado de películas, y con quien hizo su anterior película, la entretenidísima Despierta la furia. Es una combinación de éxito que nos trae un producto divertido y con personalidad, algo que no abunda en un género como éste. La película hace todo lo posible por reírse de los clichés del mismo sin dejar de estar llena de esos clichés.

Un objeto robado por un grupo criminal pone en marcha la historia cuando un contratista privado es contactado por el gobierno británico para recuperarlo, saber lo que es y quién lo ha robado, además de descubrir quién es el posible comprador. Eso lleva a reclutar al grupo encargado de la misión por el contratista, liderado por un tipo experto en estas misiones, al que se suman nuevos compañeros a los que no conoce y en los que no confía inicialmente. Para conseguir su objetivo tendrán que convencer a una estrella de Hollywood de que colabore con ellos y así colarse en el círculo íntimo de un peligroso traficante de armas, algo que nos llevará a viajar por todo el mundo y a descubrir más de un secreto que sorprenderá, o no, al espectador. Porque el guión sabe lo que es. Funcional, efectivo, de ritmo imparable y sin mayores pretensiones que las de entretener al espectador.

No se me ocurre mejor nombre para liderar la película que el de Statham. El actor tiene el carisma necesario y el talento para dar vida a su protagonista, un tipo cínico y sarcástico que sabe que es el mejor en su trabajo, que no confía en nadie y que tiene muy claro lo que debe hacer para que la misión sea un éxito. Pero a su alrededor hay algunos nombres que hacen el viaje mucho más interesante y divertido. No podemos olvidar a un Cary Elwes al que le dan mucho más que hacer de lo habitual, o a Josh Hartnett, parodiándose a sí mismo y a las estrellas de Hollywood. Pero los reyes de la función son un divertidísimo Hugh Grant y una fantástica Aubrey Plaza, sin los que la historia nunca funcionaría como lo hace. Los choques entre Statham y Plaza son sensacionales, como lo son los desvaríos de Grant que, pese a todo, nos llevan a un par de escenas en las que comprendemos que, por mucho humor que haya, la historia no es una broma.

El resultado es entretenimiento a raudales y nada más. No busca revolucionar el género. De hecho se nota mucho, quizá demasiado, que lo que intenta es establecer una nueva marca, un punto de partida para nuevas historias con estos personajes. Eso, por supuesto, quita originalidad a la propuesta. Es una idea que hemos visto mil veces, pero a la que Ritchie saca todo el partido visual posible y le imprime un ritmo que no se detiene ni un instante a que pensemos en algunas, varias, inconsistencias del guión (el grupo empieza teniendo un par de operativos más que, sin explicación, desaparecen, por ejemplo. La presencia del gobierno no encaja en la trama, y alguno de los giros son muy previsibles). Pero nos lo estamos pasando tan bien con este peculiar grupo y su aventura, que podemos incluso pasar por alto esos pequeños defectos y disfrutar la historia de inicio a fin. Y pedir más, por favor.

Jesús Usero

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