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Crítica Oso Vicioso película dirigida por Elizabeth Banks con Keri Russell, Christian Convery, Ray Liotta, Margo Martindale
Menos disparatada de lo que se esperaba, lo que la hace menos divertida.
Con la premisa original, uno esperaba una película digna de Asylum pero con un presupuesto de primera, con grandes actores (aunque algunos venidos a menos, claro) y con una directora que viene de encadenar grandes proyectos, con mayor o menor suerte, pero proyectos importantes de grandes estudios, por lo que la película podía haber elevado ese tono gamberro, disparatado e inverosímil con todos esos elementos, pero en realidad prefiere nadar y guardar la ropa. Hay elementos divertidísimos, salvajes y disparatados, junto con otros en los que la película se toma completamente en serio a sí misma, un error imperdonable en una propuesta así. Esas ganas de ponerse seria, de ser más de lo que es, dañan el ritmo de la película que, por momentos, se convierte en aburrida y se hace pesada en sus apenas 90 minutos de metraje. Por eso nos deja ese regusto agridulce.
Lo mejor de todo es que la historia está inspirada por hechos reales, porque ningún guionista podría inventarse algo así… Una avioneta que transporta drogas se ve obligada a soltarlas sobre un bosque, sin saber que la droga, un enorme cargamento de cocaína, caerá en el territorio de un oso pardo que al consumirla se volverá adicto a la misma y emprenderá un camino de muerte y destrucción con tal de obtener más polvo blanco. Eso cruzará su camino con visitantes del bosque, excursionistas, adolescentes, guardabosques, policías e incluso los propios traficantes de drogas que intentan recuperar su cargamento perdido. Un disparate en el que no tiene sentido escenas como en la que dos personajes discuten entre lágrimas la muerte de la esposa de uno de ellos y su relación con su hijo. O una madre que explica a su hija por qué debe dejarla tener relaciones de nuevo…
Son piezas de películas absolutamente distintas. Como si no supieran encajarlas, hacen que perdamos la atención de la historia principal. Así, cuando la película recae en los adolescentes o en Margo Martindale, la película sube como la espuma. Cuando vuelve al drama, aburre. Es más, el personaje de O’Shea Jackson va ganando con la película, mientras el de Keri Russell se desinfla, por poner dos ejemplos. Ray Liotta está divertidísimo y su presencia hace que la película suba de nivel, pero se le 4echa de menos en gran parte de la historia. Alden Ehrenreich también mejora con el paso de los minutos, pero hay demasiados espacios en los que ellos también, no sólo el guión, parecen no saber en qué tipo de película están, al igual que Elizabeth Banks, la directora, demasiado empeñada en que no despreciemos la historia, que la tomemos en serio. Cuando debería hacer justo lo contrario.
Entonces llega una escena en un baño, y te olvidas de sus errores. O la del tejado. O el final. O, por supuesto, la de la ambulancia. Momentos en los que la locura hace acto de presencia y los responsables de la película aceptan que están lidiando con una película sobre un oso puesto hasta arriba de cocaína. En ese momento, todo encaja, todo funciona y las risas se multiplican, para luego volver a caer en momentos de tedio. Es irregular, en su ritmo y en su guión, pero esperábamos que lo fuese algo menos, por los nombres asociados a la película y por lo que prometía. Por eso nos quedamos en tierra de nadie, con la sensación de haber pasado un rato simpático, pero que podía haber sido un disparate brutal y divertidísimo. Quizá esperábamos demasiado o quizá sus responsables esperaban demasiado de la película ellos mismos…
Jesús Usero
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