Crítica de la película Retrato de un amor
Cine romántico y viaje en por el camino de la memoria.
La película juega la baza de estas dos historias al mismo tiempo, un relato romántico dividido en dos en realidad, y el regreso de una joven mujer para descubrir quién era su madre en realidad. Issa Rae es una excelente actriz, guionista y productora, responsable por ejemplo de Insecure, que tiene claro lo que un proyecto como éste tiene que ofrecer, por eso figura como productora ejecutiva. Un proyecto personal que viene de la mano también de su directora y guionista, Stella Meghie. Un sólido reparto acompaña a esta historia de emociones y sentimientos, de viaje hacia atrás en el tiempo para poder avanzar en el futuro. Sin conocer quiénes somos o de dónde venimos no podemos avanzar en la vida.
Un joven periodista, algo hastiado de su trabajo y que acaba de romper con su novia, viaja de Nueva York a Nueva Orleans para conocer la historia de un hombre que mantuvo una relación en el pasado con una reputada fotógrafa que empezó su carrera en la Gran Manzana en los ochenta. El relato del viejo amor de ese hombre le llevará a conocer a la hija de la fotógrafa, con la que comenzará un intenso romance, amenazado por varios frentes, mientras ella intenta descubrir quién era realmente su madre que acaba de fallecer, y a la que siente que nunca conoció por completo. Los recuerdos se mezclarán con una carta que le ha dejado a su hija en la que relata su historia y revela todos sus secretos.
Issa Rae y Lakeith Stanfield son dos grandes motivos para ver la película. No sólo la química entre ambos es excelente, sino que su talento como actores sujeta a unos personajes que, en varias ocasiones, son algo tópicos. De hecho ellos hacen interesante una historia romántica que demasiadas veces parece un cuento entre niños ricos sin mucho que ofrecer, ni nada real a lo que agarrarse. Una pena porque la película podía haber quedado redonda con ellos dos, apoyados por gente como Courtney B. Vance o Rob Morgan. Sobre todo con la fuerza que tiene la historia de la madre, ese relato en flashback sobre una mujer que buscaba y necesitaba más, pero que quizá se equivocó y pagó un precio muy alto por seguir sus sueños.
La historia del pasado y presente está descompensada, e incluso la directora pone mejor resolución visual a una que a otra. Sólo hay que ver el viaje de vuelta a Nueva Orleans en el pasado (cualquiera de ellos) y el del presente. O la escena de sexo vergonzante, de telefilm barato, que sucede en un momento determinado. ¿Es horrible el cambio? No, porque el guión siempre respeta a los personajes aunque a veces sean algo insufribles, y por su maravilloso reparto. Pero cuando viaja a los ochenta, la película crece sobremanera en todos los sentidos y es entonces cuando se convierte en realmente interesante para todo el mundo. Se queda en una buena propuesta que pudo ser más.
Jesús Usero
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