Crítica Si yo fuera rico
Comedia simpática pero finalmente sin nada nuevo que aportar.
Como un plato que sabemos que nos va a saciar pero que alimentarnos no va a hacerlo tan bien como debería. Quizá no sea más sano, ni más sabroso, ni más elaborado. Quizá ni siquiera su aspecto sea mejor que el de otros platos. Pero sabe bien. Sabe muy bien y con eso nos conformamos por el momento. Nos sacia y, de cuando en cuando, es lo que buscamos de una comida. Pues eso ofrece Si Yo Fuera Rico, un entretenimiento simpático y decentemente elaborado que no busca complicarse ni complicarnos, que nos da noventa minutos de entretenimiento, pero que finalmente no termina de saciar ni de ser algo especial o memorable. De hecho, nos deja la sensación de que muchas de sus ideas quedan sin explorar…
Porque, a fin de cuentas, detrás de su particular premisa, nos encontramos con una sencilla comedia romántica que parte de un arranque algo bizarro pero muy efectivo. Santi está casado pero a punto de divorciarse. Sin trabajo, deprimido y con una vida que no era lo que esperaba, su esposa está harta y le ha pedido el divorcio. Pero en mitad de todo ello, a Santi le toca un premio en la lotería. Uno de varios millones de euros. Con rencor hacia su todavía pareja, y aconsejado por un peculiar banquero, Santi decide callarse y ocultarlo todo hasta que el divorcio se haga efectivo, y así quedarse con todo el premio… Aunque quizá lo que siente por su pareja, o sus muchas indiscreciones le impidan alcanzar la meta…
Rodada y ambientada en Asturias, gran parte del mérito de la película reside en aprovechar que la historia no tiene lugar en los habituales rincones de nuestro cine, en la grandes ciudades como Madrid, Barcelona o Sevilla. Eso deja a los actores capacidad para jugar con acentos, diálogos, costumbres… Alex García, Alexandra Jiménez, Jordi Sánchez, Adrián Lastra o Diego Martín funcionan como es habitual en ellos y mantienen el tipo ante las irregularidades, muchas, del guión. Algo que se nota cuando aparecen Antonio Resines e Isabel Ordaz con unos personajes que tienen una película para ellos solos, sin duda, y que consiguen algunas de las mejores carcajadas de la película.
Entonces se revelan muchas carencias de la película. Personajes mucho más interesantes unos que otros, demasiado interés por el gag fácil y menos por el desarrollo de guión. Indefinición a la hora de decidir si es una película romántica o una comedia más gamberra y casi costumbrista. La necesidad de centrarse, como en otras comedias similares (Bajo el Mismo Techo, Ahora o Nunca…) en un punto humorístico que no elimina esas carencias de la historia. Esos personajes que no terminan de aportar nada, pese al esfuerzo de los actores, y esos otros que quedan desaprovechados. Una película que hace reír a ratos, con fuerza incluso, pero que podía haber sido algo más que una película para pasar el rato. Lo tenía todo en sus manos y no pasa de eso. Simpática, como decimos, pero muy irregular.
Jesús Usero
★
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