Crítica The Beekeeper (El Protector) ★★★ (2023)

Crítica The Beekeeper (El Protector) película dirigida por David Ayer con Jason Statham, Josh Hutcherson, Jeremy Irons, Emmy Raver-Lampman

Previsible pero eficaz entrega de cine de acción trepidante.

De qué va The Beekeeper (El Protector)

Un aparentemente inofensivo apicultor se convierte en temible arma de destrucción cuando su vecina es estafada por internet.

Crítica The Beekeeper (El Protector)

David Ayer es mejor guionista que director (afortunadamente para la buena salud de las nuevas versiones de Grupo salvaje, Commando y Doce del patíbulo en las que está trabajando) , pero esta película vuelve a demostrar que como director (Vidas al límite, Dueños de la calle, Sin tregua, Sabotage, Corazones de acero, Escuadrón suicida) suele resultar como mínimo competente en la fabricación de un sólido entretenimiento en el territorio del guantazo, la carrera y el tiroteo.

Tras su peor película, Cuenta pendiente, Ayer ha encontrado en The Beekeeper el compañero de viaje perfecto para prodigarse en dichas ocupaciones con Jason Statham desdoblándose además en socio productor para desarrollar un binomio actor-productor de menor calado que el de Statham con Guy Ritchie y que no llega lamentablemente al nivel de la muy buena y recomendable Despierta la furia, pero se las apaña para ser disfrutable.

El largometraje es totalmente previsible, más sencillo que el asa de un cubo, pero Ayer siempre da otra vuelta a las cosas y aunque la revelación de la identidad de la madre del antagonista no sea tan sorpresiva como pretende, sí le sirve para rellenar el combustible de este  vehículo eficaz para entretener a los aficionados al asunto, que encontraran en el mismo todo lo que buscan recubierto de un siempre conveniente toque de solidez en el reparto.

Frente a la decadencia del cine de acción

En papel protagonista, Statham hace lo suyo: repartir leña a diestro y siniestro en modo videojuego loco. Es lo que uno espera de él cuando se mete a ver este tipo de largometraje, y reconozco que me ha resultado muy grato y refrescante reencontrarme con un tipo de película que se prodiga cada vez menos en la cartelera con este nivel de calidad. Normalmente este tipo de películas de acción han caído en el gueto de lo incomestible incluso para el más adicto a las mismas al refugiarse, tras perder contra los superhéroes y las franquicias la corona de producto número uno en el cine de evasión, en el gueto de las productoras oportunistas de serie B en la línea de las firmantes de las películas de sobrexplotación de los Bruce Willis y Nicolas Cage más estajanovistas. Eso si no recala en el peor de los casos en el territorio de la serie Z donde reinan infumables y aburridas farsas de reparto de tollinas aplicadas por estrellas agotadas del asunto como Steven Seagal, Jean-Claude Van Damme o el incansable pero siempre divertido Danny Trejo rodadas en algún país del este de Europa.

A ver, no es esta una característica de la decadencia del cine de acción exclusiva de nuestros tiempos, y el que lo dude puede consultar la filmografía de la madurez de Charles Bronson para convencerse de que la cosa viene de más lejos, pero en todo caso sí constituye una deriva de este tipo de productos que sobreviven más como paraguas oportunista de explotación de la estrella veterana en su ocaso que de la renovación de la propuesta.

Territorio Liam Neeson sin lograr ser John Wick

The Beekeeper encuentra acomodo un poco más arriba de la cadena trófica, en una zona por la que se prodiga Liam Neeson en su papel como estrella del cine de acción desde que protagonizara Venganza, pero con aspiraciones no del todo materializadas de crear un tipo de fábula de acción capaz de jugar en la misma liga de la saga de John Wick.

Aunque David Ayer no consigue emular los logros de la saga del asesino a sueldo interpretado por Keanu Reeves, saca adelante una imitación disfrutable de las películas que en el inicio de su carrera protagonizara Jason Statham, que podríamos decir vuelve de algún modo al ritmo y el despliegue de sus primeros éxitos como repartidor de leña antes de zambullirse en su paseo por las superproducciones tipo Fast and Furious y Fast and Furious: Hobbs and Shaw, o sus encuentros con tiburones prehistóricos o sus paseos con los pesos pesados de este asunto en Los mercenarios. Pero más que a sus primeros trenes de acción imparable en los ciclos de Transporter y Crank, sustituye el disparate gamberro edificado sobre un mero esbozo de argumento de las mismas con otras producciones con ligeras aspiraciones de complejidad como The Mechanic, Blitz, Asesinos de élite o El protector.

Lo que nos propone la película es por tanto un Statham en territorio Statham, con una coreografía de secuencias de acción respaldado por un Jeremy Irons que vuelve a mostrar su capacidad para darle elegancia y solidez incluso al papel más tópico que puedan proponerle y un villano al que apetece ver cómo Statham le aprieta las tuercas desde que aparece en pantalla al que Josh Hutcherson viste con todas las galas de un tipo capaz de producirle asco a su propia madre.

El conjunto, como la trama, es muy básico, pero funciona bien nadando voluntariosamente en el territorio de la anécdota imposible de disfrutar sin someterse a una absoluta suspensión de la incredulidad que le habría puesto los pelos de punta al mismísimo Samuel Taylor Coleridge. Pero eso no le impide ser una película divertida en su gama.

Te gustará si te gustó…

No llega lamentablemente al nivel de la muy buena y recomendable Despierta la furia, pero se las apaña para ser disfrutable en un rango más cercano al tipo de producto en el que suele prodigarse Liam Neeson en la fase de astro de acción que explota desde que protagonizó Venganza. Dentro de la propia filmografía de Statham está más cerca de The Mechanic, Blitz, Asesinos de élite o El protector.

                                                      Miguel Juan Payán

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