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Crítica Whitney Houston I Wanna Dance with Somebody ★★★ ½ (2022)

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Crítica Whitney Houston I Wanna Dance with Somebody.

Un biopic con música sensacional.

Interesante y entretenido biopic de Whitney Houston que sin embargo no llega al fondo de la historia. Una historia fascinante que nos lleva a lo más alto, al viaje que convirtió a Houston en la artista más conocida del planeta, La Voz, un portento que enamoró a todo el mundo con su talento y que se hizo con un hueco entre las artistas más grandes de la historia, antes de caer casi tan rápido como ascendió, debido a su adicción a las drogas, a un matrimonio problemático y a la presión de la vida pública, lo que causó que falleciese a los 48 años tras un incidente relacionado con las drogas. Material más que suficiente para que Hollywood eche la vista atrás y nos muestre la vida de la artista desde la perspectiva de un gran estudio. El resultado no es malo, pero deja por el camino muchas dudas y la sensación de que nunca acaba de escarbar en el alma de la historia.

Desde que es descubierta por quien fuese uno de sus mayores amigos y protectores, hasta casi su fallecimiento, así es la historia que nos encontramos en I wanna dance with somebody. Una película con muchísimo que contar, de ahí que se vaya a las casi dos horas y media de duración, pero que no termina de encajar todas las piezas de forma coherente. Es una sensación extraña, porque la película es larga, pero se notan los cortes de tijera en la historia, las escenas encajadas a la fuerza en la película. Especialmente a partir de la segunda parte de la película, cuando todo empieza a desmoronarse en torno a Houston, con sus relaciones personales siendo destrozadas y con la artista sucumbiendo a las drogas. El guión es más que correcto, y señala varios momentos muy poderosos (el chico rubio de los autógrafos…) pero no es brillante. No se atreve. Se queda, como tantas otras veces, a medio camino.

Es el dilema de los biopics. ¿Ser respetuoso y cuidar al artista o mostrar la realidad y no esconderse? Y no se trata de ser sórdido, como sucedía en Blonde. Se trata de atreverse a narrar los momentos que nadie quiere narrar. Por ejemplo, en la película se insinúa algo en torno a la sexualidad de la artista. Y ya. Ahí queda. Nada más. Se habla de los problemas con su padre, y se pasa de puntillas hasta el final. Se toca el tema de su matrimonio, pero sólo hay una escena que merece la pena en torno a esa situación. O las drogas, por supuesto. Repito, no es sordidez lo que busco. Es profundidad. Algo que Rocketman tenía muy claro y hacía muy, muy bien. No tener miedo. Aquí hay demasiado miedo y respeto.

I wanna dance with somebody

Por eso cuando tiene que entrar a matar, se resbala y falla. Por eso el trabajo sensacional de Naomi Ackie queda algo desdibujado. Imitar la voz de Houston es imposible, por lo que la mayoría de la película usa la voz original y no la de la actriz, en sus canciones. Pero el resto… la actriz sabe pasar por un enorme rango de emociones para dar vida al personaje, aunque cuando llega la etapa madura, la actriz tiene 31 años, no 48, y se nota. A su lado Stanley Tucci brilla, pero aparece y desaparece como otros personajes (la madre, por ejemplo). Nos queda un biopic con música sensacional, con un par de momentos que ponen los vellos de punta, y con un sólido reparto, quizá algo televisivo visualmente, pero con fuerza en la historia y un par de grandes ideas. No las termina de desarrollar, pero lo intenta al menos.

Jesús Usero

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Jesús Usero
Periodista cinematográfico experto en televisión

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